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Viernes, 29 de julio de 2011

MUESTRAS

Evita embajadora

Coincidiendo con la fecha del 59º aniversario de la muerte de Eva Perón, el Museo Larreta brinda una excepcional y poco exhibida colección. La mayoría de los 50 bellos trajes regionales que la Primera Dama recibió en 1947 en Madrid, cuando viajó encabezando una comitiva para efectivizar la entrega de cereales a una España empobrecida y hambreada, aislada diplomáticamente y excluida del Plan Marshall.

 Por Moira Soto

Barrio de Belgrano, caserón de tejas neocolonial que perteneciera al escritor Enrique Larreta y que desde 1962 se convirtió en el Museo de Arte Español que lleva su nombre. En la ochava de Juramento y Vuelta de Obligado, una gran imagen de Eva Perón sonriente, de peineta y mantilla. A la izquierda de su efigie, tres vestidos folklóricos españoles bien diferentes, con el fondo de un pañuelo ampliado, finamente bordado, donde el nombre de Eva aparece rubricado por el tallo de una flor.

Esa foto de Evita fue tomada en Madrid, el 12 de junio de 1947, durante una corrida de toros, dos días después de que representantes de cada una de las 50 provincias españolas desfilaran para ella en la Plaza Mayor de esa ciudad con el fin de obsequiarle los trajes femeninos de sus respectivas regiones, primorosamente confeccionados, con todos sus accesorios dispuestos en canastos con formas de mujer. Esos 50 trajes forman parte actualmente del patrimonio del Museo Larreta y –en su mayoría– se exhibirán para el público desde el próximo 23 de julio, coincidiendo la apertura de la exposición con el 59º aniversario de la muerte de Eva Perón acaecida el 26 de julio de 1952. Los vestidos del afiche corresponden a Huesca (Aragón), Logroño (La Rioja) y La Coruña (Galicia).

Esta muestra en buena medida un logro de los 48 empleados del museo que se la propusieron a su directora, Mercedes di Paola de Picot, que supo escucharlos y confiar en ellos. Entre los nombres de estos trabajadores de la cultura vale remarcar a la curadora Patricia Nobilia, historiadora del arte que trabaja en el área de investigación del museo; Gloria Agid, con el mismo título y una de las primeras personas en estudiar la colección; Sofía Luco, eficiente asistente de investigación; Sabrina Nó, diseñadora del catálogo y del afiche; Juan Marino, responsable de las fotos. Y desde luego, asimismo merecen mención los colaboradores de todas las áreas de conservación, de restauración, montaje, educativa, biblioteca, extensión cultural, los guardias de la sala, el personal de administración y mantenimiento que han trabajado para concretar esta muestra con un plus de fervor y entrega.

Eva Duarte parte el 6 de junio de 1947 en el DC4 de Iberia que la lleva con su comitiva en gira oficial por países europeos. Muy joven y aun inexperta, la esposa del presidente Juan Domingo Perón llega a Madrid en plena posguerra, cuando el repudio internacional había aislado a la empobrecida España, gobernada por el dictador Francisco Franco. Perón desafía el boicot de Naciones Unidas y decide darle una mano al pueblo español vendiéndole cereales a crédito. Más allá de que estuviese o no al tanto de la dolorosa e injusta pérdida de la República (el Frente Popular había ganado las elecciones y el alzamiento de Franco y otros militares, que contaron con apoyo nazifascista, dio origen a la atroz Guerra Civil) y de la crueldad con que Franco trató a los vencidos, Evita, desde su espíritu compasivo, sin duda compartía la idea de aliviar el sufrimiento del pueblo español, que se volcó a plazas y calles para agradecerle efusivamente. Casi recién llegada a Madrid, ella recibe esos trajes regionales, la mayor parte bordados por mujeres que filtraron en algunas prendas mensajes de amor a la bella y gentil embajadora que supo estar a la altura de las circunstancias, manejándose a su aire y declarándose “mensajera de los afectos de mi pueblo, también mensajera de la paz que deseamos reine sobre todos los pueblos de la tierra”.

PERIPECIAS DE UNA COLECCION

“Esta exposición que le sugerimos a la directora y que ella apoyó, sabíamos que iba a demandar muchísimo trabajo por la cantidad y envergadura de los objetos a exhibir”, dice Patricia Nobilia. “Y ahora, a unos días de la inauguración, estamos todos tirando con entusiasmo para el mismo lado, todas las áreas se han involucrado a pleno”.

¿Cuál fue el itinerario de esta colección luego de que Evita la recibe?

–Llega a Buenos Aires al regreso de Eva, se muestra ese año en el Museo de Arte Decorativo, luego los trajes van a la residencia presidencial, el palacio Alzaga Unzué, posteriormente destruido por la llamada Revolución Libertadora. La colección corre peligro de ser rematada en el Banco Municipal, cosa que es impedida por un grupo de artistas e intelectuales. Me parece justo nombrar a Ignacio Pirovano, un coleccionista destacado, director del museo que impulso en 1947 aquella exposición a la que concurrió tanta gente. Pirovano se relacionó con Eva Perón, esa institución que él regía dedicó un boletín cuando ocurrió su muerte, y de hecho, fue echado cuando cayó el gobierno de Perón.

¿Cuándo recalan los trajes en el Museo Larreta?

–Llegan perfectamente inventariados –casi 800 piezas– al Larreta en un operativo muy secreto, del cual sólo sabía la primera directora, Isabel Padilla y Borbón y unos pocos colaboradores. Van directamente al sótano, donde permanecen hasta 1973, fecha en que Perón regresa al país. Entonces, la directora le propone exponer la colección y él le responde que le parece bien que los trajes se preserven en el museo, pero que aún no es tiempo de mostrarlos. Y ya sabemos lo que desgraciadamente sucede en los años que siguen... Tengo varias compañeras que hace casi 40 años fueron testigos de ese abrir de los canastos en nuestro jardín, el Patio del Naranjo. Del sótano salieron a la luz ante sus ojos maravillados esos preciosos vestidos en impecable estado, en toda su variedad de diseños y colores, con todos sus accesorios... Luego de aquella respuesta de Perón, los trajes deben esperar la vuelta de la democracia para ser vistos por el público: en 1985, bajo el gobierno de Alfonsín, se exhibieron en nuestro museo con un éxito enorme.

Volvamos atrás, con Evita llegando a los 28 a Madrid, seguramente asesorada pero manejándose con cierta autonomía.

–Sin duda. Una de las personas que le enseñó detalles del protocolo fue María Pía Padilla y Borbón, madre de la primera directora del Larreta: todo resulta muy circular en esta historia. Ambas señoras tenían parentesco con la realeza.

Pero Evita no iba a visitar a un rey sino a un dictador...

–Sí, es una parte de la historia que no se puede negar. De hecho, el gobierno de Perón fue bastante criticado por romper el bloqueo internacional a España. El país estaba hambreado, con cartillas de racionamiento. La Argentina le vende trigo, designa a un embajador. El material documental que se ofrecerá en esta exposición muestra las multitudes que van a recibir a Eva Perón. Seguramente, este hecho le servía de propaganda al régimen franquista, pero la verdad es que el pueblo estaba muerto de hambre y muy empobrecido. Evita dice esa frase acerca de que mientras en nuestros trigales haya una espiga, a ningún obrero español le faltará ese grano. Ella no tuvo una actitud sumisa frente a Franco: los primeros días, hizo buena letra, pero después prefería visitar hospitales y barrios obreros en vez de asistir a agasajos en palacios. Se cuenta que estando en El Escorial, le soltó a Franco: “¿Por qué no destinan todo esto a albergar a los pobres?” Imaginate, a los 28 la tenía muy clara y no se arredraba frente al dictador que cada vez que podía tildaba de rojos a los obreros. Otra anécdota que la pinta muy bien ocurre cuando, en un momento, Franco le pregunta si a los obreros argentinos no les molesta que ella se vista con lujo, y ella de retruca: “A ellos les gusta verme así. ¿No me cree? Llamemos a Perón y le preguntamos”. Y parece que efectivamente llamaron y obviamente Perón confirmó lo dicho por Evita.

¿Es real la versión que sostiene que Evita ya enferma se gratificaba mirando la colección que guardaba en el sótano?

–Así lo testimonia Paco Jamandreu que estaba cerca de ella: Evita bajaba y se recreaba mirando y tocando esos trajes, acaso añorando momentos de salud y felicidad. El enfoque que le damos a la muestra apela a la emoción, más allá de la presentación estética. Nuestra meta es que aparezcan otros disparadores: para muchos, servirá para recordar a sus ancestros, la cultura de sus mayores; para otros, la recuperación de la memoria histórica del país. Creo que estamos cumpliendo con el lema del Día Internacional de los Museos 2011, que justamente apela a preservar la memoria. Esta colección refleja la increíble diversidad de las regiones de España, las influencias de diferentes culturas, el color de los paisajes a través de sus trajes femeninos. También se va a exhibir parte de la ropa interior que tiene bordadas frases como “te quiero”, “te amo”.

En aquel viaje, Evita salvó a Juana Doña, feminista del PC condenada a muerte por el franquismo..

–Ella consiguió ese gesto de Franco, es cierto. El pueblo español quedó en general muy reconocido, la siguió recordando a través de los años. Ella se manifestó como pacifista, apeló mucho a las mujeres.

UN ORGULLO MUY JUSTIFICADO

“En la muestra se exponen trajes hechos por las mujeres de cada región de España, algunos con un gran trabajo de bordados y otras ornamentaciones, todos habían sido ofrecidos a Eva Perón en magníficas cajas de mimbre que los preservaron muy bien”, señala Gloria Agid. “Las de telas son magníficas y muy variadas, los diseños exquisitos. Creo que además de interesarle al gran público, esta exposición va a atraer a la gente de diseño textil, que va a encontrar muchas ideas, una gran fuente de inspiración ahora que están tan revalorizadas en nivel mundial las prendas del auténtico folklore de los pueblos. En la colección hay vestidos para diferentes usos y funciones, algunos apropiados para celebraciones con el agregado de alhajas. Sólo las enaguas, con sus hermosos bordados y encajes, podrían ser usadas hoy como vestidos de novia. Desde luego que en esta exhibición salta a la vista el encuentro de culturas que dejaron su marca: la cristiana, la musulmana, la judía, incluso la influencia bizantina. La idea que la muestra aporte amplia información al público –a través del catálogo muy detallado, de audiovisuales, de charlas, de visitas guiadas– para que el público pueda apreciar al máximo esta estupenda colección. Te pongo un ejemplo: el caso de los trajes goyescos, de cuando llega la invasión napoleónica a España y la nobleza adopta el traje popular para demostrar el rechazo y afirmar la identidad. Luego esos trajes fueron pintados por Goya, de ahí su nombre. Por el contrario, los trajes de Castilla, derivados de las cofradías, son más austeros, con esa elegancia del blanco y negro, una moda que introduce Felipe II. Ese negro lustroso que se logra gracias al palo de Campeche, traído de América; por otro lado, están los que tienen el toque musulmán, como sucede con el traje de la lagartera, que es muy impresionante, con su colorido y sus dorados. En suma, en la exposición tenemos una representación muy abarcativa de paisajes y maneras de ser diferentes dentro de España. No me extraña que Evita amara esta colección: ella se relacionó con la moda desde muy joven, con mucha intuición, sabía elegir y llevar los modelos de alta costura. Es verdad que era muy bonita y tenía linda figura, pero además estaba su porte para lucir cualquier prenda. En una primera época, se inclinó por Dior, Jacquies Fath, más tarde opta por el tailleur sobrio, siempre con buen gusto innato, con independencia de criterio.”

Mercedes di Paola de Picot reconoce que, pese a su valor indiscutible, la colección de los trajes regionales de España no puede ser exhibida en forma permanente por falta de espacio: “Desde que llegó al Museo Larreta, recibió los cuidados que se merece por todo lo que representa en cuanto a valores estéticos, culturales, históricos... Aunque los trajes se mantuvieron acá por años en perfecto estado, en un momento llegamos a la conclusión de que no podían seguir en esas condiciones. Entonces, cuando asumí en los ‘90, conseguí un subsidio de la Fundación Antorchas y pudimos construir un depósito más seguro, tanto para los trajes como para otras obras del museo. Para nosotros, es importante exhibirla en estos momentos, que el público de nuevas generaciones la pueda conocer. Estamos rescatando un hecho histórico, sacándolo a la luz y dándole un contexto. Y nos sentimos muy orgullosos de presentar esta muestra. El esfuerzo ha sido muy grande, se necesitaban varios especialistas en textiles y sólo disponíamos de uno. Accedí a hacerla porque todo el personal me lo pidió especialmente, se comprometieron a trabajar todo lo que fuera necesario. Y están cumpliendo con su palabra, todo el mundo muy empeñado colaborando en su escala. Ojalá que el público aproveche esta oportunidad de ver una muestra de tanto relieve en todo sentido. Por la figura de Eva Perón, por la riqueza de las piezas que la integran, por la historia que la acompaña. Tratamos de disponerla de la mejor manera posible para que la gente pueda identificar cada traje, la región a la que corresponde. Incluso están los cartelitos de la exposición original de 1947. La manipulación de las prendas debió ser hecha con suma delicadeza por un experto. Por suerte, el equipo actual del Larreta es muy profesional, da pruebas continuamente de su amor a la tarea. Gracias a esta actitud hemos podido llevar a cabo este exigente proyecto”.

Evita y los trajes del pueblo español,
desde el 23/7 hasta el 28/8, de lunes a viernes de 13 a 19. Sábados, domingos y feriados, de 10 a 20, en el Museo de Arte Español Enrique Larreta, Juramento 2291,
a $1 la entrada (jueves gratis).
Subte línea D, estación Juramento; colectivos 44, 55, 60, 63, 65, 80, 113, 114, 118

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