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Viernes, 27 de mayo de 2005

SEXUALIDADES

Tú me quieres ardiente

En el manual mediático de la mujer casada el sexo tiñe todos los capítulos. Ya no basta con conquistar el estómago, como decían las abuelas; ahora hay que imitar lo que proponen las señales codificadas y esto vale incluso para los sectores más conservadores. ¿Liberación o dependencia?

 Por Luciana Peker

–Después de 20 años de matrimonio, ¿se puede mantener viva la llama de la pasión?

María Emilia: –¡Sí! ¡Sí! (con cara de excitada)

María Laura: –Ella siempre pone esa cara, ella siempre está ovulando (risas).

María Emilia: –Con mi marido la mantenemos tan encendida que el año que viene, cuando cumplamos las bodas de plata, nos vamos a volver a casar por iglesia.

María Eugenia: –Pero no seas ridícula. Lo único que falta es que te cases otra vez de blanco.

María Emilia: –Eso es lo que voy a hacer, con tocado y todo. Pero no las pienso invitar a ustedes para que no me critiquen.

María Eugenia: –Si se lo contás a mamá se muere de un infarto.

María Emilia: –Yo quiero renovar los votos con mi marido porque lo amo como el primer día. Y sólo van a asistir a la ceremonia nuestros hijos.

María Laura: –Volviendo a lo de la pasión, María Emilia, reconocé que las cosas cambian, aun para vos.

María Emilia: –Bueno... sí, las cosas cambian. Antes había cosas que te llenaban y ahora no, antes hacías todo muy rápido y ahora te tomás tu tiempo. En ese sentido, el tiempo es muy sabio. La pasión sigue siendo la misma, pero hay que agregarle un poco más de imaginación.

María Eugenia: –¿A qué te referís concretamente?

María Emilia: –A que si me tengo que disfrazar de coneja lo hago (risas).

María Eugenia: –No puedo creer lo que estás diciendo.

María Laura: –Como verás, en cualquier momento saltamos de Canal 13 al canal Venus.

(Entrevista a María Eugenia, María Emilia y María Laura, las Trillizas de Oro, revista Caras, 3 de mayo del 2005.)

Estamos como queremos, es el nombre del nuevo programa de las Trillizas de Oro (de lunes a viernes, a las 12, por Canal 13), con todo lo que la televisión supone que una mujer moderna necesita: cocina, humor, sketches. Durante su ausencia televisiva las trillizas se exiliaron en Bella Vista donde se dedicaron –en triplicado– a su rol de esposas de polistas y madres, con la convicción –¡declarada!– de que las mujeres no debían salir a trabajar. Ahora, estas rubias de piel lisa, pelo lacio y estilo seriado –más allá de la genética–, disparan la nueva receta del ama de casa perfecta (+40): reafirmar el amor en un nuevo paso por la Iglesia y renovar la pasión disfrazándose de conejita. Blancas y radiantes.

Estas declaraciones no son aisladas. Igual que María Laura, cada vez más mujeres argentinas –y cada vez más del rubro casadas– miran Venus. “Efectivamente, cada vez hay más matrimonios que miran canales eróticos. Es una tendencia que ya asomaba hace una década y hoy se ha hecho irreversible. La timidez que antes existía va dejando paso cada vez más a la curiosidad y la tentación. Para las mujeres ver un canal erótico junto a su marido es, sin lugar a dudas, una manera de saber qué es lo que a él le gusta, lo que más le excita, la manera en que disfruta del sexo. Es una experiencia muy enriquecedora que, una vez dejados de lado los prejuicios, ayuda a mejorar la relación de la pareja”, asegura Leo Vieytes, gerente de Programación y Operaciones de Playboy TV y Venus.

Igual que María Emilia, cada vez más mujeres argentinas se compran disfraces eróticos de conejitas (a saber: cola less blanca, pompón y vincha de orejitas) o sus secuaces: hay conjuntos inspiración mucamita, enfermerita, caperucita, diablita –mucho ita, parece que la cosa chiquitita excita– pero también colegiala, cavernícola, marinera, odalisca e incluso ¡guerrillera! –con camuflaje militar en la gama del verde y el marrón en bombacha, corpiño, muñequeras y gorrito tipo casco–. “Cada vez hay más mujeres que compran productos sexuales, las casadas, generalmente consultan lencería para ambos, compran para ellas un conjunto de fantasía o una prenda de vestir como un boxer o slip más atrevidos para él –explica Hernán Aruj, asistente de Management del sex shop Extasy Collection–. Las mujeres se atreven a más porque socialmente hay un cambio, ahora gozar de las relaciones sexuales está visto como algo permitido e incluso deseable.”

“La ropa más íntima es vendida, para que la experiencia –como nosotras, las mujeres, gustamos de intentar sin resultado– sea siempre distinta cuando vienen a visitarnos para reencontrarnos y conservarnos en el sueño”, escribió la austríaca Elfriede Jelinek, Premio Nobel de Literatura 2004, en Deseo donde, con un lenguaje irritante y polémico, describe la historia de un rico fabricante europeo que, a partir de la irrupción del sida, decide tener sexo sólo con su esposa y la somete permanentemente a complacer sus variados deseos. Jelinek delinea su punto de vista sobre la sexualidad de la nueva burguesía: “La enfermedad les allana el camino hacia el sexo familiar, señores, del que antes no querían sino escapar. Ahora es cuestión de vida o muerte poder confiar en su pareja, de lo contrario no queda más camino que el que conduce al especialista; antaño parecían abiertos todos los caminos, por los que usted, amado viajero, se adentraba, tocando con su armónica, en la alegría de su inmortalidad, todas las piezas que sabía (...) Ahora el horrible cliente del sexo come en casa, donde mejor sabe la comida”.

La parábola con la comida no es azarosa. “A un hombre se lo conquista por el estómago”, fue un latiguillo de madres y abuelas. Ahora, esa receta del deber ser femenino incluye entre los deberes la conquista erótica. Buenas tardes, mucho gusto, donde Doña Petrona daba recetas para que las mujeres se conviertan en reinas de sus hogares, hoy podría llamarse “Buenas noches, muchos gustos”. De hecho, en Playboy hay un programa que se llama SOSexo donde se explica teórica y prácticamente cómo disfrutar más –en el típico formato femenino de dar consejos–, y para consejos, nadie mejor que el programa Confidencias, del canal Cosmopolitan, con la sexóloga Alessandra Rampolla en donde se dice, por ejemplo, “para eludir tu rutina cambia tus sábanas de algodón por sábanas de seda”.

Aun en sectores conservadores de la sociedad, donde antes el sexo se escondía, hoy el sexo se reluce. Aun en parejas que habitualmente antes llevaban un matrimonio inalterable, pero aburrido, con tolerancia para que el marido tuviera encuentros con amantes o prostitutas, hoy se busca que la audacia quede dentro de la cama (o no) de ese mismo matrimonio.

La creciente tendencia del consumo de canales eróticos en mujeres es tan fuerte que un estudio de mercado de Playboy y Venus detectó que el 5% de los consumidores responden al perfil de “la esposa motivada”, que es la que –únicamente– mira pornografía para sacar ideas que la ayuden a mantener viva la pasión con su marido. Más allá de este dato, el informe marca que: “El consumo de las mujeres argentinas es iniciado y dependiente de la pareja y que valora la pornografía como estímulo para incrementar su imaginación”. Otro dato significativo es que en una encuesta que realizó la consultora Cicmas Strategy Group (sobre 371 casos en Capital y Gran Buenos Aires) para el 74% de las mujeres (a diferencia de un porcentaje –68%– bastante menor de los varones) un canal para adultos es un buen medio para estimular la vida sexual de la pareja.

“No creo que ver canales eróticos pueda, por sí solo, mantener una pareja, pero todo lo que conduzca a experiencias placenteras y compartidas indudablemente aporta para mejorar una relación. Está comprobado que en muchos casos ha funcionado”, asegura Vieytes.

El mundo de hoy es como una gran ruleta del zapping. Por eso, lo raro, es que conviven diversos modelos de mujeres, las que se atreven a sintonizar sexo sin rayas y las que todavía creen que el sexo es un dolor de cabeza. “La imagen creada en la modernidad acerca de la madre devota plantea una incompatibilidad entre la ternura y la sexualidad. Aunque en la posmodernidad el erotismo es un bien que cotiza en alto en el mercado, para muchas mujeres aún tiene vigencia la prohibición de mezclar la maternidad con la sensualidad conyugal. Esta situación puede revertirse con el tiempo, pero todavía aparece con frecuencia, más allá de las presiones mediáticas en contrario”, plantea Irene Meler, coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, quien relativiza el sex boom de las mujeres casadas.

Contra esos prejuicios tradicionales, Aruj arremete: “Ser madre y llevar años de matrimonio no tiene nada que ver con ser aburrida o tradicional, ni con dejar de lado la búsqueda de mayor placer. Nuestro lema ‘condimenta tu vida sexual’ hace hincapié en la posibilidad de jugar, de buscar, de poder compartir las fantasías comunes y llevarlas a cabo. Diferentes tipos de matrimonios nos consultan (más de 15 parejas por día compran juntas en nuestro sex shop) porque quieren eludir la rutina y sorprender/sorprenderse”.

¿El sexo es una nueva obligación que se suma a los tradicionales mandatos femeninos? ¿O es una liberación que llega, incluso, a sectores conservadores? ¿El reinado de las recetas del sexo responde al deseo de complacer al hombre o al descubrimiento del propio goce femenino? ¿Es una nueva fórmula de mercado o una forma de vivir una vida más plena? Muchas, pocas, sumisas, liberadas, hipócritas, auténticas, consumistas u orgásmicas, o todo junto, las blancas conejitas, llegaron para calzarse el pompón en las mismas dos plazas de siempre.

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