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Viernes, 2 de mayo de 2003

TELEVISION

Lecciones de Kamasutra

Sexo explícito pero no condicionado: epa. El Kamasutra llega de la mano de dos mujeres en la señal Infinito. El programa “Los libros del placer”, dedicado íntegramente al erotismo y a sus vertientes orientales, está producido por Carla Czudnowsky (la rubia desfachatada de “Kaos”) y conducido por Caterina Hagopian, una modelo y profesora de danzas.

Por Luciana Peker

El hombre acaricia a la mujer desde su espalda. Ella se une con él en un abrazo sin mirada: es un abrazo ciego donde la única vista son los sentidos. Ella se deja abrazar por su cuerpo y estira las piernas. Las aleja de él para abrirse más a su abrazo. Aleja las piernas para acercarse. Las pieles se bifurcan y mixturan. La geometría de los cuerpos es apenas uno de los caminos del sexo. Uno de los muchos que propone el libro Kamasutra y que ahora, por primera vez, la televisión muestra (y muestra no es un decir) en un ciclo de sexo explícito, pero no condicionado.
El ciclo “Kamasutra: los libros del placer”, de la señal de cable Infinito, muestra (los lunes a las 23.30) sexo sin rayas, entre jadeos y bocas abiertas de mujeres de uñas rojas (muy rojas), ni rayas que se abren y cierran de a poco, un poco, para dejar espiar. Ahora, la televisión se ve clarito. En el programa, una pareja reproduce algunas de las muchas posiciones del Kamasutra. Pero, además, se ofrecen recetas afrodisíacas, se cuenta la historia y la mística de la cultura de la India y se dan consejos para trasladar las dotes amatorias de los antiguos hindúes a la vida urbana de hoy.
“Para la televisión, el sexo es un gran recurso para subir el rating; entonces, si lo vamos a usar, por lo menos demos un dato que sirva. Y en vez de hacer chistes babosos, expliquemos por qué para la mujer es bueno ir arriba, o que la agarren de atrás”, explica, sin rodeos no criollos, Carla Czudnowsky, la notera y presentadora especializada en erotismo del programa “Kaos” de Canal 13 y productora de “Kamasutra”.
El programa es emitido para toda Latinoamérica y por eso sale con un castellano neutro, nada criollo, a pesar de ser una producción local. La misma idea va a seguir con otra serie sobre sexo tántrico y otros libros sexuales hindúes. Toda la serie está realizada por Rafael Aladjem y conducida por Caterina Hagopian, una modelo y profesora de danzas que trabajó acá –aunque no es conocida masivamente– y en Canadá, México, Paraguay y Perú.
Cuando Caterina se presentó al casting en el que salió elegida, no sabía que se postulaba para ser la cara de la versión televisiva del “Kamasutra” que, para la mayoría, es sinónimo de un manual sexual. “No sé si en realidad soy muy consciente de lo que estoy haciendo porque, aunque el programa tiene una alta connotación erótica, el proyecto no está encarado desde el punto de vista sexual sino desde una cultura en la que el sexo es parte de la vida”, casi se escuda Caterina, con temor a cualquier asociación autorreferencial de profesex.
Carla, en cambio, se ríe, sin defensas, de que su especialidad profesional sea el erotismo: “Yo hablo y me sale la palabra sexo”, se autodefine. Una es más tímida y otra es más osada, entre las dos aggiornan en la televisión un viejo libro para que el sexo sea siempre algo nuevo.
–En la televisión de los realities ya se mostró casi todo. ¿Un libro milenario como el Kamasutra tiene algo nuevo para mostrar?
Carla: –Sí, en este programa está la posibilidad de abrirle la puerta a una cultura milenaria de la que tenemos muchísimo para aprender, sobre todo en Occidente, donde todo es rapidito, rapidito. Y por esa velocidad nos perdemos todo.
–Uno de los lemas que repiten en el programa es “El encuentro amoroso necesita tiempo y dedicación”. En la Argentina de la crisis, el corralito y la flexibilización laboral, ¿es posible llegar a tu casa y practicar el Kamasutra con tiempo y dedicación?
Caterina: –Sí. Todo lo que uno desea hacer se puede hacer. En la filosofía hinduista, el sexo es parte de la vida. Es cierto que nosotros no nos vamos a volver hinduistas. Pero podemos aplicar algo de esa filosofía a la vida corriente y adaptarlo a la sociedad contemporánea con los tiempos que tengamos.
Carla: –Mucha gente pasa dos horas en el gimnasio, o va cinco veces por semana al psicólogo. Todo lo mágico necesita tiempo, no surge solo. Hay que decir: “Viejo, este sábado le llevamos los chicos a mamá, nos quedamos tres horas y nos conectamos”. Hay que poder relacionarse de verdad y no pensar, cuando el otro te abraza, que mejor te apurás porque al otro día tenés que despertarte a las siete de la mañana. Aunque tampoco podemos volvernos algo que no somos. Pero sí hay un montón de cosas que se pueden aprender y aplicar ahora. Y más en este momento donde muy pocas cosas producen satisfacción.
–¿El tiempo es un buen estimulante
sexual?
Carla: –Sí, estamos tan a mil que no le damos nunca un contexto mágico al encuentro. Por eso, cuando empezás a salir con alguien, estás enamorado y pasás muchas horas con una persona, sentís que esa pasión es mágica. Pero no es sólo porque recién empieza sino por el tiempo que le dedicás a esa persona.
–Tu teoría es que la pasión inicial no se debe sólo al descubrimiento sino al tiempo puesto en descubrir.
Carla: –Claro, en realidad el Kamasutra era un ordenador social, más que un manual sexual, y a lo que apuntaba era a que los matrimonios fueran duraderos y exitosos.
–El programa es muy consejero, casi un “Hágalo usted mismo” sexual.
Carla: –Sí, la idea era “practique, practique”. No me parece mal dar consejos.
Caterina: –A mí, por ejemplo, no sé si me divertiría aprender sobre autos. En cambio, me dan ganas de leer el libro. A mí no me explicaron cómo gozar. ¿No es importante?
–Ustedes muestran sexo explícito. ¿Tienen límites o buscan cruzar fronteras?
Carla: –Todo el tiempo buscamos que sea un programa sobre sexo, pero adulto y cuidado. Sería muy diferente este programa por Venus. Nosotros, en Infinito, podemos mezclar el misticismo y el sexo. Esto lo digo sobre todo para convencerla a Caterina (risas).
Caterina: –Yo tuve que mirar el programa delante de mi madre y mi padre, y no me chocó en lo absoluto. Y mamá dijo algo así como: “Ay, pero al final no se les ve nada” (risas).
Carla: –Por ejemplo, para los actores que hacen las posiciones buscamos dos personas que sean pareja. No queríamos traer personas que se dedicaran a la prostitución porque la manera de acariciarse, de acoplarse, de contactarse entre ellas es muy distinta. Además, para algunas posiciones, si no eran bailarines estábamos en problemas.
–Justamente, ¿no hay posiciones que sólo puede hacer Nadia Comaneci o alguna otra gimnasta rumana?
Carla: –Lo más divertido del Kamasutra es practicarlo e intentarlo hasta el cansancio. A mí hay posiciones que no me salen y hay posiciones que no elijo. Pero en el sexo hay tantas preferencias como personas.
–En la Argentina hay mucho sexo de la boca para afuera. ¿También hay tanto sexo de la boca para adentro?
Carla: –Yo tengo la convicción de que los argentinos no salen de dos posiciones básicas. Y la idea de que haya tantas posiciones en el Kamasutra no es para convertirte en un fiestero bárbaro sino que hay posiciones para cada persona y tipologías físicas.
–Otro de los leitmotiv que se repiten en el programa es restarle importancia a la penetración.
Caterina: –No es imprescindible cuando una pareja decide tener intimidad que haya penetración. En el Kamasutra no se habla de juegos preliminares porque, directamente, son parte de la relación.
–La sexóloga Shere Hite dice que los laboratorios farmacéuticos están inventando el boom de la disfunción sexual femenina para vender un símil Viagra, pero que los problemas sexuales de las mujeres no se van a resolver con una pastilla. ¿El Kamasutra puede ser un buen remedio?
Carla: –Hay gente que puede tener problemas físicos. Pero, sobre todo en el caso de las mujeres, no creo que las disfunciones se curen con una pastilla.
–Actualmente la mayoría de los hombres que consumen Viagra no lo necesitan, pero lo toman porque sienten una gran presión de rendir, durar y nunca fallar.
Carla: –El Kamasutra saca esta cultura fálica que tenemos nosotros en donde el falo es tan importante que si no hay erección y penetración, entonces no hay vida sexual. Sobre todo en Latinoamérica, un hombre parece ser un pene y si no lo tiene o no le funciona, entonces no es hombre. También hay placer en gozar de una comida placentera, besarse y acariciarse.

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