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Viernes, 19 de noviembre de 2004

LETRAS

de boca en boca

En medio de una ciudad maquillada sesiona el Congreso (alternativo) de las Lenguas. Con fuertes cuestionamientos a las ansias normalizadoras de la Real Academia y a que se imponga el “español” (¿no era castellano?) como un singular que anula la diversidad lingüística, Julieta Paredes, de Mujeres Creando, explica por qué se reúnen en un supermercado tomado más de mil académicos y activistas para pensar.

Por Sonia Tessa
Desde Rosario

En la planta baja de La Toma, el centro cultural que funciona en un supermercado comunitario reabierto por los trabajadores en el centro de Rosario, el colectivo feminista Mujeres Creando, nacido en Bolivia, expone una bicicleta sobre la que puede verse una enagua blanca con una enorme mancha de sangre, que se desparrama sobre el manubrio. En el asiento se apoya una enorme cruz, envuelta con un trapo rosa brillante, a modo de pañoleta. Esa instalación simboliza la violencia contra las mujeres y la opresión católica pero también la creación de su propia cultura, expresada en el color de la tela, su carácter festivo. Con esa intervención recorren hace dos semanas las calles de la ciudad preparada con todos los lujos para el Tercer Congreso Internacional de la Lengua Española. Expresan así su oposición a la visita de los reyes de España, y el concepto mismo del Congreso de la Lengua, una sola, la del conquistador, en lugar de las múltiples lenguas que crean los pueblos en forma permanente. Y Mujeres Creando no fueron las únicas que levantaron su voz. La llegada de los monarcas y toda la pompa que el congreso organizado por la Real Academia Española llevó a Rosario no pudo ocultar la fuerza de lo alternativo. Más de 1000 personas concurrieron el lunes pasado a la sesión inaugural del Congreso de las Lenguas (así, en plural), que se extiende hasta hoy, como cuestionamiento a la actividad oficial pero también como producción y creación de nuevas concepciones colectivas.
Aunque se intentó invisibilizarlo, el Congreso de las Lenguas convocó a un abanico de académicos, luchadores sociales y personas de los pueblos originarios para debatir sobre la autodeterminación lingüística. Fue la posibilidad de cuestionar la internalización simbólica de la opresión que significa la lengua lo que alentó a Julieta Paredes, aymara, integrante del colectivo feminista Mujeres Creando, a viajar desde Bolivia a Rosario dos semanas antes para preparar el contra congreso. “El desafío y la esperanza es que construyamos juntas y juntos una utopía, un mundo diferente. Es un desafío, porque no queremos que este congreso sea un supermercado folklórico de las lenguas, hay que cuidarlo. No estamos haciendo folklore ni alentando nuevos paternalismos, sino buscando entre todos la construcción de sueños y utopías comunes”, afirmó Paredes, quien participó ayer del panel sobre lenguas y géneros con una ponencia llamada “lenguas viperinas”, que rescató la tradición oral como forma de transmisión de la sabiduría de las mujeres.
La encarnación de la diversidad, y la denuncia de la opresión conquistadora –ahora simbólica– que ejerce la Real Academia Española fueron los ejes que convocaron a intelectuales de todas las universidades del país, integrantes de las poblaciones originarias de América latina y luchadores sociales. Al mismo tiempo que se desarrollaban los paneles, seexhibieron los trabajos del Movimiento de Documentalistas. Hubo espacio para intervenciones urbanas y distintas expresiones de arte.
El punto de partida del Congreso de las Lenguas está expresado en el documento Por el reconocimiento de una Iberoamérica multicultural y plurilingüística. En ese texto, se expresa: “Podemos decir que, hablando de derechos, nos surge como uno de los derechos humanos por antonomasia la autodeterminación lingüística, derecho que, pese a haber sido largamente reclamado, no encuentra aún un auténtico reconocimiento. Los únicos dueños de una lengua son los hablantes, que no necesitan de academias o instituciones que, apropiándose de la palabra, impongan las normas del ‘correcto decir’”.
Para Paredes, es muy llamativo que el congreso alternativo haya aparecido recién en la tercera edición del oficial. “En Zacatecas, por ejemplo, en México, no han ido a tirarles tomates ni tiempos podridos a la Real Academia”, expresó indignada porque en ese lugar, tan emblemático de la destrucción de las culturas de los pueblos originarios, no hubo reacción. “No es fácil deconstruir lo simbólico. Hasta ahora, nadie le ha tirado piedras, nadie ha cuestionando a la Real Academia, y ahora lo estamos haciendo, en un reducto que faltaba. Eso es lo apasionante de este congreso, que cuestiona ese andamiaje de opresión que es la Real Academia”, agregó.
Justamente por su carga alternativa, Paredes señaló que “hubo un intento de invisibilizar el encuentro de parte de las instituciones, pero también por las dubitaciones de gente que supuestamente está en la construcción de un mundo diferente, en el campo popular”. Y eso porque es “más fácil, es más evidente la lucha económica. Por ejemplo, luchar contra las transnacionales del agua, del petróleo, de la telefonía, de los alimentos. Es la herencia del marxismo. Pero en el ámbito simbólico, que es donde se internaliza al opresor, y expresa cómo cotidianamente esa gota horada tu conciencia, tus ganas de resistir, tu vida cotidiana, ésa es más jodida”, afirmó esta aymara que el año pasado participó en la rebelión de El Alto, y desde hace años desarrolla junto con sus “hermanas” una actividad contracultural para denunciar el patriarcado. Con graffittis callejeros instalaron en los espacios urbanos de Bolivia sus ideas feministas, como la frase “desobediencia, por tu culpa voy a ser feliz”.
Porque el espacio primordial de lucha contra el patriarcado es simbólico para Paredes, tiene sentido afrontar los desafíos que significa el Congreso de las Lenguas. “En principio está la hegemonía cultural, que se expresa por ejemplo en el intento de que hablemos ‘correctamente’. ¿Qué es hablar correctamente? ¿Qué es eso? Hablamos lo que sentimos, construimos lenguajes”, desarrolló Paredes en un alto en las actividades del congreso, que convierten al Centro Cultural de La Toma en un espacio de circulación y producción. “Lo primero es que el español no existe, lo que existe es el Estado español y el idioma castellano. A través de la alianza entre la monarquía con el Estado burgués se convierte en el idioma oficial, pero el español no es un idioma sino la etiqueta de la supremacía de un Estado sobre las otras lenguas”, puntualizó.
De ese modo, la conversación lleva una y otra vez a la vinculación entre lenguaje y poder, y también el espacio que se abre para resistir. “Construir discursos tiene que ver mucho en el cómo construir la cotidianidad, cómo entretejerla. El discurso tiene que ser una forma de expresar la construcción del futuro. No la cáscara de la mentira, del engaño, de la manipulación, no envases que tratan de ocultar el mismo lenguaje del poder, de la opresión, de la muerte.”
Para esta feminista que cuestiona tanto las políticas de género, porque no han servido para llevar felicidad a las mujeres, como al patriarcado, una tarea pendiente es analizar las estrategias de supervivencia de los pueblos originarios, pero también “es muy importante plantear que se puedehablar en aymara de la misma manera que habla el opresor”. Para ella, no se trata de la cáscara sino de la concepción, y por eso no tienen ningún empacho en “denunciar” a sus hermanos que “rapidito” se alían con el poder. “Nos falta, pero hay que tomar en cuenta todos estos elementos para no hacer un supermercado folklórico de las lenguas, para evitar quedarnos con los envases sin hablar de los sueños y del futuro. Al mismo tiempo, creo que puedo hablar con un hermano que habla alemán e inglés, pero que estamos construyendo utopías juntos”.

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