“No quiero hacer la apología de nada, ni oponerme a nada –dice Susana Thénon– porque esa actitud me esteriliza y me agota. Y además me apropio de una vez por todas de otra facultad maravillosa: contradecirme a mí misma cuando me dé la gana.” Esta mujer, cuyo sueño mayor fue la de “no rendir cuentas a nadie”, contemporánea amiga de Alejandra Pizarnik, parece no someterse aún a los rigores del canon de “las poetas”. Tal vez porque su rebeldía se vertebra sobre lo que la Crítica espera, respalda, permite. La Crítica podría decir que Thénon pertenece a la generación de poetas argentinas del ’60. Pero, ¿qué es una antología con las poetas argentinas más representativas del ‘60? ¿Qué es una poeta en el Exilio o en la Patria de esta Literatura? Thénon responde en su poema “La Antología”: ¿Tú eres la gran poetisa / Susana Etcétera? / Mucho gusto / me llamo Petrona Smith-Jones / soy profesora adjunta / de la Universidad de Paughkeepsie / (...) / y estoy becada / por la Putifar Comisión / para hacer una antología / de escritoras en vías de desarrollo / desarrolladas y también menopáusicas / aunque es cosa sabida que sea como fuere / todas las que escribieron y escribirán en / Argentina / ya pertenecen a la generación del ‘60 / incluso las que están en guardería / (...) / porque tú sabes que en realidad / lo que a mí me interesa / es no sólo que escriban / sino que sean feministas / y si es posible alcohólicas / y si es posible anoréxicas / y si es posible violadas / y si es posible lesbianas / y si es posible muy muy desdichadas / es una antología democrática / pero por favor no me traigas / ni sanas ni independientes.

Facultad de contradecirse que no es muy lejana de la facultad de enamorarse, Susana Thénon tenía las dos. La poeta y académica un día se enamora de la bailarina Iris Scaccheri. Deja de publicar libros y se dedica a fotografiar a Iris durante 7 años. Iris en Hosanna, Iris en Carmina Burana, Iris en ¿Me quisiste alguna vez?, Iris en La muñeca. Y escribe en “Distancias”: Iris golpeó la tierra con una larga vara blanca / y subió por su propia cabellera / (...) Entonces comprendí que me había encontrado / con la danza.

Susana Thénon nació en Buenos Aires en 1935. Es argentina y, como tal, escribe en 1986: ? / y / yo / como argentina hasta la muerte / opino que es la muerte / che vieja / que estamos en el aire / oy Dios / ¿estamos en el aire? / yo que creí que esto era bajo tierra.

Toda la producción de Thénon se encuentra en La morada imposible, una edición en dos tomos publicada por Corregidor en el año 2004 que reúne sus cinco libros escritos entre 1967 y 1987. Allí están sus traducciones de poemas de Rilke, las notas bibliográficas publicadas en Sur y la correspondencia que mantuvo con su otra amiga, Ana María Barrenechea, y con Renata Trietel, su traductora al inglés. Con ambas compartió la lectura de sus poemas, discutió acaloradamente de gramática, se confesó derrotada o eufórica. La libertad de contradecirse implica un movimiento arriesgado: escucharse, leerse y, si es necesario, hartarse de una misma. Quiso hacer música y compuso coros, dúos, voces desdobladas. Abandonó la experimentación, que le causaba escalofríos, y volvió a su amado Lorca con poemas rimados. Harta, con los “ovarios completos”, esta mujer buscó en el arsenal de la cultura los instrumentos para la demolición de cualquier Orden. Los años de latín y griego, de hebreo y alemán, forjaron a esta poeta “rea”, como le gustaba llamarse. En la mezcla, en las conexiones imposibles, pudo ser lo que quería: bruta, grosera, “toda mezclada de latín, griego, mierda, tallarines, cultura y barbarie”. Esta poeta de origen judío murió de cáncer en 1990 en Buenos Aires. Y nos dejó la certeza de que “Dios no funciona”.