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Viernes, 16 de septiembre de 2016

COSAS VEREDES

Habrá más penas, no así olvidos

Brock Turner, el –probado– violador de la Universidad de Stanford, fue liberado los primeros días de septiembre tras pasar solo tres meses en prisión por abusar sexualmente de una mujer. Un caso tristemente célebre que continúa despertando indignación en la sociedad estadounidense y mundial.

 Por Guadalupe Treibel

A inicios de junio, el nombre de Brock Turner se convirtió en penoso sinónimo de injusticia en Estados Unidos, en clara evidencia de que las mujeres continúan siendo tratadas como ciudadanas de segunda categoría. Estudiante de una universidad de elite, el joven nadador de 20 fue entonces encontrado culpable de tres cargos de asalto sexual por abusar de una chica de 23 en estado inconsciente; pero aunque al delito le corresponda una pena máxima de hasta 14 años, el –probado– violador apenas recibió seis meses de prisión, de los cuales solo tres se harían efectivos. Y se hicieron efectivos. Y los pasados días Brock Turner -que fue hallado in situ penetrando a una piba desmayada y semidesnuda junto a un contenedor de basura, que fue atrapado por dos alumnos suecos de posgrado cuando intentaba escapar, que culpó al alcohol y la “promiscuidad” por su delito y jamás mostró el más ínfimo sentimiento de arrepentimiento- hoy está libre. Su condición de atleta campeón fue un atenuante; que se tratase de su primer agresión fue un atenuante; que fuera blanco y concurriese a una institución prestigiosa fueron atenuantes; que no mostrase una “criminalidad sofisticada” fue un atenuante; que la muchacha hubiese bebido previo al ataque fue un atenuante…

“Una sentencia mayor tendría un impacto severo para él”, justificó el “clemente” juez Aaron Persky, de Santa Clara, al dictar sentencia, esgrimiendo además que no veía al blondo violador de ojitos claros como un peligro para la sociedad. Percepción no compartida por una gran parte de la sociedad, que se manifestó rápidamente con cientos de miles de firmas en petitorios y mensajes en redes, no solo rogando que se considerara una pena mayor: solicitando también la recusación del magistrado. Algo que no sucedió, aunque quede cierto consuelo de tontos: el hombre decidió pasarse a casos civiles tras la ola de indignación que generó su fallo y las injustificables justificaciones con las que lo avaló… De nada valió que el mismísimo vicepresidente de Estados Unidos pidiese una sentencia ejemplificadora (el tema de la violencia sexual ha sido abordado por la administración Obama, sin mayores resultados; 1 de cada 5 estudiantes femeninas de enseñanza superior continúan sufriendo abusos en los campus); o que los flamantes egresados de Stanford aprovecharan su acto de graduación para condenar la cultura de la violación con carteles que, entre otras sentencias, decían: “Protejan a las sobrevivientes, no a los violadores”, “Brock Turner no es la excepción a la regla”, “No importa lo que ella lleve puesto, no importa que hubiese bebiendo”.

Tampoco sirvió de mucho que la propia muchacha hiciera pública una carta tremenda, de indispensable lectura, donde detallaba punto por punto el horror que padeció: desde amanecer en una cama de hospital con laceraciones vaginales y enterarse por un periódico cómo habían sido los detalles de su violación, hasta sufrir la instalada culpabilización de la víctima por el mismísimo sistema judicial o la incomprensión institucional del consentimiento... La carta, por cierto y por fortuna, se viralizó, e incluso figuras del espectáculo se manifestaron en contra de Brock Turner, subrayando el coraje de la joven al darle pelea al sistema e incentivar a que otras hagan lo mismo. “La peligrosa y delirante noción de que el futuro de un atleta vale más que el bienestar de una mujer pone en evidencia cuán lejos estamos de comprender y resolver la violencia sexual y la cultura que la permite y, aún más, la alienta”, expresó Lena Dunham; y personajes tan eclécticos como Channing Tatum, Brie Larson, Zoe Kazan, KT Tunstall, Ken Burns o Bill de Blasio (actual alcalde de Nueva York) mostraron su descontento por los aberrantes 3 meses de condena. Ni la actriz británica Maisie Williams (Arya en Game of Thrones) se ha privado de comentar al respecto y, valiéndose de la ironía, ha compartido recientemente una resonante frase en Instagram, que dice: “He pasado más tiempo usando mi última máscara de pestañas que Brock Turner en la cárcel”…

Empero, que Turner sea hoy un hombre libre no significa que la sociedad esté dispuesta a hacer la vista gorda del mismo modo que lo ha hecho el juez Persky. En absoluto. No solo el USA Swimming Team aclaró que nunca aceptará a Brock entre sus miembros y, además de deber completar tres años de libertad condicional supervisada, el hombre será registrado como delincuente sexual de por vida. Además, sus vecinos de Ohio, donde reside con sus padres actualmente, se han manifestado frente a su hogar en repetidas ocasiones desde su liberación, llevando pancartas de denuncia, dejando mensajes de tiza en la vereda, aclarando que “nunca olvidarán lo que sucedió”. Uno de los carteles que más ha proliferado, sin más, ofrece “Si violo a Turner, ¿me encarcelarían solo tres meses?”. Por fortuna, el caso –que ha adquirido estatus internacional– ha hecho que el estado de California reconsidere sus leyes, y está en tratativas un proyecto que busca reforzar las penas para agresores sexuales. Mientras tanto, se rumorea que el nefasto joven estaría considerando hacer un tour por universidades hablando de los peligros de la bebida y la promiscuidad. Prendamos velitas para que sean solo eso: rumores. De lo contrario, otra vez sopa, y el mundo que se niega a cambiar.

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