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Viernes, 10 de octubre de 2008

ENTREVISTA

Siempre lista

Después de bajarse a su pesar de Visión 7, ese noticiero donde se vestía, gesticulaba y hablaba como ninguna conductora lo hizo nunca, Marcela Pacheco regresa al canal público en una producción independiente de innovador formato. Pacheco lista en lata va los domingos a las 22.30, por Canal 7, y aborda muy diversas temáticas con humor, buen ritmo, exuberante diseño visual y delirantes pasos de comedia.

 Por Moira Soto

Llega y se tira lánguidamente a lo largo del sofá, acomoda almohadones debajo de la cabeza. “Te propongo una sesión de análisis”, se ríe. “No, mejor dame un shot de café para que no me haga una siestita”, dice en la tarde del domingo pasado Marcela Pacheco, personaje inclasificable de la TV local (Medios locos, Seguridad urbana, Visión 7, Los anales de Barcelona) y algunas aventuras radiales. Desde que se fue en 2006 “re frustrada” del noticiero de la medianoche de Canal 7, “donde durante dos años dije lo que se me daba la gana, ocurrió ese milagro”, Pacheco encaró varios emprendimientos: ensayó una pieza teatral, La puerta abierta (que no llegó a estrenar), preparó un programa de radio, estuvo componiendo nuevos temas y cantó en algunos sitios.

“También deseché la propuesta de estar en Gran Hermano, aunque necesitaba urgentemente trabajar, pensé y mantuve conversaciones para meterme en política, me dediqué con gusto a mis plantas, me puse a tejer unas bufanditas que terminé regalando porque carezco de espíritu empresarial, me endeudé, acepté ser un poco mantenida por mi pareja...” En eso estaba hasta que hace unos meses surgió la convocatoria para protagonizar una producción independiente: Pacheco lista en lata, un título que se puede leer en las distintas acepciones del adjetivo “lista” (presta, despierta, avispada, inteligente, rápida...) y que obviamente alude a la condición de grabado del programa (aunque ya no se usen latas para guardar el material como antaño). Marcela aceptó, el proyecto se realizó y desde junio se está pasando por Canal 7, prácticamente sin promoción.

“Tatuajes”, “Celulares”, “Jueguitos electrónicos”, “Libros”, “Bebidas espirituosas”, son algunos de los títulos de este programa temático de creativo diseño visual digital, un picado fino de imágenes de gran diversidad, apropiadamente sonorizadas, donde –según el pretexto del caso– Marcela Pacheco se desdobla en con gran desparpajo y naturales habilidades de comediante en múltiples personajes. En esa galería figura por momentos ella misma haciendo la suya. Con producción ejecutiva y dirección de Víctor Vietri, edición de Pablo Vietri, producción periodística de Sebastián Martínez Toro y posproducción de Emilio Rizzo, Pacheco lista en lata no sólo desbarata el paisaje habitual de Canal 7 relativo a programas periodísticos o de entretenimiento sino el de la TV abierta en general, que no suele aprovechar los recursos digitales. Por cierto, se trata de un programa donde el humor tiene un trasfondo crítico, no hay panel, no se reciclan escenas ni se azuzan peleas, no se hacen concursos ni se exponen freaks.

–¿Pacheco lista en lata es un programa directamente pensado para vos?

–Sí. Víctor Vietri, compañero de mi hija en Disney Channel, siempre quiso trabajar conmigo. En otro momento no estuve dispuesta, pero este año lo llamo por teléfono: “¿Qué tenés para mí?”. El me presentó este proyecto que me gustó, empezamos a trabajar. Un día yo estaba hablando con gente de Canal 7, lo propongo, dicen que sí. Víctor me había mostrado un guión, conversamos sobre los contenidos y de pronto apareció el vértigo de empezar a grabar. El me conocía lo suficiente como para saber cuáles son mis ideas, qué puedo dar. Me había visto en pantalla y pensó el programa específicamente para mí. La propuesta concreta era una combinación de personajes dentro de un programa periodístico temático, con humor, exacerbando el histrionismo que puede contener mi persona, digamos. Esa era la apuesta. Me sacó del molde porque yo todavía estaba con la idea fija de hacer un noticiero.

–¿Los temas los eligen por su actualidad?

–No exactamente. Si el proyecto tiene continuidad, a mí me gustaría meter más cuestiones de coyuntura. Pero se dieron coincidencias increíbles como lo de la bolsa de efedrina en el programa de las raves, que fue hecho antes, pero se pasó justo en medio del quilombo que se armó después del triple crimen narco. O lo de las botellitas de agua mineral, que se vio precisamente cuando se discutía sobre darles agua gratis a los chicos para paliar los efectos del éxtasis... También han pasado cosas inesperadas, como una maestra pidiendo las grabaciones para pasárselas a los chicos porque le parecía una buena manera de abrirles ciertos temas, dispararles el interés. Paradójicamente porque no tienen nada de didáctico, ni de solemne...

–¿En el primer programa ya quedó instalado el perfil, el tono, el formato?

–El primero fue “Tatuajes”, con muchos exteriores, el descubrimiento de personajes alucinantes; ya estaba este concepto de plantear muchos puntos de vista. Sí, marcó el formato: yo en la máquina tragamonedas, los demás personajes, la estética, el ritmo. Todo el diseño es de Víctor Vietri, un tipo muy creativo, con mucha pila y buen equipo. Creo que el programa resulta novedoso porque usa lenguajes muy actuales. Hay otra cabeza para manejar lo digital, para editar. Todos esos elementos en juego me atraían mucho, me encanta el tipo de música que se usa.

–Conociéndote un poquito, es de suponer que tenés alguna injerencia en el resultado final...

–Sí, más vale; aunque debo decir que no he estado de acuerdo con algunos de los entrevistados o con algún testimonio fuera del tarro para mi gusto. En las reuniones de producción tiramos los temas, intercambiamos para después seguir hablando por teléfono, maileando a lo loco. Así laburamos. Después, a la hora de poner el cuerpo en la grabación, ya es otra historia.

–¿De dónde sale esa serie de viñetas que te exige actuar?

–Ya aparecían en los libretos escritos por Víctor con aportes de todo el equipo, míos por supuesto. Es muy intenso interpretar a tantos personajes, para mí que no soy actriz, no tengo el ejercicio de la actuación, no estoy formada en el oficio. Y durante una tarde, de golpe, he hecho diez personajes diferentes, con ropa, pelos y maquillaje diferentes.

–El haber trabajado apelando al humor en otros programas, ¿no te da una desenvoltura, una desinhibición para la comedia?

–Puede ser. Sí, creo que la cosa se quiebra para mí cuando paso a Medios locos, ya no había vuelta atrás. Pero tampoco es que era muy formal antes: por algo me llamaron. Creo que hay que tener sentido afinado de la burla, pero primero de la autoburla. Y además, aunque no lo haya hecho con mínima regularidad, algo he laburado en programas de ficción, pequeñas incursiones si querés: estuve en Poliladron haciendo de asaltante, también en Pol-ka hice una cosa chiquita en Verdad Consecuencia; en 90-60-90, con Raúl Taibo. Pero lo más lindo que hice en cuanto intento de actuación, en este caso dramática, fue en Canal 7, en Un cortado, con Betiana Blum, que me alentó mucho. Hice a una mina que había sido abusada por el padre; ahí pasé una valla, me sorprendí a mí misma al verme. De todos modos, siempre he sido muy histriónica en la vida.

–En el abanico de personajes de Pacheco... figuran las tres mujeres que aparecen en la tragamonedas, en vez de figuritas, discutiendo entre sí, muy caracterizadas.

–Sí, van variando un poco según los programas, pero la del medio siempre es la neutral, la más centrada, una especie de moderadora. A la izquierda suele estar la más zarpada o la más progre, y a la derecha la facha, conservadora, intolerante. Ellas no sólo expresan opiniones distintas sobre el tema del día; también discuten entre sí. Un minidebate como para movilizar un poquito a los espectadores, sacarlos del lugar común tranquilizador. Por supuesto que los textos los adapto en el momento de actuarlos, a veces me surge algún gag imprevisto.

–Además tenemos a la desquiciada en bata, a la mina del noticiero que ha de ser pan comido para vos y a otros roles sueltos. ¿Alguien te asesora para componer, te sirve de coach?

–(Carcajadas) Para nada, sólo se trata de autoconcentración. Una aventura a la que me lancé sin red, una experiencia de verdad muy fuerte, a toda velocidad, con mucha exposición y dejándome llevar por la intuición, mi poder de observación. Sí, pienso cada personaje unos dos minutos, mientras me estoy cambiando, pintando, peinando... Hay un punto donde pienso que todos somos actores y actrices si te ponen en la situación y te soltás.

–¿Cómo se maneja el rubro vestuario, accesorios, maquillaje?

–Ese rubro lo cubro yo. Ni siquiera me gusta que me maquillen porque para mí resulta útil el momento en que me estoy pintando, va apareciendo el personaje, con un acento aquí, otro allá. Al trío de las muy distintas mujeres de la tragamonedas lo he vestido con ropa llevada de mi casa, algunas prendas encontradas por los chicos del equipo en ferias americanas. Medio enloquecedor fue grabar esos tres personajes, uno detrás de otro, para que después funcione como un diálogo entre los tres, cada uno en su estilo. Había que sincronizar qué había dicho la neutral, por ejemplo, para que le retrucara la reaccionaria. Muy raro cumplir esta exigencia no siendo actriz, pero está funcionando bastante bien. Aparte, tenés a la desaforada en salto de cama, mezcla de integrante de familia Barreda con no sé qué, reventada total. Este personaje quizá sea el que más me ha divertido hacer, tan sacada. Una locura el cambio de ropa, yo entrando y saliendo del baño y tratando de calcular cuál de los personajes convenía hacer en ese momento para aprovechar el peinado, antes de desmantelarlo...

–¿Tenés claro cuándo hacés de vos misma?

–Sí, por supuesto: al final, cuando copeteo, hablo más relajaba, esbozo algún pensamiento, nada demasiado serio, desde luego. En cambio, la locutora del noticiero no me representa con su trajecito, pero es muy gracioso cómo están armadas las imágenes.

–No está nada mal: volver a la tele con un programa pensado para vos donde, además de ser protagonista, te multiplicás y divertís.

–Está muy bien; una propuesta que me sorprendió, una apuesta que acepté y me embarqué sin imaginar que me estaba metiendo en una especie de tren bala a toda marcha, que me iba a exigir esta flexibilidad en medio de tanto acelere. Pero a la vez creo que este ritmo tan raudo de trabajo te mete en un baile, te pone en un estado de rendimiento que quizá no te lo provoque un clima más distendido, más calmo. Hay algo de la adrenalina, de brisa de locura si querés, que se produce cuando te lanzás a todo o nada –-dicho sea sin dramatizar– que te hace caer ciertas defensas y sacar a relucir recursos casi inexplorados. Venía de un tiempo sin trabajar en la tele, de laburar en proyectos que no terminaban de concretarse y esta propuesta de Víctor Vietri me reanimó, me devolvió a un medio que me interesa mucho por su masividad, por las ideas que se pueden discutir o transmitir.

–Sin embargo, en este momento la tele está muy desaprovechada en general, con tantos programas con el mismo esquema, con repeticiones en progresión geométrica del mismo programa. Creo que el formato de Pacheco... es único en la TV actual, que suma ideas a menudo desarrolladas con ingenio visual y conceptual. ¿Volverías al noticiero?

–Lo he deseado, lo he buscado, no sólo porque me gusta moverme en los temas de actualidad sino por esa sensación de algo trunco que me quedó por la forma en que me fui. Pero los tiempos han cambiado, no sé si volvería a hacerlo de la misma manera. Creo que ya fue; mientras duró, valió la pena.

Pacheco lista en lata, los domingos a las 22.30 por Canal 7.

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