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Viernes, 3 de septiembre de 2004

POLíTICA

Cuestión de cupo

Susana Rueda va a figurar en los libros de historia como la primera mujer de peso dentro de la CGT –después de los bustos de mármol de Evita–. Y ella está dispuesta a aprovechar la oportunidad: maquillada sí, pintada no.

 Por Luciana Peker

La puerta de la CGT está custodiada por una Evita de mármol con un crucifijo en el pecho. Hasta el 14 de julio era la única mujer con un lugar de peso dentro de la central obrera. Ahora, Susana Rueda es secretaria general –junto con Hugo Moyano y José Luis Lingeri–. El camino hasta su despacho es un camino plagado de lugares comunes, pero verídicos. El ascensor es blindado para débiles y tiene una barra de hierro que hay que levantar para salir al quinto piso. Un gordo se asoma después del ascensor y apenas señala con el dedo, sin desgastarse en emitir palabra, el camino hasta el despacho de Rueda. A la vuelta, detrás del bronce que inaugura por primera vez en la historia una placa en donde la palabra Secretari tiene una A en vez de una O, los maceteros con margaritas amarillas y blancas, flores rojas y una planta de menta se imponen como una bandera contra la monocromía de la dirigencia sindical.
En el balcón, a Rueda se le vuela el pelo y advierte al fotógrafo: “Mirá que me van a echar por bruja, por no representar a las mujeres”. Esta semana, la pelea de la ex secretaria de Prensa y Propaganda de la Federación de Asociaciones de Trabajadores de la Sanidad para que una mujer integre el Consejo del Salario desató una gran polémica. “Si yo soy intransigente en una definición política, soy caprichosa; si ellos son intransigentes, son líderes con convicciones. Eso es machismo y resabio cultural de la discriminación”, delimita Rueda, que niega que esta discusión la pueda hacer renunciar a su cargo o que pueda servir para limpiar la imagen de una central obrera desprestigiada por denuncias de corrupción y pasividad durante el menemismo.
–¿Por qué generan tanta polémica tus peleas dentro de la CGT?
–Yo no había tomado idea de la importancia de que haya una mujer en la Secretaría General de la CGT hasta que una amiga me dijo “¿te diste cuenta de que vas a figurar en los libros de historia?”. Por eso, cuando abro la boca genero tanto debate. Me parece fantástico. No importa qué resultados obtenga yo en las distintas negociaciones que se vayan dando, sino lo que moviliza socialmente la posibilidad del debate, porque nosotros venimos de mucho tiempo de pensamiento único.
–¿Cuál es tu reclamo concreto en el Consejo del Salario?
–En una discusión política sobre el perfil de país que tenemos que reconstruir, abogué por un país productivo y cedí mi lugar para que lo integre un gremio de la producción. Pero cuando viene la lista de los representantes me doy cuenta de que ninguno de los trece gremios de la CGT había puesto una mujer.
–¿Te arrepentiste de haber cedido tu lugar?
–No, porque sigo sosteniendo que tiene que haber gremios de la producción y también una mujer. Armando Cavalieri ya me cedió su lugar. Pero estamos viendo cómo darle sentido a que alguien salga para que alguien entre. Yo quiero que se respete el cupo en el Consejo del Salario. Si cualquier mujer lo integra, para mí está bien.
–¿No fue ingenuo de tu parte dar un paso al costado?
–Es que daba por hecho que, si modificamos la ley de cupo, algunos gremios iban a designar mujeres en el Consejo del Salario. El tema es que dejan estar a las mujeres hasta que se discute poder.
–Muchos cuestionaron que en un momento de tanta pobreza se ponga el problema de género por encima del atraso salarial.
–¿Me puedo detener en exigir algunas cuestiones legítimas para el género o tengo que hacer esto junto con lo otro? En un país con tanta pobreza tenemos que pelear para combatir la pobreza y democratizar la sociedad, empezando por la familia y el hogar.
–Vos no eras conocida en la opinión pública ni en las organizaciones de mujeres. ¿Te interesó capitalizar estas peleas para hacerte notar?
–No, no me imaginé que iba a tener tanta repercusión. Aunque es cierto que yo no quería posar para la foto y quedar dando vueltas al lado de dos varones.
–La CGT fue condescendiente con las leyes menemistas de flexibilización laboral. ¿Qué hiciste vos en todo ese tiempo?
–No comparto ese diagnóstico, no es cierto que no se hizo nada en contra de la flexibilización, del empobrecimiento. Yo pertenezco a una organización que luchó desde el primer minuto y durante todo el tiempo en contra de las políticas neoliberales.
–¿Tu interpretación es que la CGT fue combativa contra Carlos Menem?
–Sí. Pero para hacer un análisis no hay que olvidarse dónde estaba cada uno de nosotros cuando pasó lo que pasó. Hoy nadie lo votó y ganaba con el 50 por ciento de los votos.

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