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Viernes, 17 de septiembre de 2004

URBANIDADES

Una chica brava

 Por Marta Dillon

Tiene más de 16, y eso fue un duelo para ella. Un tanto impostado, es cierto, una mueca destinada a no decepcionar a quienes leen en su nombre las huellas de un prontuario tan escandaloso como el amarillo de los festones de su equipo de gimnasia. Pero claro, el color de su ropa no le importa a nadie; los hechos que se le imputan sirvieron para más de un show periodístico y para que ella se lamente de que ya pasó la edad de la impunidad. ¿Es impunidad estar en un instituto de menores, colgada de un teléfono, atada a una mala que tiene que sostener aunque no tenga ganas de ser una poronguita que se la banca? Es lo que esperan de ella, y ella cumple, aunque ahora le haya crecido el pelo en la nuca y se dé cuenta de que le gusta tanto leer historias como escribirlas. Y así es como el tiempo empieza a convertirse, sin que lo advierta del todo, en un horizonte más llano en el que puede dibujarse con unas cuantas palabras. Igual es una chica brava, que nadie piense lo contrario, capaz de sostener a tres novios en vilo por sus escuetas respuestas en el teléfono público del instituto. Ellos saben que son tres, pero no hay mucho más para disputarse que esos llamados, entonces para qué hacerse problema. Y ella alimenta su deseo con promesas a largo plazo que siempre incluyen un bebé que convierta sus vidas en necesarias. Necesarias para quien tendrá un destino distinto al propio que se tejió a las trompadas en un barrio de la periferia, viendo morir a papá y a mamá, flacos como astillas, consumidos por el sida. “No sé con cuál, pero con alguno de ustedes quiero tener un hijo”, dice sin pudor por la confesión de una infidelidad que de todas maneras no es tal porque todos saben a qué atenerse. En su barrio son montones las chicas que han sido madres, y ellas tienen eso, alguien por quien vale la pena rescatarse. Ella no tiene nada. Hasta la novia del pibe ese que la yuta tiró al Riachuelo se quedó con un hijo de él, lo vio el martes por la tele mientras tiraban flores a ese río inmundo. Y hasta vio en el mismo noticiero que alguien hablaba de una epidemia de embarazos adolescentes. Pero esa gente no habla de ella, ella ya es mayor, hace poco cumplió 17.

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