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Viernes, 16 de julio de 2010

PERFILES

LA CONVERSA FEMINISTA

 Por Flor Monfort

Liliana Teresita Negre de Alonso debe estar agotada. Su agenda 2010 arrancó con su flamante gestión al frente de la Comisión de Legislación del Senado y a mitad de año ya gastó los cartuchos de varias ideologías que no reposaban en su mesa de noche, como sí lo hacen las enseñanzas de Escrivá Balaguer, fundador y beato del Opus Dei.

Es que Negre es una remadora. En 2005 la senadora puntana aseguraba que el divorcio es un cáncer social y como vicedecana de la Universidad Austral apadrinó la publicación del libro Bases políticas familiares en la Argentina, consiguiendo el auspicio del Senado y del entonces vicepresidente Daniel Scioli (tan aferrado a los ejes cristianos que después de abandonar a su pareja y negar a su hija, un buen día la aceptó en el núcleo duro de su familia y ahora todos conocemos a Lorena). En ese entonces, Negre ya insistía con algunas de sus máximas actuales, más inocentes entonces por su carácter de old fashion pero con el peso de una verdadera vocera que hace valer sus dichos con trayectoria.

Amiga y defensora de Cecilia Pando, su carrera política creció en el eterno feudo de la San Luis de los Rodríguez Saá. Fue jueza durante la dictadura, votó en contra de las designaciones como jueces de la Corte de Eugenio Zaffaroni, Elena Highton de Nolasco y Carmen Argibay por sus validaciones en temas como el aborto y los derechos humanos y salió a respaldar al obispo Baseotto cuando éste aseguró que al entonces ministro de Salud Ginés González García había que tirarlo al mar con piedras atadas al cuello si seguía insistiendo con eso de la educación sexual en las escuelas; otro punto que a Negre la saca de sus casillas.

Ahora, en su calidad de presidenta de la Comisión de Legislación de la Cámara alta, inició una gira por todo el país para liderar las audiencias públicas por el expediente del matrimonio igualitario. Según sus propias palabras, fue una ardua tarea de 14.500 kilómetros y reclamos constantes de los miembros de las comunidades homosexuales. En el debate donde debieran haberse escuchado las voces que lo articulan, Negre prohibía la entrada o negaba la palabra a los representantes de la Federación Argentina de Lesbianas, Gay, Bisexuales y Trans y proponía todo tipo de argumentos delirantes según el auditorio que la recibía. En Chaco, dio lugar a un pastor evangélico que se explayó sobre el aparato digestivo del hombre. “No está preparado para digerir semen”, dijo. A la gira, Negre la bautizó “cruzada” a favor de la familia.

Su ataque más gastado refiere a que la ley de matrimonio igualitario está impulsada desde el puerto de Buenos Aires para traficar esperma, óvulos y otras piedritas de colores cortadas por el modulo gay y operadas desde los más bajos fondos de sus objetivos comerciales. Temerosa de que las lesbianas se agarren de los pelos por un frasquito de semen, aclaró que no quiere que nuestra capital se convierta en la sede homosexual del mundo: “Hay un fuerte movimiento con la llegada de buques gay, donde se hacen restaurantes gay, hoteles gay, galerías gay, shopping gay”, refirió indignada. También aseguró que ahora que el pulpo Paul no es la noticia del día para los argentinos que cuando ven rebotar una pelota se olvidan de todo, el Gobierno usa esta ley para seguir distrayendo a los descocados ciudadanos. “El gobierno nacional instaló la confrontación”, aseguró.

Pero Negre suelta la cadena cuando se siente en casa: basta poner en youtube su nombre para acceder al debate televisivo del 8 de julio en el programa puntano Edición Abierta, donde asegura que esta ley es una operación de organizaciones internacionales para “venir a llevarse a los chicos” ya que ellos (los europeos) no tienen hijos. “De este tema no se habla y es gravísimo.” Allí también defendió su propuesta de “pactos de convivencia” donde se reconocerían “derechos más importantes”, teniendo en cuenta esa usanza tan común en el interior de tener a una chica toda la vida, educarla y alimentarla pero que en la repartija final de bienes se queda sin nada: “Los patrones se mueren y la mandan al asilo”, explicó.

El lunes 12, cuando el debate se enardecía, la senadora le sacó punta a otra de sus lanzas fatales. Ya había argumentado en este sentido pero ahora fue esencia de su discurso. En la mesa del programa Desde el llano de Joaquín Morales Solá, junto a los senadores Daniel Filmus y Samuel Cabanchik, Negre explicó que esta ley discrimina a las mujeres, ya que las invisibiliza en su tratamiento cuando sólo menciona al padre, tutor o cuando hace mención a la pareja bajo el nombre de “esposos”. “Tanto hemos luchado por los nombres en femenino y masculino”, replicó con la boca seca, sin explayarse luego de cuándo, cómo y cuánto ha luchado por los derechos de las mujeres, si ella misma votó contra el protocolo de la Cedaw, rechazo que le valió el reconocimiento del Congreso Internacional por la Vida y la Familia.

Venía siguiendo una línea la compañera feminista hasta que, sin querer, reconoció entender muy bien de qué se trata el lema “Mismos derechos, mismos nombres”. Puede tener razón respecto de la letra de la ley, aunque no es el punto, y mucho menos cuando está al servicio de los derechos, nombres, personas y preferencias sexuales de su agrado diletante.

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