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Viernes, 2 de julio de 2010

DOC

Realidad a la holandesa

Dos documentales holandeses de calidad dirigidos por mujeres llegan al Palais de Glace para abordar temas que importan.

 Por Guadalupe Treibel

Por el azar del género, dos documentales de realizadoras femeninas (y holandesas) llegan a la pantalla grande –del Palais de Glace– para debatir temáticas de peso: la explotación infantil oculta detrás de carpas, enanos y elefantes (Starkiss: Chicas del Circo en la India, 2003) y la esencia de la naturaleza puesta en jaque, vueltos los elementos pura materialidad (Los 4 elementos, 2006). Con el auspicio de la Embajada del Reino de los Países Bajos y del Festival Mujeres en Foco, la propuesta de viernes, sábados y domingos de julio apuesta al cine “verdad” con perspectiva: la que involucra una injusticia (más) para niñas; la que permite una sensibilidad poética frente al mundo que rodea. Caso a caso...

Alicia ¿en el país de las maravillas?

Una nena que no llega a los 10 añitos mira a su muñeca y habla. Dice que extraña su casa, su familia; dice que quiere aprender a leer y escribir. Su “trabajo” fulltime le robó la vida: sus padres la entregaron al Gran Circo indio de Rayman a cambio de unos billetes y el contrato –de años– es por entre 2 y 6 dólares mensuales. A veces, menos. Antes vivía en Nepal; un cazador de talentos la descubrió y filtró ilegalmente en India. “En tres años, voy a haber aprendido el Ciclo, el Ring Dance y el Bamboo. También el Starkiss”, recuenta la niña sobre trucos que vendrán. Tiene la alegría quebrada y no es la única: hay 50 mujercitas de 8 a 16 años en su situación, un estado carcelario y laboral que explota sus cuerpos a cambio de comida, techo (de carpa) y exclusión total: para mantenerlas puras, las chicas están cercadas; sólo pueden relacionarse entre ellas y ejercitarse.

Sobre la realidad menos pensada detrás del showbiz circense y el mercado negro que rodea habla Starkiss: Chicas del Circo en la India, la coproducción holandés-india dirigida por Jascha de Wilde y Chris Relleke que, en 77 minutos, muestra los peligros (físicos y emotivos) de la reclusión, los ejercicios, la presión por ganar dinero y las expectativas de muchachitas que no saben (ni pueden) volver a la niñez robada. El documental –que ya se había presentado en el festival Mujeres en Foco– apuesta a la fuerza argumental detrás de la descripción cotidiana y se pasea por la miseria, redefiniendo la trata infantil bajo una fórmula masiva, naturalizada e impensable, donde los números hacen de topadora: es el dinero el que habilita el encierro y funda una nueva moral.

Viaje al centro de la tierra

Algunos dicen que Los 4 elementos es un documental sobre la solidaridad de los hombres hermanados frente al trabajo manual; otros, que es un film de alto contenido ecológico: olvidado el carácter místico de lo natural, la humanidad procedió a tratar la tierra como mero recurso y, sin respeto alguno, la convirtió en una “estación de servicio”. Ninguna acepción es incorrecta pero una mirada domina la cinta de 2006 de la holandesa Jiska Rickels: el agua, el fuego, el aire y la tierra siguen dando pelea. Y en su indomabilidad reside una belleza rebelde (y peligrosa) que muchos han olvidado. Es en el trabajo cotidiano de explotación (o, según el caso, mera relación) donde el obrero expone el cuerpo propio a una rutina peligrosa. Y teme.

Así, el microrrelato Aire muestra el entrenamiento de astronautas rusos bordeando, por momentos, una estética sci fi. En Tierra, Rickels redefine el subsuelo, acompañando a mineros alemanes. En Agua, se adentró en el mar de Bering con pescadores de cangrejos y el recurso natural es –por demás– amenazante. Fuego resarce: los “smokejumpers” rusos conviven con el bosque y apagan incendios.

A modo de ensayo cinematográfico, casi sin palabras y con un tratamiento sonoro sutil, minimalista, Los 4 elementos asume una preciosidad visual, cruda, y una rítmica segmentada: cada elemento tendrá su historia, sus protagonistas, su definición. Une, sin embargo, una particularidad que es logro de la realizadora: Rickels pone la cámara donde nunca antes estuvo y, por elección de encuadre, edición o selección de área, introduce al espectador en un mundo que suponía conocer pero que, frente a la pantalla, ve por primera vez. ¤

Días y fechas en www.palaisdeglace.gob.ar.

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