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Viernes, 19 de diciembre de 2008

ENTREVISTA

El legado de Eleanor

Demócrata acérrima, la historiadora Allida Black apoyó a Hillary Clinton como candidata a la presidencia. De paso por Buenos Aires, donde dio una conferencia sobre derechos humanos, la directora de preservar y difundir el legado en Derechos Humanos de Eleanor Roosvelt elogió, sin embargo, a Barack Obama, quien, asegura, revertirá las políticas regresivas de Bush en salud reproductiva.

 Por M. B.

Allida Black es una ferviente partidaria de Hillary Clinton, al punto de haber donado gran parte de su jubilación para financiar la campaña presidencial de la senadora por el estado de Nueva York. Para esta profesora de la Universidad George Washington, la esposa del ex presidente Bill Clinton fue la mejor candidata presidencial que podría haber tenido Estados Unidos. Lamentó su derrota frente a Barack Obama, al que sin embargo apoya activamente. “Obama va a revertir todas las políticas contra el aborto y la salud reproductiva emprendidas por el gobierno de George W. Bush”, dice esta historiadora de 56 años, especializada en derechos humanos e historia “queer” moderna. La semana pasada estuvo en Buenos Aires, donde con motivo del 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, dio una conferencia sobre derechos humanos y género. Desde hace años, se dedica a dirigir el proyecto The Eleanor Roosevelt Papers, destinado a preservar y difundir los escritos que la esposa del presidente Franklin Delano Roosevelt realizó en materia de derechos humanos. El matrimonio entre ella y Roosevelt, uno de los presidentes más queridos por los estadounidenses, ha sido descrito por muchos historiadores como la dupla política más importante que haya ocupado la Casa Blanca. Luego de la muerte de su marido, Eleanor Roosevelt dirigió el comité que redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que sentó las bases para la lucha por la libertad y la dignidad de los hombres en todo el mundo.

En la actualidad, ¿qué relevancia tiene el legado de Eleanor Roosevelt?

–Ella trató todos los temas que nos preocupan hoy: pobreza, vivienda, derechos de las mujeres, de los indígenas. De manera que su legado es más relevante hoy que cuando la Declaración fue adoptada, hace 60 años. Eleanor Roosevelt siempre creyó que las mujeres eran iguales a los hombres y en su trabajo en Naciones Unidas, junto a la legisladora india Hansa Mehta, se aseguró de que las mujeres estuvieran incluidas en el texto de la Declaración. Porque el artículo primero empieza “todos los seres humanos”. Y sin la intervención de Roosevelt y Mehta, el texto hubiera dicho “todos los hombres”. Eleanor estaba convencida de que las mujeres tenían grandes capacidades como políticas, de que eran menos proclives a la violencia y a la guerra, y más comprometidas en la lucha contra el hambre. En un libro llamado Depende de las mujeres, la primera dama indicó que era responsabilidad de las mujeres levantarse y confrontar el hambre y la pobreza.

Además de su trabajo como historiadora, usted fue delegada en la Convención Nacional Demócrata. ¿Tiene algún cargo en el futuro gobierno de Obama?

–No integro su gobierno, pero asesoro, de manera informal, a gente que sí forma parte de su staff. Y estoy muy feliz de que haya designado a Hillary Clinton como su secretaria de Estado porque conozco de cerca su enorme compromiso con los derechos humanos y los de las mujeres. Creo, incluso, que ella podría llegar a ser la secretaria de Estado que soñé toda mi vida. De forma que soy muy optimista sobre su futuro desempeño en el gobierno de Obama.

En las elecciones primarias demócratas usted apoyó a Clinton como candidata presidencial y no a Obama.

–Estados Unidos tiene un nuevo presidente, Barack Obama, al que apoyo totalmente. Y sí, fui una entusiasta partidaria de Clinton: durante su campaña, no fui una empleada paga, pero sí fui, de forma voluntaria, asesora en distintos comités: en la división de mujeres, en políticas específicas de derechos humanos. E hice campaña por ella en 14 estados. También fui elegida “sustituta”, lo que significa que yo iba a hablar representando a Hillary Clinton en lugares específicos.

Usted incluso dio dinero de su bolsillo para financiar la campaña presidencial de Clinton.

–Sí, entregué una buena parte de mis fondos de jubilación. Pero quiero decir que también soy partidaria de Obama, quien ha hecho un magnífico trabajo en la transición. Ganó la elección, y aún no es presidente, pero ha armado un estupendo equipo y ha sido muy articulado al lidiar con la crisis económica que enfrenta Estados Unidos. Y creo que será un buen presidente.

¿Obama dará marcha atrás en la política de Bush contraria al aborto y el derecho a la salud reproductiva?

–Sí, Obama va a deshacer lo que en el 2001 en Estados Unidos se llamó “la regla de la mordaza global”. Esta medida penalizó a 59 países cuyas organizaciones no gubernamentales recibían ayuda financiera norteamericana para la planificación familiar. A partir de 2001, Bush prohibió a estas organizaciones ofrecer a sus poblaciones ayuda y asesoramiento en temas como el aborto. Con esta medida, estas organizaciones tuvieron que enfrentar un dilema: aceptar los fondos norteamericanos que necesitaban pero negar ayuda a las mujeres que necesitaran abortar. O rechazar la asistencia norteamericana y verse forzados a cortar estos servicios por falta de fondos, con resultados devastadores. Sin embargo, en su próximo gobierno, Obama va a permitir que la planificación familiar forme parte de paquetes de ayuda humanitaria. También va a designar jueces muy diferentes en la Corte Suprema de Justicia. Los designados por Bush no son partidarios del derecho al aborto. Y tienen una interpretación muy estricta de lo que es la privacidad, y lo que se supone que la Constitución debe proteger. Pero con la nueva Corte, vamos a ver un nuevo día en Estados Unidos.

¿Qué efectos tuvo la administración Bush sobre los derechos de las mujeres?

–La política de ayuda exterior de Bush para la salud de las extranjeras fue un pecado. Decidir que las mujeres de países pobres no pueden recibir medios de contracepción ni información sobre cómo evitar embarazos no deseados es totalmente equivocado. No es responsabilidad del gobierno estadounidense, sino de las mujeres tomar una decisión moral sobre esos temas. De modo que me entristeció ver que la administración Bush se negara a incluir la planificación familiar en todos los paquetes de ayuda al extranjero. Y para mí eso fue una violación flagrante a los derechos de las mujeres.

¿Y qué pasó al interior de Estados Unidos durante su gestión?

–George W. Bush tiene un historial conflictivo en lo que concierne a los derechos de la mujer. Ha designado extraordinarias mujeres en el gobierno, como la secretaria de Estado Condoleezza Rice. No estoy de acuerdo con sus ideas, pero creo que ella fue buena en su trabajo. Bush se siente cómodo al rodearse de mujeres fuertes. Cree que las mujeres deben estar en el gobierno, de modo que aplaudo este tipo de decisiones. Pero, en términos políticos, estoy en total desacuerdo con él.

Durante los dos gobiernos de Bush, varias organizaciones feministas advirtieron sobre la posibilidad de que el presidente prohibiera el aborto en Estados Unidos. ¿Eso era una posibilidad real?

–La Corte Suprema de Bush podría haber dado marcha atrás en Roe versus Wade (caso que en 1973 sentó jurisprudencia en cuanto al aborto y donde el máximo tribunal estadounidense afirmó que las leyes contra el aborto violaban el derecho constitucional a la privacidad). O sea, que podría haber sentenciado que el aborto no era un tema constitucional, lo que en la práctica hubiera significado que la cuestión volviera a ser dirimida a nivel estatal. Y que cada uno de los 50 estados americanos tuviera que legislar el aborto a su manera. Yo creo que en ese caso, estados liberales como California o Nueva York hubieran aprobado leyes que protegieran el aborto. Pero no sé si estados pequeños o de mayoría republicana hubieran garantizado este derecho. De modo que, en líneas generales, Bush no hubiera podido evitar el aborto, pero sí restringirlo dramáticamente, lo que hubiera sido muy triste, sobre todo para las mujeres pobres de Estados Unidos. Por otro lado, hay un dato actual que me enorgullece: en mi país, el número de abortos está decreciendo notablemente. La gente está cada vez más informada y utiliza medios contraceptivos. Y yo quiero que cada niño que nazca sea profundamente deseado y amado.

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Allida Black
Imagen: Juana Ghersa
 
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