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Viernes, 27 de mayo de 2011

La marcha de las putas

Este 4 de junio, en Londres, una multitud de mujeres tomará las calles, replicando una marcha que se inició en Toronto cuando un policía advirtió que las mujeres deberían vestirse menos provocativas para evitar violaciones. Este clásico del discurso machista aparentemente tiene respuestas masivas, Facebook mediante, en más países.

 Por Josefina Salomon

Desde Londres

“Soy una puta”, reza el cartel que una mujer de unos treinta y algo lleva colgado en el pecho. Junto a ella, otras 3000 mujeres y hombres marchan por las calles de Toronto una tarde de crudo invierno del norte. La mitad está vestida, de la otra mitad, algunas llevan jeans y abrigos, otras visten minifaldas infartantes y corpiños, unas pocas, no llevan nada. “Todas somos putas”, gritan.

Todas son parte de un nuevo movimiento social que reclama por un concepto tan básico como aparentemente lejano: el derecho de las mujeres a no ser violadas ni culpadas de los abusos que sufren.

Según explican sus fundadoras, el movimiento ahora apodado “La marcha de las putas”, surgió como reacción a las declaraciones de un oficial de policía canadiense, quien durante una charla en la Universidad de Abogacía de Osgoode, en Toronto, dijo: “Me dijeron que no debería decir esto, pero, las mujeres deberían evitar vestirse como putas si no quieren ser víctimas de violación”.

En minutos, la frase del ahora hiperfamoso policía se expandió en el mundo virtual (y en el real) como un virus. Desde entonces, el policía se disculpó públicamente y recibió una sanción –aunque continúa trabajando– pero pocos pudieron predecir, o hasta imaginar, lo que ese comentario causaría.

Apenas días después de la charla universitaria, más de 3500 personas tomaron las calles de la ciudad canadiense.

La idea era resaltar lo trágico de una cultura machista en la que la víctima siempre es culpable. Pero el colorido evento callejero fue sólo el comienzo.

A la improvisada manifestación le siguió un grupo de Facebook, entrevistas en radios locales, debates televisivos, panfletos en universidades, twitters. Lo que primero fue curiosidad pública porque unas cientos de mujeres decidieran salir por las calles llamándose putas, rápidamente se transformó en una discusión profunda sobre el uso del lenguaje, los estereotipos machistas y la justificación de los abusos sexuales.

“El evento es en protesta a una cultura que, creemos, es demasiado permisiva cuando se trata de violaciones y ataques sexuales. Queremos llamar la atención sobre cómo las mujeres se sienten juzgadas cuando expresan su sexualidad”, explicó Siobhan Connors, una de las organizadoras del movimiento a la agencia AP.

En pocas semanas, la infamia del policía había salido de las fronteras del país y recorrido el mundo. Las manifestaciones estaban teniendo lugar en Boston, Dallas, Ashville, Ottawa, Seattle, Chicago y Filadelfia. Tanto éxito ha tenido el movimiento que la protesta ha cruzado el charco y el sábado 4 de junio se espera que varios centenares de chicas caminen las calles bajo el sol primaveral londinense, vestidas y no.

“Somos un grupo de gente que estará marchando, corriendo, gritando y haciendo ruido en las calles de Londres para decirle al mundo que la violación no es nunca, nunca, la culpa de la víctima, sin importar lo que lleve puesto”, dice el folleto que invita a participar en la manifestación.

La convocatoria a través de las redes sociales ha sido tan positiva que se espera que miles de personas caminen hacia Trafalgar Square –el equivalente local a la Plaza de Mayo–.

“Creo que la reacción positiva al llamado demuestra lo relevante del tema, particularmente en Gran Bretaña, donde sólo el 6,5 por ciento de los casos de violación terminan en condena, y eso únicamente considerando los casos de los que sabemos”, dijo Anastasia Richardon, una de las organizadoras de la marcha, en una entrevista con la BBC de Londres.

“Desafortunadamente, este no es un incidente aislado. En todo el mundo se dice que las mujeres no deberían vestirse de cierta forma, que no deberían salir de noche, ir a ciertas áreas, emborracharse, que no deberían vestir tacones o maquillaje. Esto sólo quita atención de las verdaderas causas del crimen: quien lo comete y crea una cultura en la que la violación es aceptada, donde es permitida”, dice la página web de la organización.

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