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Viernes, 4 de octubre de 2002

SOCIEDAD

Mujeres en carrera

Eugenia Trumper, médica; Clelia Nasur, contadora, y Carola Corra, ingeniera, analizan hasta qué punto se permite a las mujeres -y hasta qué punto se lo permiten ellas mismas- participar de sus respectivos colegios profesionales.

 Por Sandra Chaher

Cuando en agosto de 2001 un fallo favoreció a cuatro abogadas que habían presentado una acción declarativa para que en el Colegio Público de Abogados de Capital Federal (CPACF) se respetara el 30% del cupo en las listas electivas, surgió una pregunta: ¿Cuál era la situación de las mujeres en los demás colegios profesionales? La Dirección de la Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Fundación para el Desarrollo en Igualdad (FUNDAI) recogieron el guante y a fines del año pasado convocaron a una médica, una contadora, una ingeniera y a la abogada que impulsó la acción en el CPACF, Marta Paz, a una charla sobre el tema. Tres de esas mujeres siguen desovillando en esta charla las ideas que ese día compartieron.
Los contadores se nuclean en el Consejo Profesional en Ciencias Económicas, que en el 2000 adecuó su estatuto a la Ley de Cupos, con lo cual las mujeres que ocupan cargos directivos pasaron del 16 % en el anterior período al 28 % en el actual. Una buena noticia. Pero subsisten reservorios de inequidad. “Yo no quisiera usar la palabra trampa –dice la licenciada Clelia Nasur, especialista en Administración y Presidenta de la Comisión de la Mujer de su Colegio–, pero si bien se respetó la ley para la elección, hay una mesa chica, la mesa directiva, que se elige después en una reunión asamblearia entre todos los miembros electos, y en esa mesa no hay ninguna mujer. El poder pasa por un organigrama informal, y ahí no hay mujeres.” En el Consejo Profesional de Ingeniería Química, donde está afiliada Carola Corra –ingeniera química y laboral–, ella es la única mujer, como vocal, en la comisión directiva. En Medicina la situación es aún más compleja: no hay en la ciudad de Buenos Aires ningún organismo donde los médicos se registren. Por lo tanto, se nuclean en sociedades científicas, de mayor o menor prestigio, pero como explica la ginecóloga Eugenia Trumper, todas selectivas, ya que para entrar se exigen antecedentes. Ella es presidenta de la Asociación Argentina de Obstetricia y Ginecología Psicosomática y ex presidenta de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto-Juvenil, donde el 82 % de las asociadas son mujeres, y de 11 presidentes que tuvieron hasta la fecha, siete fueron mujeres. Pero esto no refleja el promedio. Las médicas, como las contadoras, representan el 50 % o más de la matrícula en la ciudad de Buenos Aires, pero en el boletín informativo de noviembre del 2001 de la Asociación Médica Argentina (AMA) –algo así como la “sociedad madre”, que nunca tuvo en su comisión directiva una mujer– se citaban 30 asociaciones médicas, de las cuales sólo 4 estaban presididas por mujeres.
–Ésta sería la sectorización profesional. Hombres y mujeres se dividen los espacios, y las mujeres ocupan los espacios donde se juega menor poder.
Clelia Nasur: –Se dice que cuando un cargo está devaluado se le da a una mujer. En mi profesión, en el vínculo profesional-cliente yo diría que casi no hay discriminación. Yo creo que esto traspasa esta frontera, va más allá. Por eso hablo del poder informal. Cuando se manda al exterior a una persona para que represente a una especialidad es difícil que sea una mujer.
Eugenia Trumper: –Yo creo que la pregunta es hasta dónde nos autodiscriminamos. A la mujer le cuesta pelear esos lugares. Yo he trabajado desde mis intereses personales y no he encontrado vallas importantes. Donde he actuado he ido llegando sin mayor dificultad. Pero creo que hay un doble juego, porque también hay organizaciones muy cerradas en las que las mujeres no nos interesamos en participar porque sabemos desde el vamos que es muy difícil llegar o no nos interesa ideológicamente. Yo traté siempre de estar en sociedades donde podía haceralgo y dejar una impronta, transmitir lo que yo quería. Soy por ejemplo vicepresidenta de la Asociación Médica Argentina de Anticoncepción porque me interesaba mucho la salud reproductiva y si uno no tiene lugares de cierto poder, no puede implementar lo que considera que debe hacerse.
Carola Corra: –Ingeniería es una carrera de hombres, siempre lo fue. Pero Ingeniería Química es la que más mujeres tiene, porque las mujeres tienden más al laboratorio, a la investigación. Es muy difícil ver y aceptar que una mujer se ponga zapatos de seguridad con puntera de acero, casco, guantes, arnés y se suba a los andamios. En ingeniería no encontrás fácil a una gerente de proyecto, una ingeniera que esté en campo. Sí vas a encontrar al gerente de proyectos y debajo, la segunda, a lo mejor es mujer.
Clelia Nasur: –A mí me da la sensación de que en la franja de 25 a 35 años hay un decaimiento en la lucha de género.
Eugenia Trumper: –Yo lo que veo es que están muy agobiadas por las necesidades económicas. Creo que la mujer sale a trabajar porque sabe que está cubriendo una necesidad. Pero darse la satisfacción de ejercer poder es como que todavía muchas mujeres lo viven con cierta culpa, un lugar que no les toca. Aún mujeres muy inteligentes y capaces.

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