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Viernes, 11 de diciembre de 2009

TEATRO

Cabezas quemadas

En un ambiente agobiante, tres asistentes sociales que trabajan con menores sufren del síndrome del burn out poniendo así en escena el papel del Estado cuando descarga su responsabilidad sobre quienes trabajan para él; en este caso, mujeres. Sobre un texto de la alemana Felicia Zeller, el boliviano Percy Jiménez hace un retrato del mundo del trabajo, sus padeceres y goces.

 Por Sonia Jaroslavsky

Mis muy privados festivales mesiánicos, de la autora alemana Felicia Zeller, se estrenó como semimontado en la primavera de Buenos Aires en el marco del Ciclo de Nueva Dramaturgia Europea organizado por el Goethe Institut Buenos Aires. Bajo la dirección del boliviano Percy Jiménez quisieron ir más allá del semi y configurarla como puesta en escena. Jiménez hace varios años que se asentó con una pata en Buenos Aires, pero la otra iba y venía de La Paz. Realizó la coordinación artística del Teatro Espacio Callejón durante varios años y dirigió y escribió Sirenas y Una Pintura Rupestre estrenadas en la capital porteña. Antes de regresar a Bolivia para realizar Mis muy privados... con elenco boliviano, y convocado para llevar adelante la Dirección Artística de Escénica: Festival Internacional de Teatro, presenta este espectáculo —con poquísimas funciones— como una manera de darle continuidad a la labor que comenzó en el marco de ese ciclo, y probarla de manera contundente en la plenitud de la escena.

La autora Felicia Zeller es reconocida en la escena alemana: tiene unas catorce obras en su haber y además escribe poesía y prosa, y se dedica a obras de arte multimedia, transformando sus lecturas en performance. Kaspar Häuser Meer (Mis muy privados festivales mesiánicos) recibió en el 2008 el premio del público en las Jornadas Teatrales de Mülheim. Se dice que tiene un estilo particular de conformar dramaturgia: “Ser autora que pronuncia todo en voz alta al escribir y de pasada anotar el murmullo de nuestra época”. Y están en lo cierto.

La acción comienza cuando Bárbara, Silvia y Anika, las tres asistentes sociales del Servicio de Asistencia Social para Menores de Alemania, se encuentran desbordadas de trabajo porque Björn —uno de sus compañeros— abandonó el empleo y su reemplazo no llega. Colmada de expedientes y teniendo que tomar los casos que dejó su colega —además de tener que realizar las estadísticas anuales porque se acerca fin de año— las chicas parecen explotar. El ambiente es agobiante, reina la presión y el síndrome de burnout producirá una catástrofe en estas mujeres.

La autora realiza una aguda e irónica crítica acerca del tema del papel del Estado en la asistencia social, basada en la modificación de la reforma de la asistencia social alemana, la cual solicitó bajar el presupuesto para esta área afectando a jubilados, desempleados y enfermos. El caso que toma la obra específicamente es el de la población infantil. Con la economía familiar afectada, el maltrato, la violencia y la pobreza produce una cascada de denuncias por núcleos familiares conflictivos y, por ende, niños en situación de riesgo. Zeller va más allá porque además de realizar a través de este texto una denuncia de los sistemas sociales estatales, se mete en la relación de la mujer y el trabajo. Desde la dramaturgia propone un texto arrasador, que no da respiro, donde por un lado despliega prototipos de mujeres trabajadoras y, por otro, un sin fin de voces con textos de citas de clientes sobre los principios éticos del trabajo social.

Percy Jiménez tomó la decisión de incluir un cuarto personaje para acentuar estos textos de multiplicación de voces, que a la vez funciona como un alter ego de estas mujeres. La puesta opera desde la inmovilidad, produciendo así la contradicción entre la aceleración por las tareas pendientes y constante actividad, y la falta de operatividad real que ejercen las asistentes o ¿porqué no: el Estado?, desde su no movimiento. Casi estatuas vivientes, muñecas robóticas con programas que fallan. El afuera, el otro, se configura con una claridad sorprendente de la mano de las consistentes actuaciones de Carolina Balbi, Gonzalo Martínez, Marigela Ginard y Tatiana Sandoval, y ya no es Alemania sino Argentina la que se hace presente desde este espacio evocado. Así el espectáculo se redimensiona sin problemas y las fronteras que podría dividir al ser Alemania un país de “primer mundo” sólo hacen que se resignifique y provoque preguntas acerca de su repercusión por estos lugares.

Ellas este fin de año sólo quieren desprenderse (pero sin culpa) de los llamados de padres y madres que maltratan a sus niños, de las denuncias, de la presión de hacer o no lo correcto en cada caso, de la sensación de poder y la satisfacción que les da el término de una jornada de trabajo bien resuelta. Ellas disfrutan en privado, no pueden divulgar su tarea. Esos son sus festivales mesiánicos y se disfrutan en soledad.¤

Mis muy privados festivales mesiánicos. Viernes 11, sábado 12 y domingo 13 a las 20.30. Espacio Callejón. Humahuaca 3759 Entrada: $ 30 (est. y jub. $ 15). Reservas: 4862-1167.

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