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Viernes, 18 de abril de 2003

GUIONISTAS DE TV

Escena por escena

Esther Feldman (“Okupas”, “Infieles”, “Acaloradas”) y Marcela Guerty (“Culpables”, “Soy Gitano”) son dos de las guionistas que más trabajo han tenido en los últimos tiempos. Aquí cada una de ellas revela cuáles son los secretos de quienes imaginan, escena por escena, la ficción que fascina a millones de personas.

Por Sonia Santoro

Se reconocen curiosas, chusmas y obsesivas. Aman lo que hacen. Su especialidad es la escritura, pero no sufren del pánico a la hoja en blanco que suele aquejar a escritores. Son guionistas de televisión acostumbradas a los éxitos. Esther Feldman, autora de “Okupas”, escribió algunos capítulos de “Infieles”, el unitario que acaba de concluir por Canal 9. Marcela Guerty escribió “Culpables” y ahora está absorbida por “Soy Gitano”, dos productos de Pol-ka y Canal 13. ¿Se develará en este capítulo el secreto de la escritura televisiva?

Escena 1.
Oficina de Esther Feldman.
Feldman baja de un taxi, se disculpa por la hora. Tuvo una reunión inesperada en la escuela de los chicos. Tiene dos, de 17 y 9 años. Se mueve apurada, metida en una mini negra y una remera escotada.
En el balcón, un changuito de supermercado lleno de macetas con flores. “Me pareció divertido”, dice. E inmediatamente: “La televisión está rara”. ¿A qué se refiere? Durante la entrevista señalará que más que la marca de quien escribe, hoy cada producto televisivo lleva el sello de quien lo produce (caso Pol-ka) y también de quien lo dirige (casos Adrián Caetano en “Tumberos”, Bruno Stagnaro en “Okupas”). Otra rareza de la televisión argentina es este nuevo género “que no es ni telenovela ni telecomedia clásica, la tira diaria o comedia costumbrista”. Empezó con “Gasoleros” y hoy tiene su máximo exponente en el aire con “Son amores”, que es “un fenómeno social”, dice.
Ese afán de analizar, de encontrar similitudes y hallazgos en la TV, seguramente, le viene de su veta académica. Feldman estudió Letras. Hace 10 años que escribe guiones para TV. Empezó haciendo un curso de guión que vio en el diario, para matar el aburrimiento de un verano en Buenos Aires y se enamoró. Empezó haciendo guiones documentales, después trabajó con Jorge Maestro y Sergio Vainman y escribió “Montaña Rusa”, “Gerente de familia”, “Hombre de mar”, “Pan caliente”, “Amigovios”, entre otros. Fue coordinadora creativa de Ideas del Sur, la productora de Marcelo Tinelli. En teatro escribió “Acaloradas”. Y este año se dio el gusto de publicar su primera novela “Amores en tránsito”.

Escena 2. Casa de Marcela Guerty.
Guerty, apellido artístico derivado de Geraghty, abre la puerta de la casa que comparte con el músico Lito Vitale en Palermo. Recién bañada, su pelo cae en una trenza sobre una campera roja y unos jeans. En el pequeño jardín, una enredadera gigante cubre toda la pared. Adentro, rojos, lilas, rosas (gustos de Lito) se superponen; cargado, pero agradable.
En su escritorio enciende un cigarrillo. Fuma uno tras otro.
Guerty es actriz. Su suerte también cambió a partir de un aviso en el diario. Este anunciaba un concurso en el que había que escribir un guión de radioteatro policial. Ella, que nunca había escrito nada en su vida, aunque sí había tenido muchos guiones en su mano, se puso a escribir con su hermana Cecilia, la mayor de siete, y ganaron. A partir de ahí, se repartió entre la actuación y la escritura. Hasta que hace tres años apostó por las letras. Escribió “Chiquititas” y después, con Juan José Campanella, “Culpables”. “El hecho de haber actuado te hace dar cuenta de que hay cosas que podés y cosas que no podés, te da tiempo, oído televisivo”, dice. Este año escribió algunos capítulos de “Son amores” y ahora, junto con Marcos Carnevale, está volcada a “Soy Gitano”.

Escena 3. Ser guionista.
Escribir una tira diaria “es un vértigo –define Guerty– porque se te tiene que ocurrir un capítulo en un día. Es como que te dicen en este campo tenés que sembrar maíz, tomate, y vos decís ¿cómo hago para mezclar los choclos con esto? Necesito un poco más de tierra. No, no hay, es acá, son 30 escenas, 10 exteriores como máximo, todos tienen que estar, una línea principal y otra...”. Además, agrega, “también te llaman de producción para decirte ‘mirá este actor, esta locación, ¿qué hacemos?’ o para corregir los capítulos que ya mandamos. Adrián (Suar) lee todos los libros y tiene muy buen ojo, te dice ‘me parece que el corte de bloque no es éste sino este otro’. El tipo es admirable. Y siempre tiene una propuesta, tiene una manera de intervenir muy positiva”. A lo largo de la entrevista Guerty hablará muy bien de la gente que la rodea.
“Mi día puede ser que arranque con una reunión y pensemos sobre qué escribir un capítulo, para qué actor, quién protagonizaría. Después vengo acá, escribo la síntesis, trabajo la historia, desarrollo la escaleta”, cuenta Feldman. Para los ajenos a la televisión, Feldman define qué es la escaleta: “Un instrumento previo al guión para asegurarse de que va a tener presentación, nudo y desenlace, que si pusiste algo en la escena cuatro es porque lo vas a necesitar en la escena ocho”.
El trabajo en grupo, coinciden, es la base de un buen producto.
En primer lugar porque, como dice el refrán, dos cabezas piensan más que una. Y cuando a una se le acaba el “imaginario” la otra lo renueva. Pero también porque la interrelación con productores, directores y otros profesionales de la televisión enriquece mucho la tarea. “No soy de los que se encierran, escriben solos y dicen ‘no quiero que me toquen una coma de lo que escribí’. Yo creo que un guión de televisión es –la definición famosa– algo que sea presupuestable, algo que se pueda hacer. Pero aparte es un instrumento de trabajo, entonces, debe servir para que las otras áreas puedan trabajar y puedan enriquecerlo.”

Escena 4. Las ideas.
Se cayó el mito, no existe el síndrome de la página en blanco, por lo menos para las guionistas. “El trabajo te lleva a que te salga, tiene una dinámica que hace que uno se acostumbre a tirar, tirar; y tirás 200 ideas para que quede una”, agrega. Esta necesidad de resolver se traduce también en su vida cotidiana. “Soy práctica, siempre lo fui. Lo que me aportó el laburo es mucho más agilidad y no engancharte. Porque en el trabajo uno se divierte, la pasa bien, se enoja, pero no tiene demasiado tiempo, tieneque seguir. Tenés que seguir con tu vida porque te queda un rato de la noche para estar con tu familia y decís ‘no me la puedo perder embolada con esto’. Entonces, esto es lo que agiliza el mecanismo de entrar y salir”, dice.
Las ideas salen de todos lados, se roban, se rasgan de historias del entorno, se leen, se oyen, se ven en televisión o en cine, se investigan. Hasta se sueñan. Guerty se define obsesiva: “me pasa que empiezo a pensar siempre con los personajes que estoy escribiendo. Te cuesta mucho desengancharte, te ponés monotemático. Cualquier cosa que ves se te ocurre para tus personajes, ves a dos tipos peleando y decís ‘qué bueno, se lo puedo poner a tal’. La gente te cuenta cosas y pensás ‘esto lo voy a poner’”, dice. Alguna vez le ha pasado lo que a Woody Allen o Truman Capote, acusados por sus amigos de develar secretos íntimos.
Feldman, confesa curiosa, lectora, cinéfila y chusma compulsiva, dice “puedo estar sentada con vos en una mesa y si atrás escucho una conversación que me interesa estoy todo el tiempo escuchando”. “Yo creo que uno tiene que escribir sobre lo que sabe en el sentido más amplio de ese término. Cuando escribimos ‘Okupas’ nos informamos, buscamos material sobre casas tomadas, el caso de Rosario, los okupas italianos, hablamos con okupas, nos metimos en casas, uno trata de enriquecer su imaginario, si no, te limita mucho. A mí, personalmente, me gusta siempre, si incluyo un caso médico o legal, hablar con profesionales. Después podés tomarte ciertas licencias poéticas porque cuando escribís tratás de manejarte con el criterio de verosimilitud, no es un documental donde uno debe ser exactamente fiel a la realidad. Pero, por lo menos, tenés que saber dónde te tomaste la licencia y no hacerlo por ignorancia”, dice.

Escena 5. Una historia de amor.
Una anécdota que no atañe a la televisión, pero cobra interés para el género telenovela: ¿Cómo se conocieron Marcela Guerty y Lito Vitale? En palabras de la guionista: “Me lo presentó (Esteban) Morgado. Yo soy amiga de la mujer. Un día me dicen ‘¿querés ir a comer a la casa de Lito Vitale?’. Yo estaba sola, estaba laburando en ‘Culpables’ y no salía nunca. Lo que no me acordaba era cómo era la cara de él. Mi familia y yo no tenemos relación con la música. De chica en mi casa no había música, el primer grabador apareció cuando mi hermana tenía 15 años; cuando me separé de mi anterior pareja, separamos los compacts, teníamos como 400 y a mí me quedaron ocho, uno de Rafaela Carrá, uno de Sandro, muchos que compraba de ofertas. Así que tenía como una imagen medio de Víctor Hugo Morales, un tipo grande. Y cuando lo vi me acordé, alguna vez había visto el programa, pero siempre tenía la idea de un tipo levantándose del piano, como que agarraba el final. Y alguna vez había ido a un recital en Parque Centenario y lo único que me acuerdo es que había un tipo que tocaba y que yo hablaba con alguien. Pero enseguida me gustó”. Y vivieron felices y comieron perdices. Ahora se entiende por qué se especializa en contar historias, ¿no?

Escena 6. Para quién se escribe.
“Uno escribe para salir de la intimidad; de tu computadora, de tu cabeza”, dice Feldman, que siempre piensa en un lector ideal. A Guerty lo que escribe primero le tiene que gustar a ella. Por eso no le preocupa mucho cuando sus allegados le critican los programas. Su madre se dormía en el segundo bloque de “Culpables” y a su suegra le parecía una porquería. “Creo que le tiene que gustar a la mayoría” y eso pasa cuando el programa tiene “algo”; en “Son amores” la gente se divierte, en “Tumberos” la ponen en algo muy límite de lo loco, lo sádico, comenta.

Escena 7: fin.
“Cuando uno escribe puede aspirar a un fenómeno social, masivo, como ‘Son amores’ o al fenómeno de culto que tuve la suerte de vivirlo como autora de ‘Okupas’. Me ha pasado de estar en Parque Rivadavia y ver que se venden o se cambian los videos. Yo chocha. Son como las dos puntas y me gustan las dos”, comenta.
Con tantos años de oficio en su haber, Feldman está segura de una cosa: no hay una fórmula para el éxito. “Mismos productos con mismas fórmulas son uno un fracaso absoluto y otro un éxito tremendo”. Por eso, dice, hace años dejó de pelearse con el rating. A Guerty el susodicho todavía nunca le jugó en contra, tal vez por eso no se le ocurre que le pueda ir mal. “No existe, hay una parte mía que dice que mientras uno haga lo que quiere hacer y trabaja, va bien. Pero bueno, también puede suceder que no vaya bien, espero que no llegue ese momento”, dice. Seguramente, es el deseo de todos los que hacen la televisión. Pero, se sabe, si de géneros hablamos, el televisivo sin un rating que galope a su antojo, deja de serlo.

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