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Viernes, 4 de julio de 2008

CLASIFICADOS

Señoritas for export

 Por Roxana Sandá

La actriz porno y stripper argentina Vanesa Martínez había viajado a México en mayo de 2007 para actuar en un conocido club nocturno de la Zona Rosa del Distrito Federal, el Royal Club. Los hombres que la contrataron en la Argentina le auguraron un futuro económico promisorio, alejaron cualquier sospecha de prostitución y le aseguraron casa y comida durante la estadía. A principios de este mes, sus familiares dejaron de recibir noticias, no volvieron a encontrarla en los contactos de chat ni en las fotos que solía enviarles. La última señal fue un mensaje en el que hablaba de su deseo de volver a Buenos Aires, de su desesperación porque no recibía alimentos, del aislamiento y la enfermedad que padecía por malos tratos. Murió el 17 de julio, en una sala de urgencias del Hospital Gregorio Salas, bajo circunstancias que la Justicia mexicana no aclaró. El acta de defunción informa “insuficiencia respiratoria aguda, neumonía y desequilibrio hidroeléctrico moderado”. Como nadie reclamó el cadáver, la morgue judicial lo cedió a la Escuela de Medicina del Instituto Politécnico Nacional, para que los estudiantes realizaran las prácticas de disecciones. Su hermana, Silvana Martínez, reveló que “buscamos a los que se la llevaron. Sabíamos dónde estaba porque ella dejó todo anotado en una carta. A dónde iba, quién se la llevó, cuánto iban a pagarle”. Sin mayores detalles, el embajador de Argentina en México, Jorge Yoma, manifestó que si bien el caso representa una cuestión fundamental, no se va a realizar investigación paralela alguna. Existen fuertes sospechas de que Vanesa fue captada por una red de prostitución vip que opera en el Royal Club, posible base de comercio de drogas. Sobre este punto, Teresa Ulloa Ziaurriz, directora regional de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe, despeja dudas y advierte que todo delito de trata de personas se relaciona con la delincuencia organizada, en tanto intervienen más de tres personas. “Si tienes un padre que vendió, un individuo que compró, otro que trasladó, otro que está explotando y otro que está comprando, ya tienes crimen organizado”, explicó a este suplemento semanas atrás, durante las Primeras Jornadas sobre Trata y Tráfico que se realizaron en Buenos Aires. El sistema de reclutamiento es similar para los “contratos directos”, como en el caso de Vanesa, o para las que consigan una plaza a través de avisos clasificados. Los prostíbulos mexicanos vip manejan una carpeta promedio de 150 mujeres, la mayoría migrantes, entre las que se captan argentinas y brasileñas, y los servicios también incluyen su alquiler para fiestas particulares. Ingresan en el país como turistas y consiguen permisos para trabajar, contra pago de entre 1000 y 1500 dólares. Terminan recluidas en los locales y si algunas se niegan a prostituirse son abandonadas, en el mejor de los casos, sin documentos ni dinero. O sometidas a castigos y explotadas hasta el último aliento, tal como le ocurrió a Vanesa.

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