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Viernes, 8 de octubre de 2010

TEATRO

El camino de los sueños

Momento culminante en su carrera artística, Alejandra Radano está presentando su propio espectáculo, La Inhumana, en complicidad con el músico Diego Vila, Gonzalo Córdova y Diego Bros. Travesía onírica donde se funden música y teatro, artes visuales y poesía.

 Por Moira Soto

En una carretera perdida que zigzaguea en un paisaje mental, avanza, oscila, trastrabilla, se eleva una inquietante figura femenina, ¿es una loca de amor no correspondido, la muñeca a cuerda de una caja de música o acaso una criatura artificial animada, del gremio de la Olimpia de Hoffmann, de Las hortensias de Felisberto Hernández? La misteriosa muchacha de blanco, de ojos magnificados por el maquillaje, tomada por la música empieza a cantar la desdicha extrema de la florista que ha tronchado azucenas y jazmines, todas las flores de su jardín para poder pagar la sepultura de su hombre fiel, pero la plata no le alcanzó... Un melodrama, sí, que hace honor a la etimología de la palabra y a la desmesura del género, espejismo exacerbado de la llamada vida real. Pero no hay lágrimas en la voz de la muchacha que pone el énfasis en otro lado, como si estuviera descubriendo ese increíble tema de Vescia, La florista tiene vértigo (1936), y a la vez lo fuera examinando, casi desmenuzando a medida que lo entona.

Porque Alejandra Radano, creadora (en sociedad con el brillante músico Diego Vila), directora e intérprete de La inhumana, ha elegido un registro extrañado para interpretar estas canciones que, enlazadas por temas de Vila, van tramando un relato donde los corazones sangrantes, las ilusiones perdidas, las ansias clausuradas, la oscuridad y la desesperanza apuntalan una poética que muta y se desvía cuando copa la escena una Joan Crawford, dos Joan Crawford –la femenina, la masculina– de rojo profundo y hombreras generosas. Poética que explota cuando Radano dice el tremendo texto Las tres manzanas podridas, de León Felipe, o al cantar de manera estremecedora la galopa “Monte Virgen”, de Acho Manzi, siempre con el hilo conductor musical de Vila, que lleva naturalmente al grito provocador de Future is Now, de Nina Hagen. Antes, Jacqueline Perrotin (Valz Infantile), Roland Topor (Les couleurs), Les Rita Mitsouko (La chica sin edad), Peres Freire (Maldito tango): hallazgos impagables.

Alejandra Radano no ha viajado en vano dentro y fuera del país, por eso ahora puede hacer esta depurada travesía sobre el escenario del CCC: desde recorrer la provincia de Buenos Aires en la ruta de las obras del arquitecto Francisco Salamone, a dedicarse a encontrar joyas de la música en cualquier latitud, la ecléctica cantante y actriz, a la vez desarrollando una intensa carrera, no ha cesado de cultivar todas las artes con fervor. La Inhumana empieza a gestarse hace unos cinco años: “Tenía ese título sin saber bien por qué, hasta que vi la película de Marcel L’Herbier y me enteré de que había sido hecha para defender las artes decorativas modernas, en 1924. Me apropié de esa causa, pensé este espectáculo en parte con ese fin. Aunque si hablamos de cine, tendría que nombrar también a Georges Franju y films suyos como Judex y Los ojos sin rostro, que me fascinan”. Y quizás también mencionar el vanguardista Ballet Mécanique de Fernand Léger, también de 1924, porque una de las definiciones que Radano hace de su creación –aparte de banda sonora de un film, música sintética, performance sonora– es precisamente la de ballet mecánico. Años tomando apuntes, eligiendo temas que le resonaran y dejando que se relacionaran en su inconsciente, trabajando con Vila para conseguir “una lógica musical”. Los múltiples referentes se fueron decantando, quedó el concepto tamizado, la obra empezó a volverse autónoma, personal. Lo suficiente como para recibir una visita de Joan Crawford, el hipnótico ballet de Pablo Rotemberg que arranca por su cuenta, separado de La Inhumana, y que terminará integrándose cerca del final.

Banda sonora desde lo musical, bande dessinée desde la escenografía (Gonzalo Córdova, también creador de la magnífica iluminación) con ese rayo de historieta demarcando el camino de la chica de blanco que se puede volver cisne y decaer, fantásticamente vestida por Pablo Ramírez (quien hizo los diseños a partir de las carpetas, las músicas, las ideas que le acercó Radano, cuando la obra aún no existía). Entre Liliana Porter y Horst P Horst, Marinetti y Max Ernst, justo es citar la fructífera influencia de Gilbert Garcin, fotógrafo francés contemporáneo que a los 64 empezó a realizar fotomontajes, convirtiéndose en estrella de las artes visuales.

Rebosante de energía y creatividad, Radano hará próximamente unas performances en Milión, con Carlos Casella y Diego Bros (coreógrafo necesario de La Inhumana), y asistirá al Festival Cervantino en Azul, en el Teatro Español, precisamente frente a la plaza donde zigzaguean los mosaicos diseñados por su venerado Salamone. A continuación, iniciará una gira por Francia con Tatuaje, Cabaret Brecht Tango Broadway, algunas funciones de Tres Tangos. Quizás en algún momento, en algún avión, Alejandra encuentre tiempo para terminar de leer Gödel Escher Bach...

La Inhumana, los viernes y sábados a las 0.15, a $30, hasta fines de octubre en la Sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, Corrientes 1543

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