las12

Viernes, 31 de diciembre de 2010

MúSICA

La canción de tu vida

Porque todo recorte es caprichoso, el antojo toma la rockola Las12 por asalto y, en plan random, selecciona una decena de discos marca 2010 donde mujeres-de-micrófonos-tomar se lanzan de lleno a la música para el recuerdo. Desde el pop elegante, el funk, la canción despojada o el tropi punk con cresta y guirnalda, diez discos piden la palabra al grito de ¡Suban el volumen!

 Por Guadalupe Treibel

DELICIA CELESTIAL

Desde el susurro pelado y la voz frágil, la francesita crème de la crème Charlotte Gainsbourg volvió a hacer de las suyas y, acompañada en producción y co-composición por Beck, lanzó un nuevo larga duración: IRM, oda a las resonancias magnéticas que, post golpazo en la cabeza, le salvaron la vida. “El cielo puede esperar”, anuncia en su track 5, alimentando la mística de un pop rock elegante que se mueve entre pasajes sombríos y sensuales como pez en el agua.

Después de su disco anterior (5:55, tributo a la hora de los sueños, al aislamiento y los viajes), la –también– actriz, hija del prócer infame de la chanson française Serge G y de Jane Birkin, derrite con una poética anglo-francesa a punto caramelo, con arreglos de violines mutantes, percusiones “a la africana” y –como no podía ser de otra manera– ruiditos de maquinolas médicas; las que se usan para hacer... resonancias magnéticas.

MALA PARA TODOS

Aunque los puristas del rap español hayan puesto el grito en el cielo, oh, tranquilidad: puede que su estrellita boreal se haya volcado al electro pop y el mainstream le haya asignado una sillita en el banquete abrepúblicos, pero no por eso la Mala Rodríguez perdió el espíritu combativo. “Voy a partir cristales, agitaré mangales, sin palos ni escopetas; sólo con mi voz fruta, verde y podría”, rima la andaluza en “En la línea”, primer tema de su nuevo LP, Dirty bailarina, producido en Atlanta por Focus (que trabajase con muchachas como Beyoncé o Christina Aguilera).

La chica en sus 31 –que anuncia “amor para Lorca” en su “Cuento indio”– se despacha con letras como metralletas y, aunque falten tracks sociales y fulminantes como lo fueron “Nanai” (Malamarismo, 2007) o “La niña” (Alevosía, 2003), la irreverencia está invitada a tomar el té: “Será este orgullo mío el que no deja que baje la cabecita. A mí me criaron fuerte, caminé fuerte, siempre hablé fuerte”, canturrea ella, mientras nutre la inventiva que acompaña musicalmente con sonoridades articuladas y uniformes.

Si no, a chequear “Por eso mato”, donde la lírica recuerda a los mejores momentos de una Mala malísima, aún íntegra: “Trabajo de esclavos no remunerado. Me tienen pelando papas y no pruebo la tortilla. Rezo de rodillas; la religión es la mejor mentira para aplacar mi corazón. Mareado con todo tipo de entretenimiento, refranes y comida a mí me sirven de sustento. Por eso mato, porque si no mato, me matan. O lo que es peor: me llaman maricón. O lesbiana. ¿Hay algo peor?”, ironiza en primera persona. Buena embajadora para cruzar la frontera popular, ¿verdad?

DESFACHATADAS

Los últimos tres años de las Kellies –cuarteto local de chicas integrado por Ceci, Betty, Sil y J.J.– han sido por demás prolíficos. ¿Tres LPs no hablan, acaso, por sí mismos? Desde el pop garajero, el post punk, el proto rockabilly, algunos pasajes post disco y ¡cumbia, nena!, las chicas que cantan en todos los idiomas (amén de la posmodernidad) pusieron japonés, inglés y francés sobre castellano y largaron su último (y homónimo) tercer álbum, Kellies, un derrotero de 14 tracks que recuerdan –quizá demasiado– a la banda del Bronx de fines de los ’70 ESG. Materia prima de la buena, si la habrá...

Sacudiendo la batidora, el sucesor de Kalimera llega más sólido que nunca: mezclado por Dennis Bovell, en Londres, y editado por Rastrillo Records, el sonido macizo arremete y llama al canturreo, a sacudir los piecitos en vivo. ¿Disfrazadas quizás? A fin de cuentas, ellas mismas inauguran antifaz en cada performance...

EXTRAÑO SER

Desde el pop exquisito y minimalista, Julieta Sabanes inauguró su primer larga duración con eStar de camisón, un manojo de temas corridos (del lugar común), donde el humor sutil y las instrumentaciones juguetonas son leitmotiv. Abanderada del extrañamiento (para ella, una cuchara puede significar falta de esperanza, “sólo hay que mirarla con lupa”), la muchachita de contextura pequeña y risa gigante se embarca en la tradición à-la-Rosario Bléfari y Rosal, y entrega once tracks incorpóreos.

“Me planto frente a la mirada del otro en términos de exhibición. Canto con una voz pequeña y lo hago en un disco muy etéreo, ¿pero eso significa debilidad?”, cuestionó a Las12 Julietita, capaz de cantarle al amor riéndose de las (típicas) canciones de amor, acompañada de sintes, ukes, pelotas de ping pong, glockenpiel, pianos toy y pianos de la abuela...

CHICAS Y CHICOS DE LOS SUBURBIOS

Liderada por la parejita indie de músicos Win Butler y Régine Chassagne, la (siempre festejada) banda de Montreal, Arcade Fire, disparó el año con un tercer trabajo digno de fuegos artificiales y guirnaldas de colores. Después de tres años sin editar (Neon Bible, su segundo LP, hizo su aparición en 2007), The Suburbs reafirmó la necesidad del art rock orquestal con tono existencialista en una década subsumida por canciones mínimas.

Inspirado en la infancia de los hermanos Butler (a Win lo acompaña Will) en los suburbios de Houston, los 15 tracks sobre hábitos de consumo y movilidad social están a tono con la ambición que los caracteriza y cierta potencialidad de acceso masivo. Bien definieron por ahí: “Es el ‘Dazed & Confused’, de Linklater, de la generación Y. Serio sin bajar línea, cínico sin disolverse en apatía”.

UN DUENDE EN LA CIUDAD

Después de cuatro años sin editar material nuevo, la arpista y compositora de Nevada, Joanna Newsom, despachó la espera con una entrega colosal y, así nomás –¡en formato de álbum triple!– aterrizó Have One on me, su disco más “accesible”. Lejos quedó la naturaleza encriptada en trance folkie, el cuento de hadas y la mitología personal de Ys (2006), su segundo LP, un trabajo barroco, genial, alucinatorio y orquestal. Y sí, finalmente el duende llegó a la ciudad...

Con una voz más afilada y clara, con lyrics que hacen del amor un tópico inagotable, Newsom le canta a la propia autoestima, a su pareja, a la familia; incluso al país. Lo hace desde un combo folkie XL, donde géneros varios hacen su aparición (country, soul, pop, gospel), donde el arpa –presente– ya no es todoterreno; tiene por co-protagonistas al banjo, el acordeón, la mandolina. Inimitable, Have one on me es un trabajo en expansión que conmueve y atrapa, sin duda, a cualquier agnóstico.

¡KUMBIA, NENA!

“Yo ya te dije cómo es la cosa: cuando me enojo, soy peligrosa”, avisa el fenómeno lesbotropical Kumbia Queers en el track que da el puntapié inicial a La gran estafa del tropipunk, nuevo LP de la troup argenmex. Producido por el padrino del género y sello-de-calidad Pablo Lescano, la batidora conjuga humor, actitud trashera, punk rock y, claro, cumbia.

¿El temario? Variadito: odas al fin de semana, a la vagancia, a la obsesión romántica o al universo carcelario hacen de lyrics para doce aceitadísimas canciones. Como definió Ali Gua Gua (voz del sexteto) en una oportunidad: “Gay o no, se trata de gente que no encaja en un solo lugar y ama mezclar todo junto”. Después de (exitosas) giras por Europa, México y dos discos, queda claro que el chiste de Kumbia nena! (2007) terminó siendo cosa seria.

POR LA VEREDA DEL SOL

Porque todo principio tiene su final (o, en su defecto, una secuela), la actriz indie de ojazos azules Zooey Deschanel se calzó —una vez más— uno de los vestiditos vintage que mejor le sientan: el de cantante y compositora. Así, junto al trovador y bluesman M. Ward, aceitaron la formulita de dupla y retomaron She & Him, su dúo, con un segundo LP de temas retro pop que suenan a escuelita Phil Spector y –como bien definió RollingStone– “ofrecen una tristeza bañada de sol”, al mejor estilo californiano, dicho sea de paso. Aunque eso implique volcarse en nostalgia de tanto en tanto...

“Inspirado” en el pop playero de los ’70, la segunda entrega dinámica consta de 13 tracks donde líneas como “Love like ours is terrible news, but that won’t stop me crying over you” (“Thieves”) son moneda corriente; al igual que el vibrato y la sonrisa socarrona de una Deschanel más suelta, madre de tremenda mirada Bambi, y los efectivos arreglos de M. Ward. Y sí, en la vereda del sol todo funciona como debe.

SUBVERSIVA

El nuevo campo de batalla de la artista hip-hopera inglesa –con orígenes en Sri Lanka– M.I.A. lleva como insignia el nombre Maya y bombardea sonoridades imposibles que sirven de manifiesto subversivo. La maternidad y el éxito no parecen haber aburguesado a la morocha que, a base de juegos de palabras, agresivos efectos sonoros, beats industriales, alarmas y ritmos que fatigan cualquier oído desprevenido, entrega un gancho de derecha y ritmos de lo más energizantes.

En su tercer álbum de estudio, la británica habla de bajas, de políticas de información, de drogas y sexo. O, como ella misma definió, “de bebés, muerte, destrucción e impotencia”, temario que viene marcado por su historia familiar, la guerrilla y el arte. ¿Adaptable a la pista de baile? Escuchar para creer...

ES SOLO ROCK & ROLL

Hija de la tradición Patti Smith, Barbi Recanati se zambulle de lleno (y a grito pelado) en la utopía rockera y, como líder de la banda argentina Utopians, pone voz (y puro caos contenido) a cancionero nuevo: Freak, donde un Frankenstein saluda –entre tornillos– desde el arte de tapa y acompaña once temas rápidos y furiosos, dignos de un vivo para sacudir la cabecita.

Acompañada por su dream tema (Gus Fiocchi, Larry Fus y Mario Romero), el cuarteto renueva el post punk y el power pop con actitud garajera y, aunque fiel aún a la composición letrística en inglés, incursiona en cuatro lyrics castellanizados. “La noche me aburre, tu voz me aturde, no hay nadie normal en este lugar / Corte carré y anteojos de nerd, me hablan de discos que nunca escuché”, canturrea la anti-Mattel en “Ruta” y hace de la ironía una mano de truco con ancho de espadas. Y 33 de envido. ¤

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