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Viernes, 25 de septiembre de 2009

DIEZ PREGUNTAS > A CLARA KRIGER

“Obreras, huérfanas, madres solteras; todas se mostraban con dignidad en el cine de los años ’40 y ’50”

Es doctora en Historia y Teoría de las Artes por la Universidad de Buenos Aires, profesora de Metodología de la Investigación e investigadora de cine argentino. Acaba de publicar Cine y peronismo, editado por Siglo XXI.

 Por Laura Rosso

¿Desde qué perspectivas te interesó analizar el cine del primer peronismo?

–El cine realizado durante el primer peronismo siempre se había pensado como un gran paquete marcado por la censura y el “pasatismo”. Cuando me puse a estudiarlo descubrí que se habían producido más de 400 largometrajes con formatos y temáticas diferentes, por eso me propuse desagregar el conjunto y abordarlo con una mirada lo más desprejuiciada posible.

¿Qué destacás de las relaciones que se tejieron entre el Estado y la cinematografía argentina durante esa etapa?

–El Estado se planteó una política proteccionista hacia el sector cinematográfico que no fue impuesta a los sectores ligados a la producción, distribución y exhibición de películas en el mercado local. La intervención estatal se fue construyendo entre las partes interesadas mientras dirimían los beneficios y los costos de las negociaciones a las que arribaban. El beneficio que perseguía el peronismo estaba marcado por la rentabilidad política, mientras que los empresarios se movieron a partir de una lógica industrial, persiguiendo fundamentalmente una rentabilidad económica.

¿Cuáles podrían ser las imágenes, rostros, fragmentos de películas que –por diversos motivos– quedaron arraigados en la memoria del público?

–El rostro de Tita Merello quedó impregnado en el público porque hizo visible en la pantalla grande una galería de mujeres fuertes. Jefas de familia, obreras, huérfanas o madres solteras, todas ellas se mostraban con dignidad frente a una sociedad que en los films era fuertemente inclusiva. Entre las divas seguramente son muy recordadas la rubia Zully Moreno por películas como Dios se lo pague y la morocha Laura Hidalgo. Hugo del Carril fue uno de los galanes de la época que además hacía películas muy diferentes como Las aguas bajan turbias o el melodrama Más allá del olvido. Podríamos hacer un enorme listado de estrellas que aún hoy son muy reconocidas como Olga Zubarry que se destacó en las películas dirigidas por Christensen, o Mirtha Legrand que brilló en tantas comedias.

¿Por qué la política cinematográfica de aquella época cobró semejante importancia?

–La política que se dio el peronismo hacia la industria cinematográfica fue similar a la que se dio en relación con la industria en general. Se trataba de una política proteccionista que incluía una línea de créditos blandos, obligatoriedad de exhibición de cine nacional, regulación del mercado y sustitución de importaciones que, en este caso, implicaba una restricción al ingreso de cine norteamericano.

¿Qué “uso” quería darle Perón a la industria cinematográfica?

–El peronismo utilizó los noticiarios y documentales para difundir y propagandizar los actos, mensajes y políticas del gobierno. Allí abundaba la propaganda política explícita tanto del peronismo como del Partido Justicialista y de sus líderes. En el libro analizo un tipo de documental, muy moderno para la época, que yo llamo docudrama. Se trata de películas en las que se mixturaban escenas documentales, con ficciones hechas por actores muy conocidos. En estas películas se apelaba a la subjetividad que aporta la ficción para hacer más efectivo el mensaje político.

En tu libro planteás interrogantes acerca de los rasgos peronistas del cine realizado durante esos años. ¿Cómo caracterizás esos rasgos?

–Al contrario de lo que sucede con el cine documental, no es posible ver propaganda explícita del peronismo en el cine de ficción. No existen películas de ficción que mencionen a Perón o Evita, tampoco películas que recreen el 17 de octubre u otros eventos caros para el peronismo. Por eso yo me pregunté qué tiene de peronista este cine y lo que encontré es que en muchas de las películas del período puede verse la presencia del Estado. El Estado aparece, a través de sus instituciones, como protagonista o motor de la acción en muchas de estas comedias, policiales o melodramas. Aparece para mediar o resolver los conflictos que se plantean en la sociedad.

¿Qué semejanzas encontraste con respecto a lo que sucedía como política cinematográfica en el contexto internacional de aquellos años?

–Menos en Estados Unidos, en todos los países de Occidente se planteaban políticas similares de protección a las cinematografías nacionales. Eso era así porque a partir de la posguerra el sistema de producción de los estudios cinematográficos empezó a ser inviable, es decir que los costos de producción eran tan altos que se necesitaba el apoyo del Estado para que las empresas tuvieran alguna rentabilidad.

¿Qué se destaca en el universo de las películas de ficción del primer peronismo?

–Las películas expresan de diversas maneras las fuertes transformaciones que vivió la sociedad argentina en las décadas de 1940 y 1950. Mezclado con el formato de los géneros cinematográficos como la comedia y el melodrama, se hacen evidentes alusiones a la realidad. Sin duda uno de los elementos más notables, en este sentido, es la presencia de mujeres y hombres pertenecientes a sectores subalternos, que buscan una aceptación social y un reconocimiento de sus tradiciones culturales. En todos los casos predomina la idea de la inclusión social, de la conciliación de conflictos y de la posibilidad de desarrollo individual dentro de una armonía social.

¿Qué se advierte hoy, como herencia cultural, del modo en el que el peronismo operó en la actividad cinematográfica?

–El gobierno peronista dejó su huella, ya que es evidente que muchas de las medidas proteccionistas de hoy tienen su origen en los años peronistas.

¿Cuáles son las películas que rescatás, que más te interesaron del período que analizas en tu libro y por qué?

–Es muy difícil rescatar algunas pocas cuando disponés de un conjunto tan amplio y variado. Me gustan mucho algunas películas que son famosas como Deshonra o Mercado de Abasto, pero también destaco muchas películas que no quedaron en la memoria de la gente o que eran de bajo presupuesto, por ejemplo los policiales de la calle dirigidos por Kart Land o Don Napy como Mercado Negro o Captura recomendada, siempre cargados de persecuciones en autos y trenes, entre pérfidos delincuentes y detectives ejemplares.

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