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Viernes, 19 de agosto de 2016

ALBUMINA

El compromiso de Benita

 Por Guadalupe Treibel

Alcanza con recorrer ligeramente las vastas huestes de internet para anoticiarse de miles y miles de compromisos de anónimxs que, cuando son levemente creativos o definitivamente demenciales, se viralizan. Amén de conseguir toneladas de likes (y que él o ella diga sí, en la medida de lo posible), algunas de las mentadas propuestas incluyen: un pobre delfín dado a la ingrata tarea de sostener un cartel con el famoso “Marry Me” mientras los enamorados flotan; el mensaje sorpresa en un alterado huevito Kinder; los dos arrodillados al –peligroso– borde de un acantilado; ambos sosteniendo sus adoradas armas mientras disparan en nombre del compromiso eterno (y posiblemente, de la patria)... En el alterado panorama, no es casual que Benita Abraham, una mujer de 37 asentada en Long Beach, California, se haya vuelto fenómeno de redes, con correspondiente cobertura en cientos de medios. Finalmente, nomás “comprometerse”, la mujer registró su rotundo flechazo con todos los chiches: imágenes en la arena, entre blanquecinas sábanas, bebiendo café por la mañana, a los pies del mar... Lo llamativo –y ciertamente festejable– del compromiso de Benita es que no ha sido con otro ser humano; el amor de su vida, su media naranja, su boo -como ella lo llama acarameladamente- es… un laburo.

Sucede que, mofándose de las características y típicas fotos románticas, Benita decidió emular fórmula para avisar a su familia y amigxs que, tras siete largos meses desempleada (en los que envió a razón de 300 aplicaciones para distintos puestos), había conseguido el trabajo de sus sueños, “en una compañía que trata realmente bien a sus empleados y del que aprenderé mucho”. Para ello, enmarcó el contrato y lo llevó a pasear, siempre acompañada por una notita que, corazón mediante, aclamaba: “¡Acepté! ¡Le dije sí!”. En la serie, ni siquiera falta un petit resumen de la relación que, bajo el título “Nuestra historia de amor”, puntualiza: “11 de junio, primera entrevista telefónica; 22, segunda; 13 de julio, nos conocimos en persona; 22, dije sí; 8 de agosto, nuestro primer día juntos”. Consultada por distintos diarios norteamericana, Abraham –administradora en el área de salud– reconoce que aún está en la etapa honeymoon, y dice que la química continúa intacta. Mientras, otras tantas se interrogan: “¿Por qué no celebramos nuestros logros del mismo modo que suele celebrarse una relación?”. Ojalá pronto lleguen los niños, que en la jerga de Benita sería una merecida promoción.

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