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Viernes, 10 de septiembre de 2010

MúSICA

Sensatez y sentimientos

Con 23 años, la bajista y cantante Cam Beszkin ya suma dos discos en su haber y una vida musiquera de lo más sentida.

 Por Guadalupe Treibel

Cuando en 2008 estrenó disco debut, Cam Beszkin tenía apenas 21 años y un manojo de temas semidesnudos. Con intimismo minimalista, se vestía de bajo y voz para cantarle a la sensación agridulce que tiñe todo. A veces, una guitarra le hacía compañía; a veces, no. “Siempre relato el relativo siempre”, agravaba –desde el indefinible– la pelirroja en su track tres, “Marchan los ángeles”. El disco –crudísimo– se llamó, sin más, Andaba Cruda y fue, en sus palabras, “una forma de demostrar que la canción es una melodía, una letra y un espíritu”. Sobre la génesis, Beszkin cuenta que lo que acabó siendo un feliz inclasificable empezó como un ejercicio: “Lo fui a grabar a Casa Frida como práctica y quedó rebien, muy visceral, tan lindo que decidí editarlo”, recuerda. No sin antes aclarar: “Sadaic lo reconoce dentro del género canción”.

Después vino el vivo que, para las presentaciones, sumó al músico experimental Manu Fusari y, así nomás, surgió una química artística innegable. “En un show nuestro no hay frontwoman ni frontman. Es ir a escuchar música. Somos los dos de perfil bajo”, asegura la cantautora que nunca se acuerda marcas o nombres, que toca con atril por miedo a que la memoria le juegue una mala pasada, que (auto)evoca cierta timidez, que ve su cuerpo como una hoja y la pinta con tatuajes alados de mariposas y colibríes.

Entre presentaciones llegó el 2010 y, ya como dúo imbatible, Beszkin y Fusari se armaron de nuevas canciones, conjuntas, esta vez más vestidas y preciosistas, elegantes. Unieron esfuerzos y composiciones propias, ablandaron temas ajenos (uno de The Cure, otro de Caetano Veloso) y los sumaron reversionados. “Hacemos una combinación rebomba. Le digo: ‘Manu, tengo esto’ y le tiro fuego, le dejo la computadora encendida, en rojo”, juega Cam.

¿El resultado? Un LP recién salido del horno con 11 tracks de título imposible: “Música que cambia por vida la pena que hace riego y que hace casi risa la vida”. “No entra en ningún lado, pero te lo terminás aprendiendo”, bromea sobre la poesía que da nombre al cancionero. “No es mainstream, pero es sincero y representativo. Hay una necesidad en ambos de trasmitir lo que tenemos que excede la idea de armar algo para que funcione”, explica. Y resume: “En definitiva, significa que amamos la música. Es eso. Es lo que hay”.

Lo que hay son temas –la mayoría compuesta y cantada por Beszkin, también en bajo, con producción, coros, guitarra, programaciones y “ruiditos” a cargo de Fusari– donde la letra es polisémica y alude a sensaciones. “Privilegio lo sensorial a contar una historia. Cada canción es un estado. Odio que me pregunten qué quise decir. Lo importante es que le trasmite o evoca al que la escucha”, define la chica de 23 que apuesta a lo elíptico también en su “autobiografía” de MySpace: “Enero 1987. Nube Sol, sendero naranja que destiñó (...) Sentir sentido (...) Electra”, codifica. Y a llenar espacios. “No soy buena con las palabras”, piensa por lo alto ella, capaz de cantar “Vengo sintiendo. Voy tropezando. Qué alto está el asfalto hoy” (“Ocre”).

Hija de papá médico y mamá psicopedagoga, Beszkin arrancó su biopic musical a los 6, cuando la mandaron a aprender piano. Después pasó a la guitarra, a la batería y –finalmente– a su compañero de escena el bajo. Estudio en el Berklee College of Music y en la Universidad de Música Popular de Avellaneda, entre otros lugarcitos. Desde los 11, trabaja la voz para “hacer lo que uno quiere, no lo que puede”. En ese recorrido, se topó con el Canto Esencial Fonocorporal de Iris Guiñazú, su maestra, y comenzó a reconocer la vinculación de la energía del cuerpo, el equilibrio, las elecciones y la canción. “Como cantante no sos sólo una voz, sos un todo”, explica la bajista que, además del dúo con Fusari, integra un trío más rockero llamado Ríe, junto a Martín Batmalle y Manuel Caizza.

Entonces, está la música. Ante todo, está la música. Está también la cámara Holga con la que juega y los collages que disfruta hacer. Están las canciones de Juana Molina que gusta escuchar y sus discos, el propio y en dúo. En sus palabras: “Si alguien me dice que no puede pagar los 25 mangos del disco, se lo copio. Para mí, lo importante es que la música se desparrame y se disfrute. Prefiero que se queden con la música”. Amén. ¤

Cam Beszkin y Manu Fusari se presentan el viernes 17 de septiembre a las 24 en Virasoro Bar: Guatemala 4328, Palermo $20. Tel: 48318918. Más información en www.myspace.com/cambeszkin.

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