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Viernes, 27 de mayo de 2005

MODA

Entre la psicodelia y la opresión

Ya se presentó la primera etapa del Proyecto Indumentaria, una iniciativa que festeja los 25 años del Centro Cultural San Martín cruzando, a modo de laboratorio, la moda con las lecturas políticas de las últimas tres décadas. Por ahora se pueden revisar los ’70 según la mirada de cinco jóvenes diseñadores y diseñadoras.

 Por Victoria Lescano

El Proyecto Indumentaria 70/05, concebido en homenaje a los 35 años del Centro Cultural San Martín, intenta cruzar la moda con las lecturas políticas desde una sala, la E, devenida laboratorio de moda y según la mirada de cinco diseñadores: Martín Coronel, Carolina Badaloni, Virginia Pugliese, Alejandro Baik y Denise Nardini.

Los perfiles de los seleccionados para el ciclo pueden resumirse en un galardonado con la Tijera de Plata por su participación en el sector de nuevos talentos del ciclo Grandes Colecciones (las pasarelas del Sheraton Hotel), una vestuarista de bandas de rock y creadora de marcas con raíces punk, un diseñador coreano que desde Buenos Aires vende sus bocetos de ropa para calle a firmas inglesas y también dos estudiantes de segundo año de la Universidad de Palermo.

La muestra que inició el ciclo a mediados de abril estuvo consagrada a los años ‘70 (la próxima, que inaugura el 9 de junio, hará foco en los años ‘80) y las siguientes indagarán en estilos ‘90 y 2000, para cerrar con un desfile con edición de todas las propuestas en el mes de diciembre.

En la apertura, la puesta fue deliberadamente opresiva, tuvo escenografía desarrollada por la especialista Alejandra Espector, con citas al pop art, las imágenes del diseñador gráfico Milton Glaser y también los afiches polacos.

En el comienzo del recorrido, un maniquí con atuendo de Martín Coronel homenajeó al hippismo, el traje en cuestión, en gasa color arena y patchwork de alta costura (parece una continuación para alguna diva folk de los vestidos de noche que Coronel presentó en el último ciclo de Grandes Colecciones, cuando intervino la pasarela con hojas y sillones y mostró plisados y tratamientos artesanales en rosa viejo y beige para mujeres y sastrería en tonos marrones y verdes para hombre).

Los aportes conceptuales de Carolina Badaloni consistieron en un traje de mujer heroína llamada Le Nina, en blanco y negro con estampas psicodélicas, accesorios punk y cadenas a modo de accesorios. Dice Badaloni, para quien la diseñadora Vivienne Westwood es tan influyente como Coco Chanel entre las puristas del traje sastre: “Quise reflejar los cambios en las mujeres de ese momento, cuando surgió una figura de mujer más fuerte y militante”.

Sumada a su labor de vestuarista para bandas de rock de la escena local –su trabajo más reciente fue para el videoclip de Massacre, más precisamente de la canción Querida Eugenia– y dueña de una estética hard pop que se asemeja a sus personajes de moda, desarrolla dos marcas, una de ellas se llama literalmente P.U.T.A. y consiste en una línea de remeras para hombre (la desarrolla junto a dos varones, un arquitecto y un diseñador gráfico) y que son muy codiciadas por las mujeres pese a sus siluetas nada entalladas, y la otra, Saloon, con estampas contrastantes y la premisa de comodidad.

“Los contrastes entre la represión, el miedo, el silencio, las persecuciones ideológicas, todo lo que se sabía y no se podía decir y también sus opuestos, las vanguardias y el uso de colores”, son los ejes que rescató en su propuesta Virginia Pugliese. La estudiante de diseño de la Universidad de Palermo, quien creció en Ushuaia, reconoce como fuente de investigación los libros del colegio, las conversaciones con sus padres y sus amigos. Los resultados se tradujeron en un traje con remixes de calzas verdes con flores rojas, una boca de inspiración surrealista a modo de falda y la parte superior en tejido de punto y lazos opresivos sujetando la cintura y también la espalda.

La mirada sobre los ‘70 de Alejandro Baik, un diseñador coreano que vive en la Argentina desde los siete años, combina por un lado su homenaje a diseñadores orientales y especialmente a Issey Miyake, quien a fines de los ‘70 empezó a revolucionar el sistema de la moda, pero también el modo de vestimenta y la filosofía punk que se empezó a gestar en Londres en esa década.

“Quise reflejar la mirada furiosa hacia el futuro y, por sobre todas las cosas, la idea de la diferenciación a través de la vestimenta, ya sea con bolsas de basura o con cuero negros”, dice Baik. Es el autor de una firma de ropa llamada Baik Jeans –que suelen usar los integrantes de Mambrú–, pero también vende diseños para las firmas inglesas Criminal Damage y Boy London, dos líneas de ropa masiva que lo tuvieron como asistente durante un año en que realizó cursos en la escuela inglesa Saint Martin’s.

“Las premisas de mi diseño fueron el encierro, la clausura y la prohibición, la imposibilidad de pensar, ver y expresarse en la época”, dice Denise Nardini, autora de uno de los trajes que mejor resumió el clima político en la Argentina de esa época. Consistió en un vestido de gabardina blanca con recursos de cintas símil bondage en la espalda, vendas en los ojos y, a modo de estampas, las imágenes de los centros de detención clandestinos rescatados del trabajo fotográfico de David Evans y Silvia Gohl.

Vanina D’Antoni, la coordinadora del ciclo, advierte que, independientemente de las consignas por décadas, en ese laboratorio en el Centro Cultural San Martín, contiguo a la sala célebre por sus conciertos de rock, importa quitar el barniz de lo efímero a la moda y trabajar para situar a la indumentaria como un medio de comunicación. Y anuncia también que los próximos temas a abordar, hasta ahora en bocetos, hablarán de la hiperinflación, mediante la incorporación de siluetas con hombreras exageradas y relojes a modo de avíos, la democracia y la escasez de recursos, esto último omnipresente en todas las décadas.

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