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Viernes, 10 de marzo de 2006

CINE

De Alice Guy a Jutta Brückner

Contra viento y marea, no precisamente costeros, se sigue realizando La Mujer y el Cine, la muestra que arrancó hace casi veinte años para exhibir y premiar a las películas más valiosas hechas por mujeres, con enfoque de género.

 Por Moira Soto

La mujer detrás de la cámara ha enriquecido el mundo del cine con un lenguaje propio, un especial enfoque en el tratamiento de temas y situaciones. Si bien la historia del cine universal es la historia del cine hecho por los hombres, existe otra mirada, la femenina, capaz de aportar algo personal y único a la visión del mundo. (...) En sus películas, la mujer construye la posesión imaginaria de su propio mito. Filmar es intervenir en la vida de la acción, es duplicar la vida en el dinamismo de la imagen”, decía Susana López Merino el 1º de abril de 1988 al dar por inaugurado La Mujer y el Cine - Festival Internacional de Cine Realizado por Mujeres, en Mar del Plata. Además de López Merino como directora, figuraban en el comité asesor María Luisa Bemberg, Sara Facio, Gabriela Massuh, Lita Stantic, Beatriz Villalba Welsh y Marta Bianchi, mientras que en la sección oficial se presentaban, entre otros films, Lúcida locura, de Margarethe von Trotta, Werther, de Pilar Miró, y El ocaso de un fauno, de Vera Chytilova (las tres directoras se hicieron presentes en la ocasión).

Si el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales lo permite, el año próximo se cumplirá el 20º aniversario de esta muestra, ahora convertida en una sección –a cargo de la actriz Marta Bianchi– del Festival Internacional de Mar Del Plata inaugurado anoche. Diez largometrajes extranjeros en competición y varios cortos de diverso origen, cuatro realizaciones de la pionera Alice Guy y un film argentino invitado (El amor y la ciudad, de Teresa Costantini) se presentarán en La Mujer y el Cine. El jurado está integrado por la actriz mexicana (maravillosa intérprete de algunas obras de Arturo Ripstein y Paz Alicia Garciadiego) Patricia Reyes Spíndola, el realizador argentino Juan José Jusid y la directora de festivales rusa Sitota Alieva. Entre las visitantes se anotan algunas de las directoras de los largos: Annie Griffin, inglesa, de Festival; Anne Marie Fleming, canadiense, de El francés; las alemanas Dagmar Knoeppel y Jutta Brückner, de A través de la noche y La cantata de Hitler, respectivamente; Alicia Scherson, chilena, de Play. Asimismo, estarán en Mar del Plata las siguientes realizadoras de cortos: Gladys Lizarazu, de Ezebet; Graciela Taquín, de Granada; Brena Urlachov, de Muñequita; Diana Aisenberg y Marina Rubino, de Mi amigo José, y Marlene Lievendag, de 818 Tong Shan Road.

La secretaria visionaria

“La gema de la sección”, llama Marta Bianchi a los cuatro cortos de Alice Guy que, tras mucho negociar, consiguió para La Mujer y el Cine. Un logro, realmente, considerando que Guy fue, para los historiadores franceses, la primera persona del mundo que dirigió ficción, unas semanas antes del ingreso a la realización cinematográfica del genial Georges Méliès. El 22 de marzo de 1895, mademoiselle Alice, la joven secretaria del propietario de una fábrica de artículos fotográficos, Léon Gaumont, fue invitada a una demostración privada del nuevo invento, el cinematógrafo. La chica de 23, después de asistir a las funciones públicas organizadas por los Lumière, se quejó ante su patrón de la monotonía de esos registros puramente mecánicos. Ante el desconcierto de don Gaumont, le manifestó que lo que había que hacer con el cine era contar historias, y que ella estaba dispuesta a demostrarlo. Después de unos instantes de perplejidad, como se trataba de una joven responsable y trabajadora, el jefe accedió siempre y cuando las películas se hicieran los domingos. Tiempo después, la Gaumont iba a transformarse en una de las productoras internacionales más importantes de cine.

Alice Guy puso rápidamente manos a la obra y se decidió por un cuento de hadas: una pareja soñadora paseando, las manos enlazadas, que llegaba a un sembrado de repollos. En ese lugar aparecía un hada que tocaba con su varita mágica una de las plantas de la que entonces nacía un bebé chupándose el pulgar. Obviamente, el film se llamó El hada de los repollos, actuaron dos amigas de Alice en un jardín con un telón pintado que prolongaba el paisaje en una onda Corot. Según Charles Ford, el rodaje tuvo lugar a principios de 1896, cuando la directora debutante había cumplido los 24. Y si bien los trucos de Méliès han conquistado merecidísima admiración, justo es señalar que Guy fue la primera persona que utilizó sobreimpresiones en La Navidad de Pierrot, y la proyección al revés en Una casa demolida y reconstruida.

Envalentonada, Alice Guy siguió filmando títulos tan diversos como Los ladronzuelos del bosque verde, La momia o El correo de Lyon, hasta que Léon Gaumont decidió poner un estudio a su disposición. Los nombres se volvieron más ambiciosos: Fausto y Mefisto, La pasión de Cristo (1898) con numerosos extras. La otrora secretaria era una cineasta todo-terreno: dirigía películas, supervisaba el trabajo de sus colaboradores, compraba guiones, contrataba asistentes, elegía elencos. En esos menesteres, sobre el fin de siglo, un joven periodista llamó la atención de la poderosa Guy: un tal Louis Feuillade que cada semana le acercaba tres o cuatro guiones muy amenos por los que cobraba cien francos. Gracias al olfato de Alice, el futuro creador de Fantomas y Judex inició al poco tiempo una brillante carrera.

En medio del trajín, Alice Guy se enamoró perdidamente de un iluminador llamado Herbert Blaché. Se casaron y ella siguió a su marido a Berlín, enviado por la Gaumont. La pareja tuvo dos hijos que la directora crió como la sociedad mandaba. Pero unos años después Herbert es trasladado a los Estados Unidos, y allí Alice encuentra la oportunidad de reverdecer su pasión. Al poco tiempo, ya estaba dirigiendo comedias, dramas y algún que otro western. Decidida a independizarse de la Gaumont, funda su propia productora, la Solex Film, en Fort Lee, Nueva Jersey, y a partir de 1913 realiza numerosas películas hasta 1922, año en que, a los 50, debe ceder frente al poderío de las grandes compañías de Hollywood. Una vez cerrada su empresa, se dedica a dar charlas públicas sobre los comienzos del cine. Después de la muerte de su marido, en 1949, Alice Guy regresa a París, donde la Cinemateca le rinde un gran homenaje que tiene mucha repercusión en los medios, y recibe las insignias de Chevalier de la Legión de Honor.

Todo por u$s 2500

“Trabajamos un poco a ciegas, porque no fui invitada por el Festival de Mar del Plata a ningún festival”, dice Marta Bianchi, actual directora de La Mujer y el Cine. “Nos arreglamos con Internet, las noticias de amigos que viajaban, con los catálogos que llegan al Festival... Para elegir estas diez películas vimos alrededor de setenta. Por supuesto que más allá de las directoras conocidas, consagradas, en la investigación que hicimos aparecieron muchas nuevas, incluso en países con poca tradición de mujeres cineastas. El trabajo lo hice con dos asistentes: Milagros Manzano y Agustina Salvador.”

A Bianchi se le hizo cuesta arriba seleccionar sólo diez largos, confiesa que tuvo que dejar de lado algunos que merecerían estar en la muestra. Respecto de la ausencia de países como España y Francia, aclara que “estuvimos en conversaciones con Isabel Coixet para pasar su última realización, tan elogiada, La vida secreta de las palabras, pero ya tiene acá una distribuidora que no quiso facilitarla. Luego la invitamos a Isabel para ser jurado, pero se estaba yendo a Africa junto a varios directores españoles para hacer una serie sobre la problemática del sida. En general, al elegir el material me pareció interesante tratar de dar, dentro de las restricciones que mencioné, un panorama de lo que se produce en el mundo actualmente. Lamento haber tenido que desechar por falta de espacio la película de una directora vietnamita, pero creo que se compensa con la producción de Mongolia, La cueva del perro amarillo, una joya, producida por Alemania. Por otra parte, vimos muchas películas de Francia, aunque no quedó ninguna en la competencia. Hay que decir que como en el mundo se hacen ahora tantos festivales, los grandes distribuidores te piden un derecho de pantalla de 1000 a 1500 euros, una suma totalmente fuera de nuestro presupuesto. De ahí la imposibilidad de tener, por ejemplo, a una Catherine Breillat. En esta edición pagamos derecho por Yes, de Sally Potter, y por los cortos de Alice Guy, por los que igualmente logramos una rebaja sustancial. En consecuencia, tratamos de trabajar con distribuidores a nuestro alcance, porque no nos podíamos pasar de los 2500 dólares”.

A continuación, Marta Bianchi pasa sucintamente revista a algunas de las películas que se ofrecerán en Mar del Plata: “Entre las elegidas, Sally Potter me parece que es una gran directora, con marcado enfoque femenino, que cuenta con múltiples recursos formales una historia de amor, Yes, que tiene en Joan Allen a una intérprete deslumbrante. Yes es además una película que habla de las diferencias culturales, de la discriminación, de las dificultades de la convivencia, porque ella es una científica inglesa y él viene de Oriente, del mundo islámico, y su situación social es inferior a la ella. La cantata de Hitler, de Jutta Brückner, es una producción que nos enorgullece mostrar, habla de la fascinación que Hitler despertaba en las mujeres, un tema muy provocativo que la realizadora resuelve con audacia visual y conceptual. Play es una ópera prima muy prolija y sencilla, pero con rasgos de originalidad, que narra una parábola urbana, una historia de desencuentros donde la ciudad de Santiago es uno de los protagonistas. Es de una directora chilena joven, muy inteligente, Alicia Scherson, a la que conozco personalmente. La cueva del perro amarillo pertenece a la misma realizadora del reciente estreno local, La historia del camello que llora, Byambasuren Davaa. Trata de un niño con un perro en Mongolia, te introduce poéticamente en otra cultura a la vez que expresa sentimientos humanos universales e intemporales. Creo que es una auténtica obra de arte. Anne Marie Fleming es la responsable de El francés, una tragicomedia muy jugada, llevada a un extremo bizarro increíble, que da un color muy personal en la Sección. En cuanto a Festival, de Annie Griffin, es una ficción que simula ser un documental sobre el festival de Edimburgo, con todos los lobbies y los entretelones de directores y actores para ser tenidos en cuenta y ganar los premios: es realmente deliciosa y tiene un saludable espíritu crítico. Me pareció fascinante la china de Ning Ching, Movimiento perpetuo, que traza el retrato implacable de cuatro mujeres de clase alta: una de ella invita a las otras tres para averiguar cuál de ellas se acostó con su marido. En una larga charla muy bien filmada se van desnudando intimidades, secretos, en una atmósfera de extraña tensión, hasta llegar a un final sorprendente. Más ligera y surreal, la rusa Mars, de Anna Melikian, invita a soñar con una estética que remite a Chagall, aunque también te dice que de los sueños hay que regresar”.

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Arriba: La cueva del perro amarillo.
Abajo: “Mars”.
Imagen: Ana Dangelo
 
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