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Viernes, 10 de junio de 2016

ESCENAS I

La pregunta incómoda

La fundación se centra en el entramado macabro de la apropiación de bebés en la última dictadura militar como un reclamo que no pierde vigencia.

 Por Carolina Selicki Acevedo

¿Qué hacer si ante la posibilidad ansiada de ser madre se interpone la de que ésta sea a costa de una o varias muertes? ¿Hasta dónde los futuros padres saben el origen de lxs niñxs dados en adopción? Estas preguntas en la actualidad tienen respuestas categóricas pero en el ‘76 algunas grietas existían y allí, en donde la duda se cuela, es que se centra La fundación, con excelente dramaturgia de Susana Torres Molina bajo la dirección de Héctor Levy-Daniel para profundizar en las contradicciones y en la compleja red que se tejió alrededor del plan sistemático de robo de bebés desde el Estado mismo con complicidad de la Iglesia Católica.

Marta (Florencia Naftulewicz) y Pedro (Emiliano Díaz) llegan ansiosxs a la institución a través del contacto de un tío de este último, cuya familia es militar, y quien les ha asegurado que la “adopción” será un hecho. Un niño “sanito” lxs espera, tal vez dos. Pero antes, deberán responder exhaustivamente a un interrogatorio que determine si reúnen las condiciones para conformar una “familia cristiana” donde la criatura pueda recibir una correcta formación dejando atrás cualquier rastro de su verdadera identidad. Para Marta no resulta tan sencillo, está llena de preguntas, entre las que se cuentan aquellas sobre una amiga suya de la cual no tiene noticias hace tiempo. Entonces, serán Amalia (Estela Garelli) y el Dr. Palacios (Carlos Kaspar), con destacadas actuaciones que logran combinar el cinismo con el humor, quienes intentarán por todos los medios despejar cuanta oscura idea ronde por sus mentes generando un clima de asfixia, no sólo para Marta. Los diálogos que se convierten en discusiones y diferencias cada vez más pronunciadas se dan en medio de una oficina montada con cajas y cajas de expedientes haciendo de la escenografía un recurso inteligente para hacer sentir al público que está allí, con ellos, también siendo investigado. Nadie puede ser un infiltrado. De eso se ocupará Palacios, quien no pierde pista de cada gesto o dicho de Marta, a quien logrará sacar más de una verdad. Esa amiga -y su ausencia- son más que un problema. Esa amiga y su bebé. Porque no se trata de valores, Inés bien los tenía al ir a dar clases de apoyo escolar en barrios alejados de la urbe pero ella, como tantxs otrxs cometió el peor pecado, el de seguir adelante con su maternidad, con sus ideales, y eso se paga caro con el aún incomprensible precio de perder todo derecho, hasta el de la propia vida. Quizás por eso y más es que la búsqueda de lxs nietxs sigue teniendo sentido mal que le pese a quienes reniegan de cualquier ejercicio de memoria.

Tal vez una de las sensaciones más encontradas sea la de querer que Marta se salve, que no sea cooptada por la Fundación y su doctrina macabra pero sin embargo su cuestionamiento es necesario, es decir, que la trama lleva a esa doble vía de tensión, la del silencio para obtener el beneficio y la de la salvación o la pregunta incómoda para no ser una cómplice más de ese sistema de exterminio. Y esta trama realista lo es aún más al saber que La Fundación fue una institución, ligada a la Iglesia Católica, que efectivamente se ocupaba de recoger hijxs de víctimas de la represión con la misión de “corregir” desviaciones heredadas o aprendidas de sus padres. Nuevamente la realidad supera la ficción y en ella podemos desmenuzarla para seguir cuestionando, como Marta.

La fundación. Viernes de junio a las 21 hs. en Nun Teatro, Juan Ramírez de Velasco 419, Villa Crespo. Entradas: $150. Reservas al 4854-2107 y/o por alternativateatral.com Facebook: La fundación.

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