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Viernes, 22 de julio de 2016

DEPORTES

La rodilla de diosa

Yanina Brandán, la diez de Las Aliadas, el equipo de fútbol femenino de la Villa 31, una de las mejores jugadoras de Latinoamérica en fútbol calle y figura destacada en el mundial de la especialidad, debe operarse con urgencia la rodilla izquierda, con serio riesgo de no volver a pisar una cancha. Sus compañeras lanzaron un pedido público de ayuda en las redes sociales, para que toda colaboración sea bienvenida.

 Por Roxana Sandá

Yanina ampara el don de jugar al fútbol como las diosas. Ampara, porque no es sólo esa habilidad iluminada de número diez lo que la define, sino la pelea diaria que da desde chica en la geografía de la villa 31, donde ahora es heroína. Por su jugada elegante, dirán quienes la ven hacer figuras y definiciones en cada encuentro, pero también por representar a la Argentina en el combinado Las Aliadas, que entrena y dirige Mónica Santino, maestra, contenedora, constructora de una trama inclusiva, que Yanina abraza con pasión. Esta página, hoy, intenta acompañarla en otra lucha que las mil batallas suelen imponer a las mujeres guerreras: Yani, o Curi, como le dicen desde siempre, atraviesa una severa lesión en su rodilla izquierda que la mantiene alejada de las canchas. El daño es antiguo, un cartílago gastado que ahora desencadenó el estallido de un menisco, y deben realizarle una intervención quirúrgica de urgencia. “Si no se opera, no va a jugar más”, advierte Mónica, que junto con el resto del equipo y desde la Asociación Civil La Nuestra Fútbol Femenino, lanzaron un pedido de ayuda por las redes sociales.

“Nuestra jugadora, además de desempeñarse con mucho talento en el campo de juego, es parte vital del grupo que conformamos jugadoras, entrenadoras y talleristas”, expresan en un comunicado. “La necesitamos de nuevo en la cancha haciendo lo que más le gusta. Sabemos mucho de enfrentar y superar dificultades colectivamente, por eso esa rodilla izquierda nos duele a todas y nuestro mejor gol será el que ella haga cuando vuelva a poder jugar.”

Ahora se trata de despejar un panorama que suele volverse sombrío cuando las necesidades atraviesan a las mujeres pobres, y para quienes no hay turnos piadosos ni sanitarismos que contemplen las patologías. En el Hospital de Clínicas, por ejemplo, la única fecha disponible para realizar la operación se ubicaría en diciembre. Primer obstáculo. La opción de concretar esa práctica en el ámbito privado de salud tendría un costo de 30.000 pesos. Segundo desaliento. “Sabemos que el paso del tiempo es el principal enemigo de Yanina –lamenta la entrenadora–, y cuanto más se demore esa intervención, menos chances tendrá de seguir haciendo una de las cosas que más le gustan en la vida, jugar al fútbol.” Sucede es que “ese gusto” por “la bocha” no es un escape ni el berretín de una exaltación pasajera. A ver si se entiende, Yanina ríe con esa felicidad que muchxs ya ni recuerdan cuando juega a la pelota y cuando pasea a su sobrino más chico. Son amores que no precisan traducirse, pero que deberían conmover por el carácter vital que los hace latir. ¿Que se muere si le sacan el fútbol? Es poco probable, sí, pero una se va secando de muchas maneras y puede convertirse en un soplo o apenas un gemido en tan poco tiempo.

Gerónimo Molina, de la subcooperativa de fotógrafxs que visita hace tiempo el barrio, dice que “Cury es súper callada, algo tímida. Es fuerte y decidida, muy elegante para jugar a la pelota. Cuando anda con el sobrino se transforma en una sonrisa permanente”. Es chica de acción, no le van las vueltas, y decidió mantenerse en el silencio, porque las que hablan son sus piernas. O en esta ocasión sus seres queridxs y algunxs conocidxs que la respetan y aprecian. Aun así, siempre eligió dosificar sus palabras.

En 2011 fue una de las estrellas de la Homeless World Cup femenina que se jugó en Francia, el campeonato mundial de fútbol callejero que promueve la inclusión social de franjas vulnerables. Tenía 17 años y entonces flasheó con una estatua de Juana de Arco en la catedral de Notre Dame. “Si hubiéramos vivido en su época, seguro que nos hubieran prendido fuego a nosotras también”, bromeaba entonces Santino. Aquélla es apenas una postal de las reuniones cumbre que acostumbra lograr su cuerpo con el deporte más popular. Tiene otras citas, más precisas y urgentes, con las necesidades de jóvenes tan urgidos como ella en marcarles presencia a las necesidades del barrio y en perpetuar una construcción social diferente.

“Las pibas, como Cury, lograron ganar la sonrisa placentera sobre el propio cuerpo, despegándolo del patriarcado. Hace años que venimos trabajando para que se produzca esa ruptura del paradigma fútbol-varón, y poderosamente lo conseguimos entre todas. Porque la maravilla del fútbol como deporte conjunto –se parafrasea Mónica en una frase publicada hace un tiempo para una nota de este suplemento– es que te lleva a entender las cuestiones sociales en forma colectiva, y es un espacio grandioso para demostrar las dinámicas diferentes de nuestros cuerpos como hecho político. No somos un modelo único, recortado y estereotipado sino, ni más ni menos, mujeres que jugamos al fútbol creando conciencia y empoderamiento de género.”

Esta semana, Las Aliadas comenzaron a organizar torneos relámpago “por la rodilla de nuestra 10”, a fin de juntar fondos. Serán el 30 de julio y el 6 y 13 agosto. Los encuentros son abiertos, y podrá inscribirse para cualquiera de las fechas. Para mayor información y/o colaboraciones que deseen realizarse, escribir a [email protected] o visitar su página en Facebook, La Nuestra Fútbol Femenino.

Yanina es nacida y criada Buenos Aires, pero sus padres se separaron en Salta, de donde proviene la rama materna. La chica ansiaba conocer a su abuela, palpar la existencia de otra familia, propia pero lejana. Mónica y sus compas de La Nuestra decidieron que la mejor oportunidad fuera el último Encuentro Nacional de Mujeres del año pasado, en esa provincia, al que habían programado asistir. Entre talleres y manifiestos se hicieron tiempo para rastrear a esa mujer que finalmente encontraron en otro barrio, en shock pero emocionada, que se dedicó a apretar a su nieta en una sucesión de abrazos postergados. Créase o no, en otras épocas ella también jugó al fútbol. Como las diosas.

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De atrás, con la camiseta de las aliadas, Yanina en plena marca de su adversaria.
Imagen: Sub.coop
 
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