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Viernes, 13 de mayo de 2016

PANTALLA PLANA

Las brujas mandan

Una vidente atormentada por la llamada del Mal en un caldo de brujería, sexo y conjuros forman parte de Penny dradful, una serie ambientada en la Inglaterra de los 80 que nunca se muestra.

 Por Marina Yuszczuk

Penny dreadful es la clase de serie de la que otras series se burlan: en la recién finalizada Togetherness, Steve Zissis era un actor que pegaba un papel de vampiro en una ficción de dudoso gusto. Con la cara pintada de blanco, los labios oscurecidos y calzas negras, ni lo terrorífico de los chupasangres ni la elegancia de condes rumanos estaba presente en ese pelado con demasiado maquillaje al que hacían volar colgado de un arnés. En Love, que Judd Apatow produjo para Netflix, el protagonista trabajaba como tutor en un estudio donde se estaba filmando una serie sobre brujas que se arrojaban reproches además de hechizos y parecían una versión disfrazada de la vieja y ya no tan querida telenovela; alguna vez incluso una fingió un embarazo.

Penny dreadful es una cruza de eso y el tipo de reuniones de personajes como La liga de los hombres extraordinarios (2003) que el cine puso de moda en los últimos años, spin-offs, ficciones que toman un personaje secundario de otra y le inventan una historia, mezclando géneros y épocas. Tiene sentido que la serie tome su nombre de los penny dreadful, un tipo de literatura barata que circulaba en Inglaterra en el siglo XIX para entretenimiento de los de menos recursos: más económicas que un libro, esas revistitas eran efectistas, adictivas y apelaban a las emociones fuertes, al punto que en un momento se pensó que eran una mala influencia para lxs lectores.

Algo de todo eso hay en la serie de la que HBO acaba de estrenar la tercera temporada. Un poco berreta, con efectos digitales no tan sutiles y una galería de personajes rocambolesca, la historia está situada en 1982 en Londres, o mejor dicho en los tugurios, los barrios menos lujosos y las alcantarillas de una Londres a la que el progreso le pasó por encima y la dejó llena de pobres, monstruxs, desquiciadxs. Uno de esos es Vanessa Ives (Eva Green), la protagonista y lo mejor que Penny dreadful tiene para ofrecer. Vanessa es una vidente atormentada por los repetidos llamados del Demonio, que la reclama como novia mientras ella se aferra con uñas y dientes a todo lo que se parezca al bien. Aliada con el explorador Sir Malcolm Murray (Timothy Dalton), el pistolero Ethan Chandler (Josh Hartnett) del que se enamoró sin importarle que fuera un hombre lobo y el Dr. Victor Frankenstein (Harry Treadaway), vivió distintas aventuras como combatir a una legión de brujas cuya jefa inmortal había hecho un pacto con el diablo a cambio de juventud eterna.

Pero ella también tiene mucho de bruja, y si alguna vez vieron a Eva Green saben de qué les hablo: con ojos verdes desmesurados y una dentadura que parece enorme, tiene algo de calavera en la forma huesuda de la cara, y la serie explota esa cualidad cuando la muestra ojerosa, despeinada, atribulada por la lucha contra el mal. En otras secuencias, vestida a la moda victoriana y sirviendo el té con esos largos dedos finos, es una dama perfecta. Lo que sabe de brujería lo aprendió de otra bruja, Joan Clayton, que atendía jovencitas en una cabaña en el bosque para ayudarlas a abortar y fue quemada viva por esos mismos campesinos que ayudó, convertidos en una horda sugestionada por culpa del dueño de las tierras.

Es consecuente con su espíritu ligeramente clase B que también haya bastante sexo en Penny dreadful, a diferencia de otras series actuales que apuestan a la histeria sin pausa. En la segunda temporada, la archibruja enemiga de Vanessa Ives se reveló como una dominatrix que gustaba de descargar el látigo sobre sus amantes, y Dorian Gray, enamorado de una chica travesti llamada Angelique, prefirió compartir la cama con la versión masculina de Angelique en una escena en la que no se ocultó nada. Ahora Vanessa está separada por un océano del lobo con el que se apasionó, pero no será por mucho tiempo, y si la serie se mantiene fiel a su espíritu carnal, el encuentro de la vidente con el lobo será algo para no perderse, claro, si es que una tiene fantasías con animales que ladran a la luna.

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