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Viernes, 8 de mayo de 2009

DIEZ PREGUNTAS

a Lucia Puenzo

Escritora, guionista y directora de El niño pez, su segunda pelicula (luego de XXY) basada en la novela homonima que escribio hace una decada. Sus novelas: El niño pez (2004), Nueve minutos (2005) y La maldicion de Jacinta Pichimahuida (2007).

 Por Verónica Engler

1. ¿Cómo es tu proceso de trabajo? Porque hacés un montón de cosas: escribís literatura, guiones cinematográficos y dirigís.

–Escribo todas las mañanas desde que me levanto hasta que almuerzo, salvo que esté filmando o en la previa al estreno, muy exigida de horarios. Por las tardes hago otras cosas, como escritura para guiones, porque también vivo de eso. Escribo en mi casa, donde estoy bastante tranquila, en silencio, junto con (el escritor) Sergio (Bizzio), y entonces somos dos, para que no sea tan extrema la soledad.

2. Escribiste El niño pez hace diez años. ¿Qué te pasó al retomar la historia después de ese tiempo para trasladarla a la pantalla?

–Empecé a escribir la adaptación de El niño pez mientras editaba XXY. Me interesaba la idea de una historia que ocurría en la periferia de otra: en El niño pez el centro podría estar en el asesinato de un juez, en los sospechosos y en su familia desmembrada. Pero la historia sigue a la hija del asesinado. Las historias de la periferia me interesan desde hace rato. En El niño pez la protagonista vive en la periferia de su clase social, fascinada por el mundo de su mucama.

3. ¿Cómo surge la leyenda que inventaste para El niño pez?

–Yo encontré en unos diarios amarillistas una noticia que decía: “Nació un niño pez”, y había un niño que tenía pedazos de gelatina en los ojos. Era casi cómico, pero me quedó dando vuelta la idea de un niño pez, y también la idea de cómo es todo el camino de una leyenda, desde que empieza hasta que termina, porque en general son originadas por crímenes o casos muy oscuros. Muchas veces detrás de las leyendas hay algo que no pudo ser resuelto y que la gente por la oralidad le fue encontrando como un relato posible, que es mucho más luminoso que la realidad. Sucede también en los cuentos populares. Todos los relatos que están en la base de las historias de los hermanos Grimm detrás tenían materiales mucho más tóxicos, muchas veces son relatos de incesto, relatos muy sexuales, muy oscuros.

4. ¿En qué se diferencia tu rol de escritora del de directora?

–Escribo hace más de diez años y dirijo hace solamente tres, todavía me siento más cómoda escribiendo que detrás de la cámara. De todas formas en rodaje me voy sintiendo cada vez más cómoda. Cuando escribo literatura, por el contrario, siempre tengo la sensación de que tengo que aprender todo de nuevo. Esa es una diferencia importante con la escritura de un guión, que es más bien una estructura dramática que hay que completar.

5. ¿Qué cosas te parecen importantes a la hora de construir una historia?

–Que prevalezca todo lo que no es el tema, como los personajes o el clima. Se le suele dar más importancia a lo temático de lo que debería tener. A mí me pasó particularmente con XXY, que el tema parecía teñirlo todo. Muchas veces hay gente que logra, como (David) Lynch, construir una cinematografía sobre un clima o sobre una mirada particular más que sobre un tema, y a mí eso me resulta mucho más interesante, porque es intangible. Tanto en literatura como en el cine mi sensación es que trabajo en un nivel microscópico: la frase, la línea de diálogo o la escena. Escribo frases o escenas, no géneros ni temas. Por lo menos hasta que llego a un final. Y en el caso del cine, ni siquiera cuando llego al final de la escritura del guión, es más al llegar al final del proceso de montaje cuando puedo reconocer que encontré una determinada estética, un clima, un ritmo que le dio una identidad a la historia. En ese sentido, aunque ya desde la novela el tono estaba lejos del costumbrismo y del realismo, en la adaptación de la literatura al cine de El niño pez varió más el tono que la trama: la peripecia es relativamente similar, el clima es absolutamente distinto.

6. A diferencia de tus películas, tus novelas tienen un tono humorístico, casi disparatado, a veces irónico y otras mordaz. ¿Ese tono es buscado?

–Sí, lo más importante en un cuento, una novela y una película es el tono, el ritmo y desde qué punto de vista se cuenta la historia, esas tres cosas definen todo. Yo veía a la gente leyendo El niño pez y se reían todo el tiempo. En cambio, la película es de una oscuridad absoluta, porque perdió ese narrador (el perro Serafín). Con el cambio de narrador, apareció una historia muy diferente, aunque la trama y los personajes sean los mismos.

7. ¿Qué te inspira, qué necesitás para empezar a idear una historia?

–Cualquier cosa puede ser inspiradora. Para empezar a contar una historia lo único que hace falta es algo que empuje a camina hasta la computadora, sentarte frente al teclado y escribir.

8. ¿Qué estás escribiendo ahora?

–Retomé después de casi un año la novela La furia de la langosta, que la dejé cuando empecé a filmar El niño pez. Ya estoy cerquita del final. Y por suerte volví a un tono de humor. Entonces es como un alivio, después del dramón.

9. ¿Cuál será tu próxima película?

–Tal vez una de adolescentes karatecas que escribieron Sergio y (el cineasta) Diego Kaplan, o una en la Patagonia, basada en un guión que escribí hace unos años. Pero, de todas formas, no creo que vuelva a filmar este año.

10. ¿Cuál fue la última película que viste que te deslumbró? ¿Por qué?

–El sirviente, de Joseph Losey. Porque con dos personajes y una locación construye un mundo.

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