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Viernes, 11 de agosto de 2006

RESCATES

Nuestra diosa

El 1º de agosto se celebró en los pueblos andinos –desde el Noroeste argentino hasta Perú– la Fiesta de la Pachamama, madre de la tierra, origen y fin de todas las cosas. Dos documentales rastrean en esa tradición que se recupera al mismo tiempo que el valor por las culturas originarias.

 Por Sonia Santoro

La revisión histórica de lo indígena y la nostalgia hacen que haya un reverdecer de lo autóctono –define un músico–. Todo lo que había perdido lo encontré acá”, contesta una bailarina, en un diálogo producido en medio de la Fiesta de la Virgen de Copacabana, que se celebra en el Bajo Flores, en la ciudad de Buenos Aires, el de más concentración de bolivianos de la ciudad. Lo dicen a lo largo del relato del documental Pachamama. Fiesta de la Virgen de Copacabana, de Patricia D’Alessandro, que se presentó, igual que Pachamama bajo el asfalto, de Christoph Behl, en Kaipi Bolivia, un espacio cultural donde se encuentran distintas expresiones artísticas de la inmigración boliviana en Buenos Aires.

Behl tiene 31, nació en Alemania y hace ocho que reside en Buenos Aires, después de haber vivido dos años en Sucre, Bolivia. D’Alessandro, argentina, hace 25 años estudia distintos pueblos indígenas, pero se fascinó con la diversidad boliviana desde que su maestro de pintura, Pipo Ferrari, la acercó. Su película habla de la Fiesta de la Virgen de Copacabana en Buenos Aires, una celebración que comparte el catolicismo con la cosmogonía andina (o que impuso el español sobre los aymaras), porque es a la vez una celebración de la Pachamama, la madre tierra o madre de todo tiempo y espacio. La de Behl retoma el contraste apelando desde el título a la contraposición naturaleza-cultura.

–¿Por qué apelan a la Pachamama desde el título?

Patricia D’Alessandro: La idea era mostrar cómo se conserva la espiritualidad de los mundos andinos, cómo a pesar de la conquista conservan su espiritualidad. La Pachamama era su contacto con la naturaleza, con la cosmogonía aymara o quechua. Después de la Conquista, los españoles aprovechan esas festividades y asientan sus fiestas religiosas en las mismas fechas, en este caso, la imagen de la virgen.

Entonces, ellos como para preservarse integran las dos cosas. Y en realidad es el vínculo de ellos con la Pachamama, que es lo primitivo que ellos tienen como habitual para agradecimiento a la tierra. Cuando vienen los españoles, la imagen de la virgen la convierten en la montaña, que es la imagen de la Pachamama, la tierra. En un museo en La Paz se ve la imagen de la virgen triangular pero que es una montaña, incluso le ponen piedras. Se habla de un sincretismo religioso, pero los más radicales en cuanto a preservar su cultura dicen “sincretismo no, cretinismo”, porque les han impuesto la religión católica.

–¿Y en Pachamama bajo el asfalto?

Christoph Behl: La idea de la Pachamama, que es algo cultural muy fuerte y por otro lado el contacto con la ciudad, qué pasa con la Pachamama cuando se está tan alejado de la naturaleza.

CHOLAS

Hay una marca imborrable sellada por la Conquista en el cuerpo de las bolivianas. “El atuendo con que se identifica hoy por hoy a la boliviana es el impuesto por los españoles. Ellas usaban túnica y pelo suelto, las hicieron hacer trenzas y usar la pollerita que usaban los españoles en la época de la colonia, y quedó así –cuenta D’Alessandro–. Aquí también hay experiencias donde las mujeres han tenido que enfrentarse para ser aceptadas. En las mismas fiestas, la mujer tiene el rol de danzar y el hombre el de tocar los instrumentos musicales, así que toda mujer que intentara hacer música era rechazada, algo que fue cambiando con el tiempo.”

–En relación con el rescate de la cultura ancestral, ¿cómo ven el compromiso de las mujeres?

P. D.: Se mantiene en Bolivia una especie de matriarcado. En realidad, la Pachamama es la madre de todo lo creado, no es sólo la madre tierra, es más amplio el concepto. Sí tiene que ver con lo femenino por lo creativo, por lo receptivo.

CH. B.: Creo que más que de mujeres hay un movimiento más hippie en Bolivia, más desde los más jóvenes, que empieza a recuperar esto.

P. D.: Es que todo tenía más sentido, cada pilar de la casa tenía que ver con un antepasado, cuando se techaba se hacía un ritual. Eso les daba una estructura social más rica.

CH. B.: Ojo que nosotros a veces proyectamos mucho nuestros deseos sobre algo que supuestamente funcionó, no sabemos si fue todo tan perfecto.

P. D.: No digo que sea perfecto, me parece más interesante la vida comunitaria de los antiguos que la actual: los valores, la conexión con la naturaleza, los tiempos tienen que ver con los ritmos naturales. Nosotros estamos desconectados. Actualmente eso se pierde en la ciudad porque estamos alejados de la naturaleza, de nuestra fuente, la Pachamama.

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