las12

Viernes, 12 de septiembre de 2008

Las 12 para las 12

Siguiendo con los festejos por los diez años de Las12, se realizará una lectura de poesía coordinada por Susana Villalba en la Casa de la Lectura el jueves 18 de septiembre a las 19.30, donde poetas de distintas generaciones y estéticas pondrán en el aire sus poemas: Ivonne Bordelois, Mónica Tracey, Diana Bellessi, Irene Gruss, María del Carmen Colombo, Dolores Echecopar, Andi Nachon, Gabriela Franco, Claudia Massin, Natalia Fortuny, Verónica Viola Fisher, Mariana Suozzo.

 Por Rosario Blefari

Nada debería hacernos perder esta oportunidad de escuchar en un mismo día las voces de estas poetas que llegaron a distinta hora a este mundo pero que hoy comparten época y lugar en un concierto-abanico donde se sucederán, como en un largo poema, estridencias y susurros. En un encuentro antes de la lectura, Susana Villalba, Ivonne Bordelois y Mariana Suozzo cruzaron sus miradas sobre el género en la vida de todos los días y en la escritura.

Un modo propio

Por un lado tenemos la diferencia entre hombres y mujeres manifestándose en la escritura de la poesía, en la forma de escribir: cierta manera de construir, el ritmo, la forma de decir, las imágenes que aparecen. Por otro lado, están los temas que aparecen en la poesía escrita por mujeres: intereses y preocupaciones de quien escribe y, por lo tanto, vinculados al medio en el que vive; un medio que puede ser compartido con el hombre pero que las mujeres lo sienten desde su lugar. Desde los problemas a los que se enfrenta en su entorno –la discriminación en todas sus variantes, lo que se espera de ellas, la violencia física y sentimental, las exigencias de belleza y juventud– hasta la más específica y particular mirada sobre todo lo que la rodea, la percepción misma del mundo, en cuáles de sus aspectos se detiene su visión y cómo lo asimila o lo transforma en su poesía. Que exista una poesía de género no quiere decir de ninguna manera que se pierde la individualidad en una única voz –un tono único de enojo, queja y reclamo– o que sólo se hable en esa poesía de problemas.

Hay muchas maneras de manifestar el género en la literatura. Desde el ensayo y la investigación, el resultado puede consistir explícitamente en el aporte de pruebas y testimonios, analizando mecanismos de opresión, desenmascarando nuevas y viejas injusticias, límites que parecen haber sido superados pero como los conflictos cambian, cambian también los umbrales. Engaño y esclavitud adquieren nuevas formas, los mismos impedimentos vuelven a aparecer una vez más bajo nuevos disfraces, sirviéndose de otros métodos para manipular desde donde una menos podría sospechar, internándose en lo más profundo de nuestras conductas y aliándose con viejos temores transmitidos de generación en generación.

Pero desde el mismo género del ensayo, cuando la escritura misma levanta vuelo y el método de investigación se desliga de ciertos rigores al mismo tiempo que profundiza en otros menos tenidos en cuenta, una forma particular de hilvanar el razonamiento asoma trayendo lúcidas asociaciones, infrecuentes vínculos (como los que se ven los ensayos de algunas de las mismas poetas que leerán ese día). Y eso sucede más allá del tema. La escritura de género se manifiesta inagotable. Hoy hablamos de poesía, ese género al margen, que corre solo, que se sabe casi fuera de órbita de la industria editorial, aquel del que no se puede vivir. Es justamente en ese, en la mujer de los géneros, donde la escritura de género se manifiesta más que en ningún otro. Su idioma, esa instancia del lenguaje inconfundible –hay o no hay poesía–, provee, permite, entrega, las suficientes libertades como para que la expresión femenina aflore en cualquiera de sus formas y se transforme en un posible espejo para asomarse a su verdad, un reflejo más fiel, que la mujer viene puliendo a través de siglos de impedimentos y desvalorizaciones, incluso de las más bien intencionadas e injustas adoraciones equívocas (la poetisa sufriente y alucinada en su mundo de cristal). Aun cuando se diga que esto no es posible, ya que las mujeres están culturizadas, politizadas, educadas en un mundo que continúa regido por parámetros masculinos y que cuando son reconocidas, lo son por ese orden, la escritura de género en la poesía parece imposible de desconocer, y habla a través de cualquier filtro. Es importante considerarlo porque justamente esto nos puede permitir situarnos frente a las poetas, siempre, con la atención puesta en la diversidad de las voces que atestiguan un mismo mundo en el que hoy estamos, y escuchar cómo, aún en la más íntima, furiosa o perpleja visión estamos contenidos, hombres y mujeres, por miradas que vienen atravesando distintas situaciones de época –hasta el mismísimo hoy– con su escritura. Además es una oportunidad para poder hacer la propia recolección de aspectos particulares que la poesía de doce mujeres pone en juego, y sacar conclusiones para formular una respuesta propia al interrogante en cuestión.

Poesia, ¿eres tu?, ¿eres ella?

Ese interrogante es acerca de la existencia misma de una poesía de género y cómo se podría reconocer o definir. Hay discusiones por aquí y allá, y parece que cada tanto se arma. “El otro día discutí con X por esto”, comenta Bordelois. Género o sexo era el asunto, Ivonne invocaba al sexo. Ella y Susana son irreverentes con el tema antes de empezar a hablar en serio. “A veces nos creemos demasiado las teorías inventadas por los franceses”, pero luego de renegar de fundamentalismos y poses foráneas, Ivonne comienza a hablar a partir de su experiencia y convicciones. Lo que se espera escuchar como respuesta es que no hay ninguna diferencia entre la escritura de hombres y mujeres pero, sea cultural o biológico el origen, la diferencia en la escritura está presente, y aunque hay una zona que es habitada por ambos géneros, no es lo mismo un texto firmado por un hombre que uno firmado por una mujer. Ya por el solo hecho de estar presente la individualidad está incluida la identidad sexual. Su generación es de las que tuvieron que pelear arduamente para sobrevivir a la prepotencia masculina. Le tocó enfrentarla en el ámbito universitario, en Estados Unidos y en Holanda, donde además del machismo existe la xenofobia y la afrenta se duplica. En su poesía aparece en el reclamo directo, como cuando escribe “porque se me ha acabado la melancolía...” contra el ninguneo por parte de los hombres –operación que consiste en hacer de Alguien Ninguno, según Octavio Paz–. Pero también puede ser propio de las mujeres algo que Ivonne rastrea en sus propios poemas: la observación de desconocidos, más específicamente el prender una reflexión fugaz en seres anónimos vistos en algún lugar, de paso, como si fueran boyas ocasionales del pensamiento. En ese vuelque del yo lírico en otros, a través de la observación, es donde se producen lo que llama esguinces de la realidad, las interrupciones. “La revelación en chispas. Vivimos un poco de eso.” Cuenta de un poema suyo en el cual al final de un recorrido, desde la mesa de un bar al que se arrepiente de haber entrado pero donde finalmente se queda para terminar el café, la visión a través de la ventana de un hombre desconocido fumando plácidamente en un balcón la transporta a otro estado junto con el humo que se eleva. (Es grato y extraño escuchar a alguien contar un poema, pero es arduo cuando intento contarlo a su vez con otras palabras.) Las mujeres están acostumbradas a hacer varias cosas al mismo tiempo, en paralelo, eso es otra cualidad que puede traslucirse también en la poesía que escriban, agrega. Y hay temas que aún no son superados como es el de la violencia de la que son objeto, temas urgentes que podrían, deberían, estar presentes en la poesía.

Poetas o poetisas

Susana Villalba formuló la pregunta para todas, incluso para sí, y trajo su respuesta sin vacilaciones: no es igual lo que escribe un hombre que lo que escribe una mujer. En ella misma, cuando escribe, no siempre es intencional la aparición del género, no lo busca sino que se manifiesta solo. Unos cuantos años antes de que llegara a la televisión Mujeres asesinas, ella publicó “Matar un animal” donde, a partir de casos reales de mujeres homicidas, investigó el tema de las diferencias entre asesinos de distinto sexo. Recién entonces los psicólogos forenses comenzaban a advertir y reconocer que cuando la homicida es mujer mata de una manera donde se evidencia, en la mayoría de los casos, la preferencia, por ejemplo, por métodos silenciosos como el veneno antes que por la violencia sangrienta de las puñaladas. El mismo interés espontáneo surge al escribir Clínica de muñecas y Susy Secretos del Corazón donde analiza cómo a partir de aquellas novelitas de amor se trazan los figurines en los que la mujer deberá recortar su personalidad, la presencia de aquello que es adquirido sin demasiadas alternativas de elección. Cita a Marguerite Duras, quien dice algo así como que por haber vivido la mayor parte de su tiempo en espacios íntimos, la mujer resulta en una escritura singular relacionada con esos ámbitos y se expresa a través de las pequeñas cosas. El hombre, en cambio, se ve obligado a ser tributario. En otros aspectos, más relacionados con lo formal, le han dicho que su escritura tiene el ritmo de una respiración sexual, de inconfundible cadencia femenina. Su generación asistió durante los ochenta al surgimiento de muchas escritoras. “Si bien había muchas, en ese momento se produjo una eclosión.” También destaca Villalba a mujeres como Alfonsina Storni o Gabriela Mistral que fueron minimizadas a un estereotipo de poeta sufriente del amor, etérea, como una forma de no reconocer su valor al mismo nivel que el de sus pares masculinos. Sin embargo, Alfonsina escribía notas periodísticas inteligentes y audaces, que muestran una mujer distinta que nada tiene que ver con la de los libros de lectura escolar. Lo mismo ocurre con la Gabriela Mistral que aparece en la correspondencia con Victoria Ocampo.

Los limites difusos

Mariana Suozzo tiene 26 años y un libro de poemas, Mark en el espacio. El tema de la escritura de género ni siquiera es para ella una cuestión, ni tampoco una cuestión superada –no hubo nada que superar cuando empezó a escribir–, pero considera, a partir del momento de escuchar a Ivonne y Susana, que ha sido muy necesario que se planteara y se estableciera la diferencia y la reivindicación, lo que hizo y hace que se abran los caminos para las mujeres que escriben. Cuenta que en cuanto a temas –tópicos, le gusta llamarlos– le interesa la ciencia ficción y que ha conseguido incursionar en ella con algunos de los poemas de su libro. Mariana, quien primero aclara que no es justamente la persona más indicada para hablar en representación de otros –vive en el oeste y más allá de las distancias físicas, dice que se encuentra bastante lejos de lo que podría considerarse el ambiente de poetas de su misma generación– comenta que entre sus amigos y conocidos lo que nota es que los hombres están muy feminizados y las mujeres muy masculinizadas. Dentro del ámbito poético se encontró el otro día, por ejemplo, en una lectura, con un poeta peruano que entonaba dulces y delicados versos repletos de imágenes habitualmente asociadas a lo femenino, “era una miel...” mientras que en la misma lectura estaba Leonor Silvestri leyendo con su estilo habitual, desplegando un furor que en general suele estar más asociado a lo masculino. Nada puede ser forzado, ella misma cuando lee dice que lo hace suavemente, con una voz ínfima y que si quisiera hacerlo como Leonor no podría, le saldría mal, porque no nace de ella naturalmente como aparece en la otra, quien tampoco podría ser de otra forma. Lo que se es, lo que se escribe, la forma de leer, son un todo imposible de falsear. Al mismo tiempo en la vida cotidiana, menciona, las tareas parecen estar invertidas: Mariana trabaja vendiendo repuestos para autos mientras su novio tiene una peluquería. Se anima a vislumbrar que esta situación tan extrema de inversión tal vez con el tiempo se desdibuje y se establezca una suerte de equilibrio.

“Las doce para las doce”, 12 poetas celebran los 10 años del suplemento Las12. En la Casa de la Lectura, el jueves 18 a las 19.30. Lavalleja 924, entrada libre y gratuita, Tel. 5197-5084.

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