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Viernes, 9 de octubre de 2009

LUCIANA ACUñA

Diez preguntas

Es bailarina, coreógrafa y actriz. Codirige junto a Luis Biasotto la reconocida compañía de danza Krapp. Realizó las coreografías para las obras Temporariamente agotado, El amor es un francotirador y Mi vida después, de la directora Lola Arias; El niño argentino, de Mauricio Kartún, y Mujeres en el baño, de Mariela Asensio.

 Por Sonia Jaroslavsky

1) ¿Dónde naciste y de dónde surge tu amor por la danza?

—Nací en San Francisco, Córdoba. Es una ciudad que está muy cerca de Santa Fe, de hecho cruzás una calle y ya estás en Santa Fe. El amor por la danza me lo inculcaron mis padres, que eran bailarines de folklore, tenían una escuela de danza y yo estaba metida en ese mundo desde pequeña.

2) ¿Qué estudiaste?

—Aunque no lo parezca soy licenciada en Psicología de la Universidad de Córdoba con orientación en Psicología organizacional. Cuando salí de la secundaria en San Francisco no existía (ni existe aún) una carrera de danza. Mientras estudiaba Psicología hacía el taller de danza de la universidad. Además había estudiado gimnasia deportiva, danza jazz y contemporánea y folklore en mi ciudad natal. En la ciudad de Córdoba conocí a Luis Biasotto, que era de Unquillo, y a Gabriela Caretti y realizamos el primer espectáculo de danza, ¿No me besabas? Lo trajimos a Buenos Aires y de poco me instalé para seguir estudiando y creando espectáculos. Ya en Buenos Aires se sumaron los músicos y actores.

3) ¿Cómo fueron los comienzos del grupo Krapp en Buenos Aires?

—Muy duros, porque no teníamos ni un peso. Ensayábamos en un gimnasio a la vuelta del departamento donde vivía y que cuando estaba libre nos dejaban usarlo. Abajo entrenaba el nadador José Meolans, que también es de Córdoba, y arriba nosotros en un piso durísimo para bailar. Después nos presentamos para pedir un subsidio para realizar la obra y en el formulario de presentación nos pedían un nombre para el grupo y se nos ocurrió Krapp por Beckett. Sonaba bien.

4) ¿En que instancia están los Krapp actualmente?

—Esperando que vuelvan a surgir las ganas y la necesidad de estar juntos y tener la química para el trabajo. Cada uno de los integrantes se encuentra abordando trabajos individuales. Yo me puse a trabajar sobre B y La bahía de San Francisco.

5) ¿Qué idea quisieron abordar con el espectáculo B?

—Es un trabajo que realizamos con dos actores, Alberto Ajaka y Leonardo Calogero, que además fue basquetbolista. Quisimos jugar sobre los límites de la ficción y lo real, sobre la exposición del funcionamiento de tres cuerpos con relación al básquetbol. Está más cerca de un ready made que de una obra de teatro. Jugamos al básquet en una cancha de club y sólo están pautados los momentos para cada cosa.

6) ¿Qué sucede con los espectadores?

—A los que tienen una mirada estética parecida a la nuestra les gusta mucho el trabajo. Pero nos interesa la mirada de un espectador más desprevenido que catalogamos en dos tipos: el realmente desprevenido que se sorprende con la obra y llega un momento en que se relaja al darse cuenta de que no va a ver un relato aristotélico. Después, hay otro espectador, con más información teatral, que espera el conflicto clásico y no tolera que el relato no suceda. Es un trabajo radical: o te entregás o te vas.

7) En el espectáculo La bahía de San Francisco, ¿cómo fue el abordaje de la película Vértigo de Hitchcock?

—La idea inicial era realizar un trabajo que estuviera atravesado por momentos de realidad irrefutable. Una instancia de verdad que ocurre y está fuera de control en la escena. Otro concepto a desarrollar tenía que ver con romper las ideas temporales y espaciales clásicas, provocar un descentramiento espacial donde las cosas no se vean bien o estén fuera de campo tanto para nosotros, los intérpretes, como para los espectadores. Para estas ideas necesitábamos algo muy sólido y concreto preexistente. Así surgió la idea de una película que contuviera alguna escena con agua y Vértigo de Hitchcock tiene una escena que se desarrolla justamente en la bahía de San Francisco y resultaba lo suficientemente reconocible para los espectadores por ser un clásico. Con este trabajo ponemos todos los artificios en escena de manera que se note que son “truchos”. De hecho hay algo de eso en las películas de Hitchcock donde nunca sabés si esas escenas fueron realmente filmadas en sus lugares originales o si son decorados.

8) ¿La ruptura radical es algo que te interesa trabajar en general en la danza?

—Sí, tanto La bahía de San Francisco como B son obras muy radicales y racionales. Creo que hoy es muy difícil sostener una ficción a lo largo de toda una obra porque las miradas ya no son ingenuas. El espectador está tan curtido que las preguntas del arte tienen que empezar a ser otras. Creo que hay que trabajar con elementos perturbadores, no sobre la danza perfecta en su forma.

9) ¿Estás preparando algún trabajo nuevo?

—Junto a Luis Biassotto estamos desarrollando la idea de un trabajo que tiene por eje la idea del original y la copia a lo Walter Benjamin. Queremos hacer dos obras iguales, pero firmadas por dos personas diferentes. Después, por invitación del Centro Cultural Ricardo Rojas, voy a realizar un espectáculo en el marco del Proyecto Puentes, que consiste en convocar a alumnos de danza del Rojas para una audición que desemboca en una obra. En este espectáculo tengo ganas de trabajar sobre cómo bailar marchas militares, con toda la connotación tan pesada que tienen en nuestro país.

10) ¿Qué te interesa hacer además de bailar?

—Me gusta mucho leer y escribir.

La bahía de San Francisco, los miércoles a las 21. El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960.B, los sábados a las 21. Sala Escalada, Remedios Escalada de San Martín 332.

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