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Viernes, 5 de marzo de 2010

LA EXTRAñA DAMA

Lucía Topolansky

 Por Marisa Avigliano

“Señora Presidenta de la Asamblea General, mi querida Lucía, legisladores y legisladoras que representan la diversidad de la Nación”, este texto podría ser un fragmento de alguna novela (naturalmente latinoamericana) y Lucía su protagonista romántica indiscutible. Pero no, estas son las palabras que el actual presidente de Uruguay eligió para iniciar su discurso de asunción y Lucía es Lucía Topolansky, la primera dama uruguaya, la senadora, la militante Tupamaru, “La Tronca”, la que se enamoró de su marido cuando estaba en la clandestinidad y no era Pepe Mujica sino “Ulpiano”, la que estuvo presa durante la dictadura, la que se escapó y a la que volvieron a encerrar (la capturaron por segunda vez en 1972, vivió trece años en la cárcel, hasta que finalmente se declaró la Amnistía). Corrijo, el texto inicial no es el fragmento de una novela pero ella definitivamente es una heroína romántica.

Lucía Topolansky y su hermana melliza María nacieron el 25 de septiembre de 1944 en Montevideo, formaban parte de una familia numerosa y aristocrática (eran siete hermanos y el apellido materno es Saavedra). Lucía fue a un colegio católico –el Sacre Coeur de las Hermanas Dominicas– y estudió arquitectura hasta que entró en la clandestinidad, en febrero de 1969. Dos años antes ya militaba, al igual que su gemela, en el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros.

Cuando Lucía recuperó la libertad, en marzo de 1985, volvió a militar y participó en el año 1989 de la fundación del Movimiento de Participación Popular, integró la Dirección Nacional del MPP y su Comité Ejecutivo Nacional y participó en el Frente Amplio. Diputada y senadora, integró las comisiones de Ciencia y Tecnología, la de Constitución y Legislación, la de Educación y Cultura y la de Vivienda y Ordenamiento Territorial, entre otras. En 2007 presidió la Comisión de Ganadería, Agricultura y Pesca y la Comisión de Presupuesto.

Después de este brevísimo currículum político, la vemos ahora en nuevo rol: primera dama.

Mientras que las espléndidas Michelle y Carla y hasta la insípida Letizia buscan brillar en cenas de gala y cumplen rigurosamente con las páginas sociales y las de moda, Lucía aparece siempre despeinada, con sus canas al viento, con sencillísimos pantalones, camperas, blusas —por lo general blancas—, zapatos bajos y sin maquillaje, como si estuviera en Puebla, su chacra de Rincón del Cerro, entre perros, flores de cultivo y tomando mate bajo su techo de chapa. De todos modos, aclara a quien se lo pregunte (ya se sabe, para los espectadores eternos o nos maquillamos mucho y está mal o no nos maquillamos nada y está peor) que a ella no le parece mal que la gente se “produzca”, porque para ella lo importante es la libertad, por eso, en cuanto a vestidores se refiere: “Que cada uno haga lo que lo hace sentir libre”. Operada de la cadera y recuperada de un cáncer de mama, Lucía es dueña de un estilo poderoso, enérgico, dice que siempre tuvo que luchar por reafirmar su identidad (“de chicas a María a mí nos vestían idénticas”) y se la nota cómoda (como la ropa que usa) entre la gente y asegurando que ni ella ni Pepe van a dejar de ir a la feria de los sábados. Uruguay sabe vanagloriarse de sus costumbres pueblerinas.

Lucía, la que sueña “con el proyecto artiguista de la Patria Grande”, la que siente admiración por Eva y por Encarnación Ezcurra, dice que no se ve haciéndole la reverencia a la reina Isabel mientras vuelve a reivindicar la militancia y la gerenciación en el Estado, para “implicar a los funcionarios públicos, que lo sientan como propios y tengan el orgullo de hacerlo funcionar bien”.

Días antes de que Mujica le ganara las elecciones a Lacalle, los medios se encargaron de enfrentar también a sus mujeres, allí estaban los perfumes y diseños de María Julia Pou Brito del Pino, Julita, quien había sido ya primera dama entre 1990 y 1995 y el estilo “descontracturado” de Lucía.

Uruguay ha tenido primeras damas muy diferentes: Martha Canessa, actual miembro de la Real Academia de Historia de España y de Venezuela; Mercedes Menafra, premiada en 2001 por los periodistas como “La Mujer del Año” y como María Auxiliadora Delgado, la mujer de Tabaré, que nunca dio entrevistas.

En tiempos de Lucía, no es difícil imaginar que con ella se hablará más de Finlandia y de educación que del Fashion Week, auque se haya mandado a hacer por una modista el trajecito con el que le tomó, como Señora Presidenta de la Asamblea General, el juramento a Pepe.

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