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Viernes, 26 de septiembre de 2008

PERFILES

Fiesta de disfraces

Hace tres años, unas chicas se animaron a la música sin saber demasiado de instrumentos. Hoy, con un disco editado y otro en camino, aceitan su rock crudo, entre disfraces y canciones de dos minutos.

 Por Guadalupe Treibel

Con o sin artículo, Kellies es el nombre de la era de la sinrazón a tiempo. Porque, cuando la (im)postura de la escena rock y los esquemas a-lo-Pomelo o de cantante-boutique se repiten en canales, revistas e imaginarios, tres chicas dicen “no, no compro el personaje” e inventan canciones y disfraces para reírse de ellas mismas.

“Fuimos rockeras, motoqueras, exploradoras de safari, patoteras, castores, chinas, hippies, hawaianas, porristas, gimnastas, tenistas”, recuenta Chechi Kelly (guitarra y voz), que junto a Sil Kelly (batería y voz) y Julia (reciente incorporación en el bajo, en reemplazo de J.J. Kelly), hacen de trípode para el low fi musical de nueva generación. “El disfraz es parte del chiste. Casi como tocar el instrumento”, agrega Sil.

Porque, sobre el escenario, las Kellies juegan a romper los roles. Así, la broma sobre el músico (desde el músico) se hace extensiva a cualquier definición per se.

Ya en “Yeah”, el track 1 de su primer disco, Shaking Dog! queda inaugurado el desprejuicio en formato risa. En inglés, cantan: Yeah, me siento sola esta noche / con nada que hacer / y nadie con quien estar. Y, antes de que la última nota deje de sonar, se empiezan a reír. A desestructurarse pues, que el (retro) punk/rock de estas chicas de canciones cortas es el ultimo (e inquieto) grito de la música.

Es que el otro sello distintivo a-lo-Kelly no se ve hace rato y tiene que ver con el casi extinto “do it yourself” (hacelo vos mismo) de los años punk, con esa sed de canción que va más allá de cualquier formación en corcheas y cuerdas. Primero, la banda. Después, aprender a tocar. Bah, a tocar bien. Porque, salvo la baterista, las demás apenas si habían agarrado un instrumento antes de juntarse. “Cuando surgió la idea de hacer una banda, conseguí enseguida una guitarra eléctrica y fue la primera vez que toqué de verdad, que me salieron callos, que tuve que descansar las manos de lo acalambradas que estaban”, recuerda Chechi.

La baterista, Sil K, intenta una definición general: “Las Kellies son algo que trata de llegar a ser algo que nunca se logra por completo”. Según Chechi, “es un reloj que tarda en funcionar, pero funciona”. “Pero de otras maneras”, opina Julia. Lo fundamental, dice Chechi, es no comprar una postura y pide, entre risas, a su dream teem: “El día que haga eso, chicas, me patean el culo”.

Las chicas se conocieron en un recital de Félix y los Huracanes tres años atrás. Según el relato de la baterista: “Chechi se copó con armar un grupo y, al día siguiente, ya había conseguido guitarra y equipos. A los dos días, ya tenía tres temas. Increíble”. Después vino el disco, Shaking Dog!, editado en 2007 en forma independiente. “De toque, teníamos 14 temas –explica Sil–. ¡Será que nos conformamos muy rápido con lo que hacemos!” “Somos una fábrica de chorizos de canciones”, acota Chechi.

A pasitos de su segundo disco (que ya está grabado; falta masterizar), las Kellies están como nunca. “Suena muchísimo mejor. No hay errores de tiempo, es fresco. Es más brillante, más pilas”, asegura Sil K. Kalimera, como se titulará el nuevo material, significa bienvenido en “un idioma playero” y trae una nueva etapa. “Estamos más cómodas con los instrumentos, nos animamos a probar sonidos no tan garageros”, plantea Chechi. Mientras dan los últimos toques del arte de tapa (que, esta vez, las encontrará como ninjas), ya tocan las nuevas canciones en sus shows y adelantan temas en su www.myspace.com/laskellies.

A la ex integrante, Jose (aka J.J.), la nombran seguido. Hace dos veranos viajó y le gustó mucho Berlín; dijo que quería irse a vivir allá y lo logró. Así y todo, Europa les devolvió una integrante: Julia es inglesa y vive en Argentina hace tres años. Por amigos en común, conoció a las Kellies tiempo atrás e incluso tocó como cuarto integrante en una fecha. Hoy, y desde hace un mes, es la tercera pata del plan K.

“Julia, lo que quería charlar con vos es que, en el próximo ensayo, tengamos una hora de disfrute musical y otra de aprendizaje”, plantea Chechi a la bajista. “Me siento muy inspirada últimamente”, remata. Y Sil comenta: “Este es el momento de generación artística”. Un poco de catarsis, según la chica de las islas británicas.

Llama la atención que las Kellies no canten en castellano. En el nuevo disco, sólo habrá un tema en la lengua madre. “No nos sale. Esa onda medio fitopaezca, con palabras que no nos gustan, nos incomoda”, define Sil. Además de inglés, sus temas pasean por el alemán y el catalán. “La poesía es nula –cuenta Chechi–. Las letras pueden ser graciosas pero lo que escuchás es el sonido”, asegura Julia. Es que, para ellas, las palabras son un instrumento más. “Deberíamos inventar un tema que sea sólo con sonidos y no reproduzcan ningún idioma. Ñañaña”, tararea Sil.

Y al plan del idioma propio, se le suman otros inverosímiles divertidos como un cancionero con traducción al castellano para que la gente sepa de qué hablan: “Sería un ‘Aprenda a tocar la guitarra con las Kellies’”, propone Chechi. También queda pendiente la Casa Kellies, con sala de ensayo propia, y viajar. Destinos: Nueva York (donde están seguras que su música gustaría), Europa, Japón.

En lo musical, planean conservarse tipo trío, salvo que vuelva Jose Kelly. Además, Chechi busca incorporar teclados y tocarlos ella. “Quiero hacer algo más bailable, disco y electrónico”, adelanta. Sil le replica: “Pero yo quiero que se conserve la guitarra eléctrica”. Y Chechi: “Obvio, voy a tener la guitarra colgada y, al mismo tiempo, toco el teclado”. Y Sil: “Yo tendría que disminuir la batería; total, no la uso toda”. “Habría que tener una electrónica, que tocas y suena ¡flashhh!”, dice la guitarrista.

Así, en pleno brainstorming musical, van las Kellies por la calle, descifrando un estilo que tuvo feliz estreno con su rock crudo, entre gritos y risas. Su bandera rompe el deber-ser y estimula: “Las chicas no se animan a hacer música pero es muy fácil. Hay que ponerse con la guitarra”. Así, humilde y talentosa, es la propuesta de Sil Kelly y el resto del trío dinámico.

Las Kellies se presentan en el festival One Dot Zero, el domingo 28 de septiembre a las 16.30. Más información en www.onedotzero.com.ar

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