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Viernes, 5 de marzo de 2004

ESTIRPE REBELDE

Con su decisión y creatividad derribaron obstáculos y abrieron huellas que muchas otras transformaron, después, en caminos. No son todas, por supuesto, pero valga este homenaje cuando se acerca el día de las mujeres para abarcar a las que faltan, y a modo de talismán para acompañar a quienes siguen luchando.

Cecilia Grierson
“Entre las muchas contrariedades sufridas en mi vida debo aclarar que, siendo médica diplomada, intenté inútilmente ingresar al profesorado de la facultad. Pero no era posible que se le ofreciera a la primera mujer que tuvo la audacia de obtener el título de médica cirujana la oportunidad de ser jefa de sala, directora de hospital o profesora de universidad.” La negativa a aceptarla era, en realidad, una agresión contra el feminismo, “cuyas aspiraciones en el orden económico he defendido”. Maestra rural a los 13 años, maestra normal a los 19, había logrado ingresar a la facultad a los 23 gracias a una dispensa especial. Creó la primera escuela de enfermería del país, se abocó a la puericultura y sentó los antecedentes de la kinesiología. En 1899, a los 40, participó como presidenta del Congreso Internacional de Mujeres –en Londres– y a su regreso organizó la fundación del Consejo Nacional de Mujeres argentino. En 1910 presidió el Primer Congreso Feminista Internacional de la Argentina –que había sido convocado por la Asociación de Universitarias Argentinas, que cofundó–, aprovechando los festejos del Centenario.

Alicia Moreau de Justo
Directora de La Vanguardia, jefa de redacción de las revistas feministas Nuestra causa y Vida femenina, presidenta de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos en los últimos años de su vida. En 1918, fundó la Unión Feminista Nacional; fue parte de la Unión de Mujeres Socialistas.

Harriet Beecher Stowe
Novelista norteamericana (1811-1896), madre de seis hijos que en 1850, cuando entró en vigencia la ley que penaba con la muerte a cualquier esclavo fugitivo, indignada se puso a escribir, por entregas, La cabaña del tío Tom, considerado el primer manifiesto antiesclavista en los Estados Unidos.

Carolina Muzilli
“Yo llamo feminismo de diletantes a aquel que sólo se interesa por la preocupación y el brillo de las mujeres intelectuales. Es hora de que el feminismo deportivo deje paso al verdadero, que debe encuadrarse en la lucha de clases. De lo contrario, será un movimiento elitista llamado a proteger a todas aquellas que hacen de la sumisión una renuncia a su derecho a una vida mejor.” Muzilli (1889-1917), costurera, periodista de La Vanguardia, directora del periódico Tribuna femenina e integrante del Partido Socialista –en el que consiguió espacio para un programa de reivindicaciones sobre la mujer en el X Congreso Nacional, en 1912. “ El catolicismo –se ocupó de decir en muchas conferencias a lo largo del país– combate el divorcio, rechaza la separación de la Iglesia y el Estado, no obstante saber que los principios esenciales del sistema republicano son incompatibles con el culto oficial.”

Portia Willis
Una de las tantas sufragistas de Nueva York conduce a las elefantas Jennie y Zena hacia un desfile en Chicago, el 7 de junio de1916, con el objetivo de llamar la atención sobre el derecho de las mujeres al voto.

Amelia Bloomer
Hacia mediados del siglo XIX, esta norteamericana editora del periódico The Lily, el primero publicado por una mujer, descubre la practicidad de los pantalones a la turca y empieza por usarlos ella misma, luego de cosérselos. Sale a la calle con ese atuendo, que también llevan dos amigas y juntas resisten las burlas. Algunas mujeres audaces empiezan a copiarse después de que Amelia escribiese en su diario para promocionar estos pantalones que quedaron en la historia de la moda con el nombre de su creadora: bloomers. El argumento de Amelia frente a las críticas fue que “si a los caballeros las pesadas faldas les parecían cómodas, que las usaran ellos”.

Emma Goldman
Con su aspecto de institutriz severa –cuellito de puntillas, rodete– estaba lejos de parecer la “mujer más peligrosa de los Estados Unidos”, tal como la etiquetó el FBI. Nacida en 1869, esta anarquista neoyorquina de origen ruso judío fue encarcelada en 1893 por haber instigado a los desocupados a la revuelta. En 1917 cayó de nuevo en prisión por protestar contra el enrolamiento de jóvenes soldados. Despojada de su nacionalidad, fue expulsada hacia la Unión Soviética en 1919, de donde escapó en 1921.

Jeanne Chauvin
Olympe de Gouges, la atrevida que pidió iguales derechos y la misma educación para las mujeres durante la Revolución Francesa y sólo consiguió que le cortaran la cabeza, ya había sido vengada por Julie Daubié –consiguió hacer el bachillerato en 1861– cuando nació Jeanne Chauvin en 1862, quien, por su parte, fue la primera licenciada francesa en Derecho, luego de remover cielo y tierra para modificar la ley que se lo impedía. En 1892 presentó su tesis de doctorado titulada De las profesiones accesible a las mujeres en el derecho romano y en el derecho francés.

Eduarda Mansilla
Sobrina de Rosas –y hermana de Lucio Victorio–, firmaba "Alvar" o "Daniel", y venía de separarse de un marido tan linajudo y elegante como ella y de haber publicado la novela El médico de San Luis cuando regresó de Europa para instalarse en Buenos Aires. Desde 1871, colaboró en El Plata Ilustrado con su columna “Hojas sueltas” –donde comentaba moda y actualidad– antes de dedicarse a las crónicas de música (era una reputada compositora e intérprete de música de cámara) en La Gaceta Musical.

Juana Manso
Maestra, brazo derecho de Sarmiento, escritora y declarada feminista, a la argentina Juana (1819-1875), la jerarquía católica y los sectores conservadores le negaron sepultura en el Cementerio de Buenos Aires, por lo que hasta 1915 estuvo enterrada en el Cementerio de Disidentes.

Juana Manuela Gorriti
Emigrada, radicada en Perú, publicó en 1845 su primer cuento, "La quena", en la revista limeña El Comercio. Impulsó, a partir de entonces, la narrativa femenina sudamericana, al tiempo que se dedicó al periodismo en Argentina y Perú.

Emmeline Pankhurst
Nacida Goulden en 1858 y educada en una familia de ideas progres, se casó en 1879 con el abogado feminista Richard Pankhurst y se unió a las filas de las sufragistas. Viuda en 1898, prosiguió su accionar político en compañía de sus hijas Christabel y Sylvia. Fundó en 1903 la Unión Femenina Social y Política, que agrupaba a mujeres de todas las clases sociales bajo el lema Vote for Women. La falta de respuesta del gobierno la llevó a recurrir a métodos espectaculares: rotura de vidrieras, incendios, atentados diversos. Durante 1912, a los 54, fue detenida doce veces. En 1913 destruyó la línea telefónica Londres-Glagow e hizo explotar una bomba delante de la casa de un ministro. En 1918, finalmente, se concedió el derecho a votar a las mujeres de más de 30. En el año de la muerte de Emmeline (1928), la edad descendió a 21.

Julieta Lanteri
Se casó –ya grande– con un señor 14 años menor que ella, pero lo dejó enseguida. En julio de 1911, aprovechando un reempadronamiento municipal, se presentó con su carta de ciudadanía (había nacido en Italia en 1873) y una copia de la ley 5098, cuyo artículo 7 estipulaba los requisitos para inscribirse como votante: ser ciudadano mayor de edad, saber leer y escribir, haber pagado impuestos comunales por al menos 100 pesos o ejercer alguna profesión liberal en Buenos Aires, donde debía tener domicilio legal. La doctora en Medicina y Cirugía Lanteri –sexta médica recibida en la Argentina– cumplía con todas las condiciones; el 23 de noviembre de ese año votó en la iglesia de San Juan: fue la primera mujer en votar en la Argentina. En 1919, cuando descubrió que había sido borrada del padrón porque la nueva legislación exigía libreta de enrolamiento, corrió a exigirle al ministro de Guerra de Yrigoyen que la admitieran en el servicio militar. Al no tener éxito terminó fundando el Partido Nacional Feminista –la Constitución, notó, no prohibía candidaturas femeninas– y postulándose a diputada nacional –“en el Parlamento una banca me espera, llevadme a ella”.

Maggie Kuhn
En Filadelfia, 1970, Maggie, de 65 años se atraganta cuando la jubilan en la iglesia presbiteriana donde trabajaba y junto a otras personas de su edad se manda a la lucha contra la segregación de los/as viejos/as obligados/as a retirarse de la vida activa. La asociación, bautizada Las Panteras Grises por un periodista, propone la reconciliación de las generaciones y se manifiesta contra la guerra de Vietnam. En Alemania, las Panteras muestran sus garras bajo la batuta de Trude Unruh, que funda la Liga de Protección de las Personas Mayores, en Wupertal, que, entre otras acciones, lanza comandos al asalto de los geriátricos en los cuales las personas mayores eran maltratadas.

Elvira Rawson de Dellepiane
“Procedo por impulsos, por impulsos razonados y meditados serenamente, y una vez tomada una decisión procuro llegar cuanto antes, sin titubeos, al logro de mis propósitos.” Maestra normal, Elvira Rawson (1867-1954) fue una de las primeras médicas del país y afiliada a la UCR, fundó el Centro Feminista –en 1905–, participó del Primer Congreso Femenino Internacional –en 1910– y participó –junto con Alfonsina Storni, Adelia Di Carlo y Emma Day– de la creación de la Asociación Pro-Derechos de la Mujer. Propuso cambiar el Código Civil: igualdad de la patria potestad del padre y la madre, libre administración de los bienes por parte de la mujer y mantenimiento de todos los derechos individuales aun después del matrimonio.

Margaret Sanger
Campeona de los derechos reproductivos, esta enfermera irlandesa trabajaba a comienzos del siglo XX en una maternidad de Nueva York. Desesperada frente a la gran cantidad de muertes por abortos mal hechos, se puso en campaña para informar a las mujeres sobre métodos anticonceptivos, lo que le valió ser encarcelada en dos oportunidades. En 1921 tuvo lugar la apertura de la primera clínica especializada. Sanger consiguió que se importaran diafragmas de Inglaterra, promovió el uso de espermicidas. Aunque ya se conocían los principios de la píldora anticonceptiva, los científicos no avanzaban. Margaret Sanger incitó al biólogo Gregory Pincus, mientras que Catherine Dexter McCormick, rica aristócrata de Chicago, ejerció de mecenas. En 1958, la píldora fue puesta a punto.

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