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Viernes, 23 de octubre de 2009

ENTREVISTA

Mujeres en resistencia a la dictadura siglo XXI

La hondureña Indyra Mendoza, de Feministas en Resistencia, viajó a la Argentina y expuso la situación de un país jaqueado por la nueva dictadura latinoamericana en el Encuentro de Mujeres de Tucumán. Ella contó que la resistencia al golpe de Estado está protagonizada por mujeres que, además, sufren en la calle y dentro de sus hogares las consecuencias del golpe de Estado, con el aumento de la violencia de género y los femicidios.

 Por Luciana Peker

“Ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres”, es el lema de Feministas en Resistencia, de Honduras, que pudieron conjugar en una frase una lucha que se volvió muchas y que las llevó a la calle a defender no sólo los problemas de género –como la violencia hacia las mujeres– sino la democracia. Indyra Mendoza es una de las activistas de esa agrupación que lleva en el pecho, encarnada en remera, la resistencia. Y la risa, multiplicada en hormigas de curiosidades, preguntas y denuncias que la revolotean no por extrañar una patria cercada por un golpe de Estado, sino por sentirse en falta cuando falta de la lucha por el regreso de la democracia en su patria.

Ella vino invitada por la agrupación Feministas Inconvenientes a la Argentina y también participó del Encuentro de Mujeres en Tucumán donde relató la situación por la que está pasando su país –en el que fue derrocado el presidente democrático Manuel Zelaya y las negociaciones por el final de un régimen de facto se encuentran estancadas, según admitió la OEA– y para advertir que Honduras puede servir de caso testigo para voltear a otras democracias endebles o incómodas de la región. Pero la geopolítica también impacta adentro. Adentro del cuerpo y las casas, ya que el autoritarismo impuesto por la dictadura empeoró gravemente la situación de las mujeres.

“A partir del golpe se dispararon totalmente los femicidios. Hubo 51 asesinatos de mujeres en el último mes porque ahora la violencia doméstica está más descontrolada, a partir de la falta de justicia y de seguridad pública y los varones violentos están más violentos encerrados en sus hogares y con las mujeres sin poder salir a la calle. Además, las fuerzas de seguridad reprimen a todos y todas las que marchamos pero hay violencia sexual específica contra las mujeres. Ya hubo dos violaciones por parte de la policía y, además, a las mujeres nos pegan en las nalgas, la vagina y en los pechos con el cachiporro, que ya pasó de ser de plástico a estar cubierto en metal y duele cada vez más. Pero eso no es todo: también aumentaron las violaciones a los niños”, le cuenta Indyra a Las12, mientras para de marchar y hablar –en Tucumán– para almorzar una salsa ligeramente picantita que le recuerda a su país, al que extrañar, anhela. Desea. Y por eso, quiere volver, volver para luchar por el regreso de la democracia.

Indyra tiene una brujita colgada de su pecho como símbolo de las primeras feministas demonizadas por la historia y sabias naturales quemadas en la hoguera de la Inquisición. Indyra lleva una remera negra que no la deja desnudarse de su compromiso con la resistencia. Y una sonrisa que tamiza la dureza de su relato con la garra y la pasión de poner el cuerpo para que Honduras no se vuelva un mal ejemplo –no sólo político sino también del avasallamiento político hacia las 1001 Indyras latinoamericanas–. “La dictadura está usando el cuerpo de las mujeres”, dice ella. Dice y denuncia. Dice y es dura. Dice y se expone a las cachiporras que la amenazan. Dice y alza la voz. Dice y la filma. Dice una de las promotoras que posibilitó que, desde Honduras, se puedan escuchar otras voces. Ella es documentalista y autora de los videos que han mostrado la violencia política y sexual en Honduras a través de YouTube. En realidad, Indyra es quien se muestra y quien guarda, una mujer que engloba todas las luchas en una o las muchas luchas de las mujeres hondureñas de hoy. Tiene 41 años, es economista de profesión pero ahora –aunque el ahora en Honduras se ha convertido en un tiempo sin tiempo ni reglas– es investigadora en derechos humanos de las mujeres y en el ojo avizor de la represión y la resistencia y también integra la comunidad de Lesbianas, Gays, Travestis, Transexuales, Bisexuales e Intersex (Lgttbi).

Indyra es una de las pocas que pudo salir para contar algo más que las noticias. Que ve y que repite. Para que Honduras no sólo regrese a la democracia y que el presidente electo Manuel Zelaya (desde hace más de un mes refugiado en la Embajada de Brasil) pueda volver a estar al frente del Poder Ejecutivo, sino que también frene el efecto dominó de cambiar votos por botas. Otra vez. Y, otra vez, silenciando, golpeando, violando, apresando y matando a mujeres. Por eso, ella y las feministas en resistencia, resisten. Resisten no encerrándose. Ni en sus casas. Ni en las palabras. Resisten mientras la información dice que las negociaciones con el dictador Roberto Micheletti están estancadas y Zelaya advierte: “Se puede morir en cualquier momento”. Por eso, la voz de Indyra, su voz y sus imágenes son un eco que destraba el miedo impuesto desde el golpe de Estado del 28 de junio y que muestra la necesidad de una solidaridad activa con Honduras desde un país que ya dijo “Nunca más” y que ahora ve cómo hay más golpes, algunos también, sobre el cuerpo de Indyra que vino a la Argentina a pelear, que es como decir, por sus mujeres, las 1001 Indyras.

¿Cómo sentiste la solidaridad argentina hacia Honduras y por qué decidiste venir al Encuentro de Mujeres de Tucumán?

–Las feministas de Argentina han estado, desde el primer día del golpe, en solidaridad con nosotras. Ha sido el movimiento feminista que más fuerte se ha pronunciado contra la dictadura junto con Costa Rica y Guatemala. Pero cuando nos invitaron al Encuentro en Tucumán para hablar sobre el golpe de Estado y la realidad de las mujeres en Honduras sentí que era una oportunidad de hablar sobre lo que está pasando.

¿Cuál es la actual situación en Honduras?

–Tenemos más de 100 días de resistencia, desde el 28 de junio. Ahorita Manuel Zelaya está de vuelta en el país, pero prisionero en la Embajada de Brasil y el gobierno de facto sigue mandando. Ahora estamos en la etapa de negociación, pero que no es negociación. Porque el primer punto es la vuelta a la constitucionalidad y eso significa que el presidente vuelva a ser presidente. Pero cómo eso no se va a lograr no se puede seguir negociando.

¿Qué piden desde la resistencia al golpe de Estado como contracara de los eufemismos del dictador Roberto Micheletti para decir que su golpe de Estado no es un golpe de Estado?

–El Frente Nacional contra el golpe de Estado pide que se retorne a la constitucionalidad (que vuelva el presidente Zelaya), que se forme una constituyente y que haya pena para los golpistas. No vamos a aceptar una amnistía.

¿Ustedes apoyaban al presidente Manuel Zelaya antes del golpe de Estado?

–No. Las feministas no somos melistas (seguidoras de Mel Zelaya) sino que estamos defendiendo el estado de derecho y la constitucionalidad.

¿Cuál era la política de Zelaya hacia los derechos de las mujeres?

–Las feministas siempre somos feministas y no oficialistas. Pero, de hecho, en el último año, él estaba muy abierto. En el Congreso nacional se hizo una ley, el 1º de abril del 2009, propuesta por Martha Lorena Casco –-de la oposición a Zelaya y cabeza de los llamados grupos “pro vida” que, después, fue nombrada vicecanciller del gobierno de facto de Micheletti–- que penalizaba y prohibía la anticoncepción oral de emergencia. Las feministas dimos una gran batalla contra esa ley y logramos un veto presidencial que fue histórico porque Zelaya dijo que esa norma del Congreso iba, explícitamente, en contra de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Zelaya generó un pequeño avance para las mujeres...

–Nosotras no somos melistas ni estamos siguiendo a un caudillo. Pero sí es verdad que hubo un pequeño avance... y a los dos meses vino el golpe.

Por supuesto, hay muchas razones políticas, internacionales y económicas para un golpe de Estado. ¿Pero creés que también pesó en el derrocamiento de Zelaya que se haya opuesto a los grupos conservadores con la defensa de la anticoncepción de emergencia como símbolo de la defensa de derechos sexuales de las mujeres?

–Sí. La diputada Martha Lorena Casco, que es opusdeísta (del Opus Dei), es ahora la vicecanciller del golpe. Eso es un signo. Y el presidente del Consejo Médico de Honduras, Mario Noé Villafranca, que hizo un dictamen contra la anticoncepción de emergencia (tildándola de “microabortiva” cuando se trata de la misma anticoncepción oral pero para utilizar hasta 72 horas después de una relación sexual sin protección) es ahora el ministro de Salud de la dictadura.

La esposa de Zelaya, Xiomara Castro, también respaldaba a las mujeres con VIH, en una demostración de su postura sobre salud sexual, y denunció ser intimidada por los golpistas.

–Claro, era la presidenta de la Coalición de América Latina y el Caribe de Mujeres en Lucha contra el VIH. De hecho, nosotras como feministas y lesbianas teníamos un pacto con ella para el avance y la incorporación de las mujeres VIH positivo en la agenda política y del Estado. De verdad, ella trabaja mucho el tema.

¿También aumentaron los femicidios contra las mujeres a partir del golpe?

–Ahora Honduras es un paraíso femicida. Hay una gran impunidad. Antes, en Centroamérica, estábamos detrás de Guatemala y El Salvador, pero ahora no sé. Solamente en julio se incrementaron un 60 por ciento los asesinatos contra las mujeres.

¿Por qué la llegada de la dictadura incrementó la violencia hacia las mujeres?

–Porque la policía estaba reprimiendo la resistencia y no cuidando a la población. Además, que haya estado de sitio –no hay libertad de expresión, la policía puede hacer allanamientos sin orden judicial, cualquiera puede ir preso por 24 horas y no se permite que se reúnan más de veinte personas en ningún lado– y toque de queda –que se impone sólo en algunos momentos en los que absolutamente nadie puede salir de la calle– hizo que se promoviera más la violencia doméstica. Hubo un momento en que la gente no tenía ni leche ni agua por cuatro días seguidos de toque de queda: una aberración. Por eso, las mujeres no podían pedir ayuda en la calle ni en la policía, que es la que ahora está violentando los derechos humanos. ¿Cómo vas a ir a buscar ayuda con alguien que te puede poner presa porque estás en la calle?

¿Cuáles son las formas de resistencia de las mujeres?

–La parte más visible es estar en las calles: el 75 por ciento de las marchas están compuestas por mujeres. Las Feministas en Resistencia nos organizamos desde el principio, pero ahora hay abogadas en resistencia, amas de casa en resistencia, trabajadoras sexuales en resistencia, sindicalistas en resistencia. Estamos poniendo comités de resistencia en los barrios y el efecto multiplicador se produce a través de las mujeres y, muy especialmente, entre las jóvenes.

¿Hillary Clinton, a cargo de las relaciones exteriores de Estados Unidos, va a ayudar al regreso de la democracia en Honduras?

–No, definitivamente nos dimos cuenta de que ella no ayudó mucho. De hecho, a (Barack) Obama le puede pasar lo mismo que le pasó a Zelaya en Honduras porque no tiene el poder absoluto.

¿Qué esperás llevarte de la Argentina?

–Mantener la solidaridad y que no nos olviden.

¿El golpe de Honduras puede ser un ejemplo para otros países latinoamericanos?

–El golpe de Honduras de hoy, es el de ustedes ayer. La sangre derramada no tiene que ser olvidada. No nos puede suceder. Y ya se está pensando que otros países pueden ser los siguientes –como Paraguay y Ecuador– y, por eso, es necesario que se frene la estrategia golpista de Honduras.

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Indyra Mendoza
Imagen: Atilio Orellana
 
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