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Viernes, 17 de julio de 2009

FOLK

El grupo de las ocho

La folklorista Silvia Iriondo se hace cargo de una herencia de peso: retomó ese puñado de canciones que Félix Luna y Ariel Ramírez dedicaron a ilustres mujeres argentinas y que Mercedes Sosa inmortalizó.

 Por María Mansilla

Además de dar clases de canto para desafinados (“Me interesan: escuchan otra cosa, oyen otra realidad”), porque cree en la voz como un viaje de expresión y curación, y de compartir escenario con Dino Saluzzi, Chango Spasiuk, Luis Salinas y Jaime Torres, Silvia Iriondo afina el instrumento para salir por los escenarios de cantata Con Mujeres Argentinas.

¿Qué es Mujeres Argentinas? Un espectáculo que se estrenó en 1969, un puñado de años antes de que ella estrenara su carrera. Incluye ocho canciones escritas y tarareadas por Félix Luna y Ariel Ramírez, respectivamente; una de ellas, la famosa “Alfonsina y el mar”, otra es “Juana Azurduy”, grabadas originalmente por Mercedes Sosa. Ahora le toca a Iriondo hacer uso de esa herencia.

Las cantó por primera vez en el Festival Internacional de Música Clásica de Ushuaia; fue la perlita, la expresión de la música popular que calentó el canal de Beagle. Pronto su intervención en el encuentro se editará en DVD.

“Ramírez y Luna, a través de la música y la poesía, han tomado ocho personajes femeninos, algunos reales y otros imaginarios, que han tenido que ver con el acontecer del país. No se trata, como aclaran los autores, de las más importantes o más significativas de nuestra historia –explica Iriondo– Son ocho motivos de inspiración. Todas ellas forman parte de los fundamentos nacionales; todas le agregaron algo a la evolución de nuestra comunidad, todas merecen ser recordadas en el plano intemporal de la música y el verso.”

¿Quiénes son las musas? La extranjera que llegó al nordeste a transformar con sus manos el monte en campo es homenajeada en “Gringa chaqueña”. “Dorotea La Cautiva” cuenta las andanzas de Dorotea Bazán quien, según Lucio V. Mansilla en Una excursión a los indios ranqueles, cautiva de los indios fue rescatada por las tropas nacionales, pero se negó a volver a su tierra. “Las cartas de Guadalupe” recrea la historia del gran amor del gran Mariano Moreno: en vez de tejer y tejer, ella escribía y escribía para esperarlo cuando él partió a Inglaterra y murió, supuestamente envenenado, en altamar. “En casa de Mariquita” acaricia a la mujer que además de anfitriona de tertulias tenía alta incidencia política. “Juana Azurduy”, y una letra que recuerda a la soldadera que un día llegó a la gobernación boliviana a pedir una pensión para paliar su pobreza. “Rosarito Vera, maestra” es una zamba a la gran maestra argentina. “Alfonsina y el mar”, decíamos, es de la partida. Y “Manuela, la tucumana” rememora la fuerza con la que Manuela Pedraza participó en la defensa contra las Invasiones Inglesas.

La reinterpretación que hace Silvia Iriondo es, como todo lo que ella hace, hermosa, emocionante, sencilla, cálida. Llena de viejos sonidos nuevos: voces indígenas, coplas, piano acústico, contrabajo, bongó, garraham (una garrafa adaptada por músicos platenses emulando un instrumento africano).

No bien la gripe A brinde una tregua, el plan de Iriondo es presentar el show en Buenos Aires y girar desde Rosario hacia el nordeste. El toque contemporáneo lo darán las visitas. “La intención es invitar en cada escenario una artista local —agrega Iriondo—. Podrá ser la lectura de un poema, la exposición de una obra fotográfica, pintura, danza, una voz o la interpretación de una pieza. Es mi forma de darle un giro a la obra mostrando su vigencia, cómo mujeres de este siglo también intervienen, toman a la patria de una manera y la hacen suya.”

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