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Viernes, 11 de febrero de 2005

ENTREVISTA

El muro invisible

Desde hace diez años, el 99 por ciento de la población porteña está a favor de una ley de educación sexual. También es favorable a las políticas públicas en pro de la igualdad entre mujeres y varones, tanto como a la necesidad de que el Estado asegure el acceso a los derechos reproductivos. Eso descubrió la socióloga Mónica Petracci en Salud, derecho y opinión pública, libro en el que revela las encuestas sobre salud reproductiva de la última década, y que la lleva a preguntar: “Y entonces, ¿dónde está el conflicto?”.

 Por Luciana Peker

La cifra es contundente: 99 por ciento es uno de esos números que no dejan lugar a dudas, que despejan la incertidumbre y soplan las medias tintas. 99 por ciento es uno de esos números que cuando aparecen en las encuestas pueden borrar a un candidato de una candidatura, hacer renunciar a un funcionario o lograr que los noticieros y los diarios sólo hablen de eso que pide u opina el 99 por ciento. 99 por ciento es un consenso raro, tan homogéneo, que se vuelve –el 99 por ciento de las veces– un consenso con poder. Mucho más si ese 99 por ciento se repite desde hace diez años. Aunque hay –y esto si es un juego de cifras– un 1 por ciento de posibilidades que ese 99 por ciento pase desapercibido: sólo si el 99 por ciento de la gente, en la Ciudad de Buenos Aires, pide educación sexual.

En ese caso, entre el 99 por ciento (y el resto) hay dos campanas, un debate polémico, un tema difícil, una votación en contra y un proyecto que, todavía, cuesta aprobar. “¿Dónde está el conflicto?”, se pregunta la socióloga Mónica Petracci en Salud, derecho y opinión pública (Enciclopedia Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación, publicada por Editorial Norma). Dónde podrá estar el obstáculo, “si la mayoría tiene un apoyo contundente, desde 1994 hasta hoy, a la implementación de educación sexual. En realidad, no hay conflicto”.

En Salud, derecho y opinión pública se reúnen y describen las encuestas más relevantes sobre derechos reproductivos. Por eso funciona como una muestra de que la sociedad mantiene desde hace diez años una postura sin fisuras a favor de los derechos reproductivos, mucho más avanzada de la que el poder político, la Iglesia e incluso los medios de comunicación masiva creen. “La opinión pública acuerda, entre otros temas, con las políticas públicas que buscan asegurar la igualdad de oportunidades para varones y mujeres en el acceso a información y provisión de métodos anticonceptivos en los servicios de salud (aun a adolescentes sin la autorización de sus padres), con la necesidad de impartir educación sexual en las escuelas y con la promoción del uso del preservativo para prevenir el VIH/sida a través de campañas realizadas por el Estado”, subraya Petracci, investigadora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes), del Instituto Gino Germani y también profesora de Ciencias de la Comunicación en la UBA.

–¿Por qué son tan poco difundidas, a nivel masivo, las encuestas que demuestran el alto nivel de aceptación social a la entrega de anticonceptivos, la educación sexual y el reparto de preservativos?

–Eso tiene que ver con la historia de silencio de esta política pública hasta 1985. A partir de ahí, el movimiento de mujeres peleó para que el tema estuviera en la agenda. Aunque, todavía hoy, a pesar de que las encuestas aparecen en los medios, cuesta aceptar estos resultados, hasta tal punto que el ataque principal de los sectores a los que no les gustan los resultados es atacar los estudios. Pero las muestras fueron cuidadosamente trabajadas con investigaciones sólidas. Lo que pasa es quelas encuestas permitieron sacar a la luz, a través de estudios serios y sistemáticos, la voz de una ciudadanía que los sectores conservadores pretendían interpretar a través de su forma de pensar. Hoy no es tan fácil decir que la gente no quiere educación sexual. La ley se trabó por internas o conflictos políticos, pero eso es otra cosa.

–¿Cómo se explica que, si el 99 por ciento de los ciudadanos porteños pide educación sexual, los políticos hagan oídos sordos a ese consenso tan grande?

–La opinión pública es estable, es razonable y –si bien lentamente– influye en el proceso político. Por eso creo que, tarde o temprano, la ley de educación sexual va a salir. También durante este período aparecieron los conflictos con la muestra de León Ferrari, que se debe enmarcar en la relación entre el Gobierno y la Iglesia Católica. Pero el acuerdo con la educación sexual es muy alto, aunque siempre es mayor en la escuela secundaria que en la escuela primaria, donde igualmente es alto. Una mayoría de la población apoya la inclusión de la educación sexual y el acuerdo supera al 70 por ciento en todas las edades. Esto representa a la gran mayoría de la población.

–¿Qué pasa con las posiciones respecto de la legalización del aborto?

–A mí me sorprenden las respuestas sobre el aborto: en 1994, el 56 por ciento dijo estar de acuerdo con la legalización; en 1996, el 57 por ciento apoyó la despenalización y el resultado fue semejante en el 2003 y en el 2004. Es interesante que la mayoría de la ciudadanía está de acuerdo con la despenalización pero, a la vez, percibe que el escenario, y el clima, de la opinión pública es de desacuerdo. O sea: no saben que el resto piensa igual que ellos. Pero, en definitiva, hay una ligera mayoría a favor de la despenalización del aborto. Por supuesto, ese acuerdo es mayor en casos de violación, cuando hay alguna malformación del feto, cuando peligra la salud física de la madre y, en menor medida, cuando peligra la salud psíquica. Mientras que los mayores porcentajes de desacuerdos con el aborto tienen que ver con las condiciones autónomas de la mujer: cuando ella interrumpe su embarazo porque no quiere tener hijos, prioriza su carrera profesional o laboral, su situación económica es mala o rompe su pareja en ese momento. En otras investigaciones de otros países también se da esta división de situaciones en las que la gente está más o menos de acuerdo.

–En sus mediciones, la mayoría de la gente expresa ser religiosa y creer en Dios pero, a la vez, apoyar la educación sexual, los anticonceptivos y otros derechos reproductivos que las jerarquías religiosas critican. ¿Las creencias van por un lado y las ideas por otro?

–Siete de cada diez entrevistados se manifiesta católico, pero en estos estudios no aparecen diferencias de opinión por ser o no religiosos. No aparece una postura de desacuerdo con derechos reproductivos vinculada con lo religioso.

–Sin embargo, hay una avanzada de los sectores religiosos más fundamentalistas, que en el 2004 se expresó en la negativa a aprobar la educación sexual obligatoria en los colegios, en la utilización de violencia para impedir una conferencia sobre aborto y en la censura a la muestra de León Ferrari.

–Es preocupante. Pero no creo que, en la Argentina, se retroceda en las ideas de la ciudadanía. Se va a mantener estabilidad en las opiniones. Por eso, de cualquier manera, pienso que ciertas leyes, como la de educación sexual, tarde o temprano, van a poder salir.

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