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Viernes, 21 de enero de 2011

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Ese bocado

¿Qué sucede cuando poetas, artistas, escritoras, compositoras y compositores vuelcan en un mismo sitio el momento más feliz de sus vidas? Se crea un espacio virtual en el que navegar es preciso.

 Por Paula Jimenez

La portada es la secuencia de una serie de fotos que dan felicidad: el dedo de un nene señalando el papel picado desparramado en el pasto, una flor, una tarde en El tigre, las ramas de un gingko bilova, un río transparente y pedregoso donde Fabián Muggeri, el creador del proyecto, se baña. Navegar por las aguas de éste, su dominio, es entrar de plano a momentos de dicha personal elegidos por cada uno de los artistas que aquí participan y es, además, ir sumando a la cuenta de la propia felicidad la de los otros. Estos momentos han cobrado forma exclusiva para esta ocasión, son versos, prosas, música, fotos, dibujos y otras variables de la imagen. Al clickear el nombre de Sandra Mihanovich, por ejemplo, nos encontramos con un video en el que se la ve sentada en la mesa de un comedor cantando Leonzinho, el tema de Caetano Veloso, en una tiernísima versión en castellano; abajo, una leyenda escrita por ella misma explica la relación entre esta canción y el esperado nacimiento de un niño cercano. Y si clickeamos Diana Bellessi se lee un texto que rescata de los detalles intransmisibles de la infancia, un instante de baile compartido con su madre, cuando ésta la llevó a ver las flores para enseñarle qué es la primavera. También el poema de Niní Bernardello trae un recuerdo lejano, se trata del día en que su padre cumplió 43 años, o el de Alicia Genovese, que conmemora vívidamente sus quince años, el buen augurio de aquella juventud en la aparición de un grillo el día de la fiesta. Las historias familiares y de infancia parecen ganar puntos en la carrera de la felicidad, así Carolina Antoniadis muestra una fotografía suya donde se la ve con 8 o 9 años, y algo así hace la cuentista Silvia Villanueva al mostrarse en la orilla del mar, siendo una nena todavía, sonriendo con una alegría tan grande que puede contra una gorra de baño que le oprime la cabeza. Andi Nachon le escribe un texto a Mora, su hija, y nos la presenta en cuatro fotos; la novelista y periodista Gabriela Cabezón Cámara expone un collage hecho junto a Lola, su adorada sobrina, y Cristina Schiavi, por su parte, se muestra retratada con su bebé. Todos estos días, plasmados en las más diversas formas, conmueven y sacan a la luz chispazos de intensidad que podrían haber quedado encerrados en un álbum que rara vez se abrirá en el futuro o sepultados para siempre en el tiempo o en el silencio de la historia personal, pero resurgen con la provocación de una consigna sencilla y feliz como ésta, la ideada por Muggeri. Dentro de las prosas que más emocionan está la de Olga Viglieca, quien, de vuelta a su casa natal en Rosario, se reencuentra con un paraíso que aún sobrevive y que logra reunir el pasado y el presente de una vida que la autora celebra íntimamente, en la cabina del auto desde donde mira aquel árbol, sentada al lado de su amada. La celebración de la vida resumida en un momento, esa suerte de agradecimiento a la existencia, es también lo que el dibujo y las palabras de la artista visual Lisa Kerner logran expresar. Pero los caminos de la dicha son variados y sus horas también. En el caso de Marta Minujín, “El día más feliz fue una noche”, dice la hiperfamosísima artista pop, y se refiere a la foto donde se ve su obra “El Partenón del libro iluminada”. Para la escritora sureña Macky Corvalán el momento más pleno está en la foto de un perro panza arriba y en un breve y bello poema que la emparienta a él, y para otro poeta de su misma generación, Juan Fernando García, la perla elegida es el recuerdo de un viaje por Ushuaia. La lista de participantes es extensa y promete seguir creciendo porque la invitación sigue abierta. A modo de presentación Fabián Muggeri nos introduce así a su proyecto: “‘Muchos días felices’, es un anhelo de larga data que comparto con gente que admiro, quiero, leo, miro con especial atención. Se trata de una recopilación de felicidad que empieza siendo virtual, y quizás algún día se transforme en un libro (...). La concreción de este proyecto es ‘mi día feliz’”. Seguramente así lo es, ya que la felicidad que irradia esta página parece provenir de la realización de los deseos. Por otro lado, en épocas como ésta, en la que cierta tendenciosa mirada pretende tomar la parte por el todo y hacer de la desgracia la única idea que de la realidad puede tenerse, el proyecto de Muggeri habilita la luz de la alegría para alumbrar lo “real” de un modo muy distinto. No es un hecho menor: ¿cuántas cosas se hacen con esta generosidad, con la intención de mejorar la existencia de la gente, de alentar a los artistas y al mismo público a revivir de sus vidas, por un rato, su porción más feliz, a contagiarnos con la dicha ajena? Pocas. Navegar es preciso, como dice la canción.

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