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Viernes, 19 de noviembre de 2010

Todas bienvenidas

SALUD. El Ministerio de Salud junto al Anude y organizaciones de lesbianas, gays, travestis y trans lanzaron una campaña para que las lesbianas sean incluidas específicamente en las consultas ginecológicas. “Ejercer la orientación sexual libremente, sin discriminación ni violencia es un derecho”, es el lema de la campaña.

 Por Luciana Peker

“Ejercer la orientación sexual libremente, sin discriminación ni violencia es un derecho”, dice el lema de la campaña del Ministerio de Salud; el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) y la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Travestis y Trans (LGTB) que se difunde por todo el país. La idea es que las lesbianas y las mujeres bisexuales concurran a los centros de salud para sentirse cómodas, sin negar su orientación sexual y puedan prevenir enfermedades de transmisión sexual y cáncer de cuello de útero y mama, entre otras enfermedades (ver recuadro). “Lesbianas y mujeres bisexuales tienen derecho a un trato respetuoso, digno, amigable y sin discriminación para expresar su propia orientación sexual en la consulta ginecológica”, expresan en la Línea Salud Sexual (0800-222-3444) que motoriza la ampliación de los derechos que, parecen tan obvios, pero son tan descarnadamente postergados. O, directamente, vulnerados

ANESTESIATE Y NO GOCES

“Antes de poder visibilizarme como lesbiana fui a la ginecóloga y le dije que tenía problemas con la penetración, que realmente me dolía mucho. Lo único que hizo fue recetarme una crema anestésica. No importaba que yo no sintiera placer, no se preocupó en charlar sobre eso. Sólo le importó que pudiera ser penetrada”, cuenta Mara, de 30 años. Ahora ya se define como lesbiana, pero en su adolescencia se sentía distinta a sus amigas que hablaban de placer en la escuela o en las trasnoches de vereda y cerveza, mientras ella no encontraba placer en ser penetrada. Y tampoco ayuda en la profesional que debía ayudarla.

“En el sistema de salud persisten prácticas y discursos médicos tradicionales sustentados en una cultura normativa heterosexual que aleja a nuestras comunidades de los servicios de salud. El supuesto y la recomendación de cuidados propios de prácticas heterosexuales, la desinformación sobre la prevención y la atención de infecciones de transmisión sexual en prácticas lésbicas, la falta de cobertura para el acceso a la maternidad, la aplicación sistemática de protocolos de infertilidad o el abuso de hormonas en estas intervenciones, los prejuicios de efectores y efectoras de salud sumados a un contexto atravesado por condiciones de inequidad social, cultural y económicas son algunas de las situaciones a las que nos debemos enfrentar las lesbianas en el sistema de salud”, explícita la socióloga Florencia Gemetro, integrante de Lesmadres (organización de lesbianas madres), investigadora del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (Instituto Gino Germani) y docente universitaria de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

Ante la desolación de la camilla vacía o amenazante para las lesbianas, el impulso a una campaña por mayor respeto y cuidado de las mujeres es un signo de esperanza, tal vez menos mediático que el casamiento igualitario, pero un derecho que, en la práctica, puede salvar vidas. “La creación de una Mesa de Trabajo sobre Diversidad y Derechos Sexuales y Reproductivos de los Programas Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable (PNSSyPR) y del Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cérvico-Uterino del Ministerio de Salud de la Nación se constituye en uno de los numerosos espacios necesarios para seguir trabajando en la búsqueda de la igualdad social de lesbianas, trans y gays”, sostiene Gemetro.

“Para nuestras familias, el ámbito de la salud es uno de los espacios fundamentales junto con educación, trabajo y vivienda. Este nuevo ámbito, inaugurado por los Programas de Salud Sexual y Reproductiva y el de Prevención de Cáncer de Cuello de Utero nos permite empezar a trabajar sobre inquietudes que tenemos desde hace mucho tiempo y que por primera vez son escuchadas”, valora la trabajadora social Gabriela Bacin, integrante de Lesmadres e investigadora del Area de salud del Instituto Gino Germani.

SI NO SOS PADRE, NO ENTRAS

Escuchadas. Esa es una palabra que hace eco sobre el silencio que hiere, que deja afuera, que se convierte en una traba cotidiana al deseo que ya no se calla. “Cuando nació nuestra hija no querían dejarme entrar a la sala de partos a pesar de que la ley (de parto respetado) dice que la parturienta puede entrar con quien quiera (la mamá, una amiga, etc.) y no sólo un hombre. Pero me decían que entraba el padre o nadie más. Tuve que amenazarlos con denunciar a la clínica y recién ahí me dejaron pasar”, relata con dolor y agallas Analía, de 35 años, que ya forma parte de una familia diversa y que desde el parto tuvo que parir su maternidad tan igual como diferente, tan diferente como igual.

Pero la situación de Analía muestra un problema latente –al que ahora se le busca una solución a través de la concientización de las pacientes y la capacitación de los profesionales de la salud–, pero que, hasta ahora, no figuraba, siquiera, en la agenda de deudas pendientes. Mario Pecheny, investigador del Conicet en el Instituto Gino Germani y coordinador de un proyecto financiado por el Ministerio de Salud (a través de la comisión Salud Investiga) sobre cuestiones emergentes en salud sexual y reproductiva que incluye el tema de la accesibilidad de mujeres lesbianas y bisexuales, señala la discriminación del vacío: “La falta de investigación sobre acceso de las lesbianas al sistema de salud y sobre el trato que reciben es resultado de múltiples negligencias (no me gusta llamarlas simplemente ‘invisibilidades’). Desde el lado de la investigación, las mujeres heterosexuales han sido tomadas en cuenta, al menos por su condición de madres. La salud reproductiva (o ‘materno-infantil’), quizá por eso, está hace tiempo en la agenda. Los varones gays han sido tomados en cuenta, por compromiso o porque no ha quedado otra dado el peso de la epidemia del VIH/sida. En cambio, poco y nada hay de investigación sobre la salud de las lesbianas, o más concretamente, cómo juegan el estigma y la discriminación en tanto barreras de acceso a la salud en general y a la sexualreproductiva en particular. Esperemos que iniciativas como éstas tengan continuidad y además que permitan sustentar la idea de que la salud pública se base en una perspectiva de derechos humanos para todo el mundo”.

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