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Viernes, 26 de julio de 2002

Evita maja

En el Museo Larreta se exhiben, hasta el 2 de setiembre, trajes emblemáticos que 50 regiones de España diseñaron, prepararon y regalaron a Eva Perón. “El sol de tus perfecciones sin eclipse ni borrones”, reza una de las cintas de seda.

 Por Victoria Lescano

De España para Eva Perón” es la excusa perfecta para zambullirse en la melange de bordados musulmanes, volantes de percal, atuendos escarlata con bordados de azabache, infinitas mantillas y mantones y demás coordenadas del estilo español. La colección que el Museo Larreta exhibe hasta el 2 de setiembre incluye atuendos emblemáticos de 50 regiones de España que ingresaron al vasto salón guardarropas de Eva (el mismo que incluyó originales Dior, Henriette, Agostino o Jaumandreu y llegó a ser fotografiado por Giselle Freund).
En la mansión del dandy Enrique Larreta –uno de los nueve de la Red de Museos y dueño del jardín más bello de la ciudad– en lugar de etiquetas con estampas de diseñadores de renombre los atuendos llevan en su interior los nombres Palencia, Málaga, Segovia, Guadalajara, Gerona, Huesca, Jaén y demás regiones. “Sepan todos los obreros de España que mientras en nuestros trigales haya una espiga, esa espiga será repartida entre ellos en solidaria expresión de paz, de cristiandad y de justicia social”, proclamó Eva el 12 de junio del ‘47 en la Playa Mayor de Madrid, mientras un grupo de jóvenes le ofrendaba canastos de mimbres que en su interior guardaban las ropas, joyas, zapatos y lencería de su región en agradecimiento por las toneladas de trigo que les envió el gobierno de Perón. El discurso ahora se puede apreciar en un video en sinfín rescatado de un canal español.
Mientras las especialistas que pasaron años inventariando las piezas que desde mediados de los noventa descansan en el depósito que respeta las temperaturas y normas de conservaduría de atuendos (18 grados de temperatura, 55 por ciento de humedad y envueltos en telas inertes), entre ellas la jefa de investigación Gloria Ajid, forran maniquíes con guata y vendas quirúrgicas. Teresa Dondo de Barcia, jefa de técnicas museográficas acompaña en el recorrido y se refiere al contexto de esa ofrenda del fashion español.
“Fue cuando España estaba pobrísima como estamos ahora nosotros, todos los países que se oponían a Franco le habían retirado el respaldo económico. Eva fue recibida como una reina y los trajes se adaptaron a su medida. Después de la revolución del ‘55 quedaron incautados en el banco municipal (una sucursal del Ciudad en Flores) y por un decreto del gobierno de Onganía ingresaron a este museo; aquí permanecieron escondidos en un sótano del ‘67 al ‘73 y recién se consideró oportuno exhibirlos cuando volvió la democracia. No creemos que Eva los haya usado, aunque fueron adaptados a su medida”, desliza, aunque su teoría podría refutarse si una se remite a las páginas de Evita, an intimate portrait of Eva Peron, la recopilación de su estilo según Juan Pablo Queiróz y Tomás de Elía que editó Rizzoli Books. La glamorosa edición documenta la pasión de Evita por los trajes de disfraces desde la infancia: en la página 23 mientras sus hermanos Erminda, Elisa, y Blanca lucen tutús con lunares y vincha, Juan se vistió de paje o mago, Eva, de dos añitos, viste gorronegro y un vestido con tirantes y flores en la mano que bien podría pasar por un anticipo de esos trajes regionales de la adultez.

El recorrido
Visitar el rincón hispanomorisco donde el criterio Herencia de Medio Oriente agrupa a las faldas cortas como de bailarinas orientales rematadas con encajes en oro de Toledo, las joyas con incrustación de nácar en el hierro, el abigarrado traje marrón bordado en oro de las chicas de Málaga con volados de tradición mediterránea y una camisa de lienzo oriunda de Navalcán.
La selección refleja la convivencia de árabes y judíos y el comercio con los fenicios, de la que surgió la joya en forma de medialuna llamada Arracada como ítem de rigor. El apartado “El color de las cofradías” es además de uno de los más ricos en trajes de fantasía –remitirse al charro de Salamanca– el que refleja códigos de la nobleza como el lenguaje del pañuelo: hay uno con encaje de bolillos que reproduce las iniciales de Eva.
Así conviven los trajes con azabache para fiestas patronales de Palencia, una rareza adornado por la célebre bordadora Aveda, especialista en trajes de torero en los años ‘25. Contiene bordados refinadísimos que citan adornos y la estructura de una escultura ibérica del siglo cuatro antes de Cristo.
También abundan los trajes negros con gorguera y vestidos con furiosas combinaciones de rojo carmín con negro en paño grueso originales de Castilla. Los bordados con azabache remiten a una creencia de los celtas fundamentada en que alejaban los malos espíritus.
Imposible no mencionar que el criterio de curaduría está dirigido a dar protagonismo a las prendas que se corresponden con las de la colección de retratos de los reyes españoles de los siglos 16 y los hot items de esa época. “Durante el reinado de Felipe II, el favorito de Larreta se impuso la vestimenta negra como consecuencia de que se descubrió en América una sustancia llamada palocampeche para hacer la tintura negra, el color estuvo primero muy de moda, luego quedó como símbolo del luto.”
La puesta continúa con trajes que se inspiraron en vestimentas de la nobleza europea del 16 al 19. En el salón azul que supo oficiar de recibidor hay maniquíes con sedas de Italia y Francia que tanto gustaron a los Borbones; también estampas de Barcelona y Valencia que se corresponden con el damasco de las paredes. En el gótico retablo de Santa Ana del Oratorio, vale contemplar el traje medieval con el escapulario de papel con el corazón de María, camisa blanca con gorguera y falda verde de basquiña desde la cintura.
Luego, un cuarto con una puesta de los canastos originales y versiones libres de trajes celebrando el intercambio de trigo por trajes: un traje de bailaora con lunares blancos sobre fondo celeste simbolizando la Argentina y un traje de Guipúzcoa, el festivo de las solteras, con alpargatas incluidas al que se cambió el verde por amarillo para formar la bandera española.
El baño funciona como tributo a la silenciosa tarea de mujeres: la bañera de mármol fue camuflada con mampostería para la ocasión –pero aún se pueden apreciar detalles excéntricos como el inciensario de plata que funcionó como lámpara–. Hay varios maniquíes con lujosas enaguas y calzones con encaje a bolillos regidos por guipur, puntos de España y Valencienne. Todos los domingos hasta el 2 de setiembre y de 16 a 18 un grupo de cultoras de esas técnicas que permiten rematar mantillas con ondas llamadas puntas de castañuelas harán demostraciones del oficio.
El itinerario concluye con una celebración de trajes espontáneos llamada Policromía de las Fiestas: agrupa al de Lugo, con mantilla de tul blanco sólo para jóvenes y falda roja y negra y al de Avila con su sombrero sobrepañuelo y superposición de faldas y un indicador de las influencias españolas en el altiplano boliviano.
Mientras la mujer de Cáceres luce las faldas más cortas y zapatos bordados, la silueta de Cádiz con falda de seda con volantes, abanico de la corrida y mangas abullonadas tiene rasgos en común con los antiguos vasos de Creta, la dama de Castellín más que por el traje conmociona por un peinado muy adornado que suele ser comparado con un enjambre de abejas. El estilo de las amazonas de Córdoba lleva chaqueta corta, faja y sombrero ancho, la de Granada recurre a falda de seda chillona, body ajustado y mantilla blanca y el traje de Huelva falda aristocrática bordada en oro. La dama de La Coruña complementa la falda atiborrada de azabaches con cintas en la cabeza que respetan el código color rojo para solteras, blanco en las casadas y negro para viudas.
El de Avila resistió a la invasión de otras modas y permaneció amarillo y negro con mantón bordado y sombreros de paja repletos de cruces, corazones y versos. Imposible no mencionar las leyendas amorosas que fueron bordadas para Eva en la ropa interior: las mujeres de León bordaron cintas de seda con declamaciones tales como “El sol de tus perfecciones es sin eclipse ni borrones” y también ligas de cintas con “Es la maragata, gente noble, leal y valiente, quien te regala esta liga, diera toda su vida”.
Apurarse a contemplar esta rareza llamada “De España para Eva” en Juramento y Vuelta de Obligado, porque las toscas sandalias almadreñas vuelven a las cajitas blancas que las contienen, los jubones y mandiles ingresan en los percheros refrigerados y los cajones con telas de liencillo que protegen las capas y las especialistas que vuelven a guardarlas respetando el mapa de ruta que indica los sectores en el placard.

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