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Viernes, 6 de mayo de 2011

PERFILES > SOFíA GALA CASTIGLIONE

LOS BOTONES, DE GALA

Salió un diario nuevo, o dos, sucede que para escándalo puro y duro, que es lo que parece llenar de sentido la definición de “populares” –así se anunciaron los nuevos periódicos en noticias previas–, es uno el que marca agenda. Se llama Libre y es de Editorial Perfil, que ya ha usado ese título para otro producto de su usina, uno que sacaba entrevistas de cien preguntas a, por ejemplo, “la madre de una chica mogólica” y otras linduras por el estilo. Las comillas pertenecen a la cronista, pero es que hay textos inolvidables. Libre titula con elegancia parecida a su precedente, va al punto y no se anda con vueltas. Para el caso que interesa en esta columna, no ahorró tampoco en cuerpo de letra y como si anunciara una catástrofe caló en blanco sobre negro tres palabras: Sofía Gala Porro. En realidad estaba todo en mayúsculas, pero el manual de estilo local –de este suplemento– exige ahorrarse tal destacado. ¿Qué quiere decir esa construcción gramatical imposible? La información consta de una serie de fotos robadas en un recital de Fito Páez en las que se ve a la hija de Moria Casán y Mario Castiglione fumando lo que podría ser un porrito que circula de mano en mano entre sus amigos. Un hecho tan cotidiano y tan poco feliz de fotografiar como el momento de hurgarse la nariz y sacarse los mocos o levantar un poco las posaderas del asiento para dejar salir una flatulencia. Cosas que casi todo el mundo ha hecho alguna vez, que suelen generar cierto placer y que no por eso tienen que salir en el diario por más famosa que la protagonista sea. Fumar porro también genera placer, casi todo el mundo lo ha hecho –aunque hay que considerar que no la inmensa mayoría de la población– y no se recomienda fotografiar y publicar a no ser que el medio que toma tal decisión haya asumido la tarea policíaca y no la informativa; sobre todo si las fotografías son robadas y en un contexto que incluye la reciente noticia –no tan reciente si se toman en cuenta la cantidad de días que lleva detenida la víctima– de la prisión preventiva para Matías Fatay, un joven activista que lucha por la despenalización del cultivo y el consumo de marihuana. Es probable, de todos modos, que a Sofía Gala Castiglione le importe poco y nada que la hayan fotografiado fumando porro, ella que desde que nació tuvo, según sus palabras, “una vida re Truman”, que fue invitada a posar en bolas junto a su madre cuando apenas contaba 13 añitos y que a los 15 se jactaba de tener un novio de 40 y todo con la anuencia de mamá Moria, la misma anuencia que mostró frente al hecho delatado, en voz alta y sumándose al ruedo al declarar que ella también se fuma un porro de vez en cuando. Sofía, al momento del cierre de esta edición, no dijo una palabra sobre la botoneada del nuevo diario. Para qué, si ya ha dicho más y mejores cosas. Por ejemplo: “En la vida hay que probar de todo; yo, por ejemplo, estuve una noche con una amiga que me gustaba”, naturalizando la exploración sexual sin remilgos. O “a mi hija no le doy la teta porque soy fumadora y no puedo dejar el pucho”, dando por tierra con los preconceptos del deber ser madre. O “cuando era chica me quería coger hasta las plantas”, frase enunciada a los 18 recién cumplidos. De su boca han salido otros saludables pensamientos: “Las tetas hay que naturalizarlas, pero me molesta que la mujer rebaje a la mujer porque eso nos baja la autoestima a todas”, en referencia a las “que salen del quirófano y entran a la tele” y tal vez en referencia a alguna experiencia un tanto más íntima que no hay por qué analizar en este espacio. Ultimamente, la niña criada entre backstages de programas de chimentos y bambalinas de teatro de revistas no suele regalar tantas frases matadoras, tal vez porque no le hayan puesto un micrófono delante, tal vez porque tiene mejores cosas que hacer, como cultivar una carrera de actriz que no es descollante pero tampoco para despreciar. Amén de que para eso está su madre, que, aprovechando que le dieron aire no tuvo mejor idea que comparar a su hija con la nieta de Mirtha Legrand, diciendo que el último escándalo protagonizado por Juana Viale había sido para las cámaras mientras su hija es una “transgresora de verdad”. Es fácil imaginar a Sofía pidiendo a su madre que deje, que no la ayude, sobre todo porque Juana la ha rescatado más de una vez de alguna discoteca cuando el alcohol había desbordado su cuerpo en forma de vómitos escupidos sobre la pista; entre chicas bravas no hay por qué andar limándose las uñas.

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