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Viernes, 10 de abril de 2009

MONDO FISHION

El artista rococó

 Por Victoria Lescano

¡Faltan los puños!, exclama Blanca, la madre de Sergio de Loof, figura ominipresente en sus desfiles, realizados desde tiempos en que cortaba la calle México, en las inmediaciones del Bar Bolivia, para sacar a relucir sus atuendos rococó hechos con papeles dorados a la hoja, rescates del Ejército de Salvación y recortes de revistas de moda y harapos.

El documental de Miguel Mitlag, Una historia del trash rococó, toma su título de una enunciación del diseñador acerca de su estilo y refleja el universo De Loof, temporadas 1997 y 1998. Mitlag, que por entonces era estudiante de cine en la FUC (Fundación Universidad del Cine), es un referente de la generación de artistas de mediados de 2000 agrupados en la última Beca Kuitca. Logró estrenar el film a diez años de su realización.

Recuerdo haber escuchado a De Loof decir: “Hay unos chicos que me siguen con cámaras por todos lados, me filman todo el tiempo. No sé qué van a hacer”.

El perfil se extiende a una casa PH de Remedios de Escalada –adonde vestido con remera celeste al tono de la carpintería metálica y voz de galán de antaño da la bienvenida a las cámaras– y una puesta en página del mapa de sus lugares de rigor –de la primera redacción de la revista Wipe en la calle Tucumán al bar la Giralda–. “Nunca paso de Pacífico ni voy a zona norte”, dirá De Loof. Hay un tono infantil, idealista, pero también mandón aplicado a situaciones desopilantes: “Te puse de jurado sin preguntarte y tenés que venir a votar un día de septiembre en el concurso, todavía no sé ni cuál será el premio ni el lugar”, dice el retratado a alguien al teléfono, vestido de dandy y también de jardinero, cual si estuviera convocando a una gran gala benéfica que va a cambiar el curso del mundo. La gala en cuestión era un concurso de ikebana.

El film pone énfasis en la importancia de sus pizarrones o papeles escritos con tinta china –algunos fueron tema de la primera o segunda muestra de la galería Belleza y Felicidad (y en 2002 llegaron al libro Panadería y Confitería La Moderna). También hace lugar para enunciaciones sobre el Café París, un bistró cheap and chic, cuya carta se inspiró en los postulados de la Revolución Francesa. Interrogado acerca de la moda, De Loof habla de su gusto por la Provence, la naturaleza, la influencia de los impresionistas, las variedades de verde y la etiqueta de cigarrillos 43/70, que serían disparadores de una colección llamada “Laguna”, con la cual anhelaba lanzar una marca, cerrar su partido de diseño y, por sobre todas las cosas, coser por vez primera un logo con la S devenida del signo pesos.

La cámara y los protagonistas se deslizan a Miramar, la Ciudad de los Niños, un sitio que es para De Loof lo que Deauville o Biarritz fueron para creadoras como Chanel o Vionnet. Si bien él no hacía ropa para sus clientas ricas en la playa –aunque existió un proyecto llamado “Modisto a domicilio” con bocetos ideados por el genial pintor Nahuel Vecino–, para Sergio es su lugar de descanso elegante.

Si bien buena parte de la trama gira alrededor de la neurótica relación con el dinero que tiene todo artista sin marchand, es conocido que la riqueza de su obra está en la pobreza y la escasez de recursos, un tema muy en boga con el recesionismo actual.

El film de Mitlag esboza un perfil nada nostálgico y usa recursos narrativos, bellos, austeros y modernos en su lenguaje: de la secuencia de diapos que se proyectan en la remera color cielo del protagonista, que exhibe a Sir James en el club El Dorado, a un modelo del club Caniche, escenas de trabajo junto a Beto Botta en el club Ave Porco, registros de tipografías de la ciudad, la estética de los suburbios y culmina con una hoguera con kerosene en un jardín hecha con tal ímpetu que pareciera que el fuego sale de la pantalla y nos quema o que el artista rococó está a punto de inmolarse, fogata campestre mediante y luego de hacer tocados con un plumero.

El film volverá a proyectarse en la galeria Miau Miau (Bulnes 2705) junto con el remate de las obras expuestas bajo el título “Bolita”, el 24 de abril a las 18.

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