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Viernes, 30 de diciembre de 2011

DEBATE

En foja cero

El 30 de noviembre, último día de sesiones ordinarias en el Congreso, perdió estado parlamentario el proyecto de ley de fertilización asistida, que proponía regularizar los métodos de reproducción en centros privados y llevarlos a los hospitales públicos para que sean accesibles a todos y todas. Más allá de los disensos, hay muchas organizaciones que vienen luchando por esta ley y la desilusión por el trabajo perdido es grande, pero el desconcierto por la caída es aún mayor. ¿Por qué sigue pendiente otra legislación que regula una práctica que en la realidad es un hecho y por la que ya salieron cientos de amparos favorables?

 Por Flor Monfort

“Se nos va la vida con esta ley, pero en este caso es literal”, dice Guillermina Pieroni, abogada y asesora legal de Concebir, una ONG que viene trabajando hace 16 años en un proyecto de ley que regularice los métodos de reproducción asistida. Ella, que también intenta ser madre a través de un tratamiento y gracias a la ley que rige en provincia de Buenos Aires, cuenta que el 30 de noviembre, cuando el reloj apuraba los minutos y los diputados empezaban a irse para cerrar el período de sesiones ordinarias 2011 (después de un largo día donde se aprobó la media sanción de la ley de identidad de género) una mujer se asomó a uno de los palcos y gritó “tengo 40 años y no puedo ser madre”. “Ese grito resumió el espíritu de los que estábamos ahí, la bronca que sentimos y sobre todo, la sorpresa. No se puede esperar tanto, esta es una ley urgente y no entendemos por qué se sigue demorando”, dice.

La sesión se dio por terminada y lo que prometía ser un día de fiesta, con una media sanción que habilite a continuar la discusión el año que viene, terminó en una suerte de piquete improvisado por las madres y padres que allí estaban, legisladores saliendo por puertas laterales y mucha angustia para quienes vienen trabajando, dando testimonio, prestando asesoramiento y hablando en cada una de las comisiones que pidió su consejo.

“La sensación de todos los que venimos luchando, Concebir, Sumate a dar vida, Abrazo por la vida, Les madres... es de desazón pero también de estafa. El 30 de noviembre, fue una estafa a nuestros sentimientos” resume Isabel Rolando, presidenta de Concebir y una de las primeras en acompañar todos los proyectos que emergieron desde el ‘95, cuando fundó esta organización, justamente para dar apoyo uno de los primeros textos que salió del partido radical y no llegó a discutirse por la amplitud de su propuesta.

La contracara de esa aparición fue la de otros proyectos que prohibían los métodos de reproducción asistida, y se desató la polémica sobre si los bebés podían ser tratados como mercancías o productos. La entonces vicepresidenta de la Comisión de Salud, Silvia Martínez, presentó un proyecto que prohibía la donación de gametas, en un momento en que no se hablaba de la cobertura, sólo se pretendía regular las técnicas prohibiendo o permitiendo. Pero todo quedó en la nada.

La diputada Laura Musa siguió la posta y convocó a un gran debate. Bioeticistas, embriólogos y pacientes fueron algunas de las voces que se pasearon por las comisiones, pero la letra final que en el ‘99 obtuvo media sanción en el Senado prohibía la donación de gametas y la congelación. De la cobertura todavía no se decía nada. El proyecto quedó estancado en la debacle del 2001 y todo volvió a empezar. “A todo esto le presentamos una carta a Ruckauf y su respuesta fue “de esto yo no puedo hablar”. Hicimos una marcha en el Congreso y festejamos cuando el proyecto volvió a diputados y se cayó porque lo cierto es que era restrictivo”, dice Rolando.

En 2004, el juez Miguel Ricardo Güiraldes habilitó el pedido que doce años antes había realizado el abogado Ricardo Rabinovich, profesor de la Universidad del Salvador. En 1993, Rabinovich se había presentado a la Justicia para pedir que se garantice el cuidado de los embriones congelados y según otro fallo de la Cámara Civil Sala I, diez centros especializados en reproducción asistida tuvieron que dar cuenta de la cantidad de embriones que conservaban y la identidad de quienes les dieron origen. Los institutos de fertilidad se negaron a cumplir con esta medida y apelaron el fallo. Afortunadamente, la insólita medida quedó en la nada pero volvió a instalarse el tema y en 2006, la presidenta de la Comisión de Salud del Senado, la doctora Haidé Giri, volvió a convocar a las organizaciones para encarar un nuevo proyecto, todavía con restricciones y sin cobertura. Los especialistas desfilaron por las comisiones y todo volvió a hacer agua, hasta que en 2008 empezaron a sucederse los amparos: el primero fue de la pareja de Marcelo y Marisa Ayuso, que lograron la cobertura total del tratamiento. “Las prepagas tienen la siguiente estadística: sólo 3 de cada 10 pacientes reclaman a la Justicia la cobertura, por eso no les interesa cubrir los tratamientos, les sale más barato pagar los costos del amparo”, dice Pieroni.

Rápidamente salieron nuevos proyectos: Ausburguer, Bonasso, Vargas Aignasse, González, Majdalani (que saca dos: uno de cobertura solo y otro de reglamentación). “Cuando la diputada Majdalani sacó el de cobertura fuimos a hablar con ella y le explicamos que con la cobertura sola no hacemos nada. Tenemos la filosofía que no es sólo eso, hay muchas cosas en el medio que hay que reglamentar: la donación de gametas, la congelación, la cantidad de embriones a transferir, hasta qué edad se hace, qué pasa si uno de los dos muere... Todo eso no puede quedar a expensas del reglamento, porque ya tenemos la experiencia de provincia de Buenos Aires (la ley cobró vigencia en enero de 2011) y los vacíos generan una desidia que sería deseable no repetir en una ley nacional”, dice Rolando y aporta que en Capital hay amparos que están iniciados hace cinco años y todavía no tienen sentencia: “En cinco años a una mujer se le va mucha vida fértil, a nosotras nos corre el tiempo, no se puede esperar 20 años y éste tal vez es uno de los puntos mas importantes”.

En noviembre de 2010 salió por primera vez en la historia un dictamen de mayoría de fecundación asistida que no prohibía nada, que garantizaba la cobertura, que permitía la donación de gametos y la congelación de los embriones con un diagnóstico de infertilidad, pero faltaba tratarse en comisiones y las cenizas retrasaban las sesiones: pasaron junio, julio, agosto. La diputada de Democracia Igualitaria y Participativa (ex ARI) Marcela Rodríguez, presenta un proyecto que plantea la universalidad (esto es, que no sea restrictivo a parejas heterosexuales) y el 18 de agosto se logra un dictamen de mayoría. Rodríguez plantea el anonimato de los donantes y desde Concebir no están de acuerdo con ese punto, ya que consideran que el derecho del niño/a por nacer reside en poder acceder a los datos del donante a partir de los 18 años. Pero se avanzó sobre ese proyecto y es el que llegó al 30 de noviembre.

“Una semana antes, el diputado Agustín Rossi, del Frente para la Victoria, nos dijo que se iba a aprobar, no sabíamos qué proyecto pero no nos importaba. Mandamos mails, hicimos marchas y escribimos cartas a la Presidenta. Suplicamos que se trate lo antes posible porque el 30 de noviembre se caía todo pero estábamos confiadas en la palabra de Rossi”, dice Rolando.

Ese día a las 14 empezó la sesión, se trató identidad de genero, salió la media sanción y después se trató la ley de muerte digna. Muchos legisladores daban su último discurso, así que la jornada se hizo larga. “A las 9 y cuarto nos empezamos a poner nerviosas, estábamos jugando con el quórum a esa hora, mandando mensajes a los diputados conocidos... Subimos 10 menos cuarto, 10 y 20 terminó el debate de muerte digna y nuestro tema se definió en 15 minutos. El presidente del bloque de diputados radicales, Ricardo Gil Lavedra, dijo que por el tiempo que restaba no se podía dar tratamiento y que había que dejar el debate para el año que viene. Rossi pidió la palabra y ratificó a Gil Lavedra, agregando que el Ministerio de Salud mandó modificaciones y sugerencias un día antes para el proyecto. Nosotras nos pusimos como locas, el 29 de noviembre, a 24 horas de que termine el período de sesiones ordinarias, ¿aparecieron modificaciones? Era ridículo”, recuerda Pieroni. Hubo muy pocos diputados que defendieron el debate y la necesidad de aprobar, una fue Marcela Rodríguez, quien aclaró además que nada pasaría al año siguiente. “Yo no le voy a mentir a la ciudadanía ni a los familiares que están esperando esta ley. Una sanción en general después de hoy se cae. Sin votación en particular no hay sanción. Cuando hay recambio de Cámara, menos aún, porque ¿quién va a decirles a los nuevos diputados que votamos por ellos?. Lo cierto es que hay un antecedente del Senado tomado de los pelos, pero cuando alguien vaya a una obra social o a una prepaga y ésta empiece a decir que esta ley contiene inconstitucionalidades y problemas, los estamos llevando a que nuevamente se sometan a procesos judiciales”, dijo Rodríguez a minutos de terminar la sesión. Consultada por este suplemento, ella también dice estar sorprendida por no haber llegado a la media sanción. “No me queda claro qué pasó, pero sí que esa noche se pretendía mentirles a quienes estaban ahí, hacerles creer que en 2012 continuaría el debate cuando lo cierto es que todo se cayó. Si hubiera voluntad política, el proyecto se hubiera mandando a extraordinarias, pero no la hubo y yo también supuse que saldría. Fui la única que di la cara esa noche, todos lo demás salieron por la puerta de atrás”, explicó. Pieroni y Rolando dan fe, pero eso no disminuye su angustia. “Algunos nos dieron como antecedente la ley de bosques, que se trató en general en un período parlamentario y en el siguiente período se trató de manera particular, pero esto no es la ley de bosques. Estamos seguros de que no se va a tratar el año que viene, porque los diputados se podrán negar alegando, con razón, que ellos no formaron parte del debate. Si hubiera intenciones de aprobar esta ley, pensamos que van a salir los dictámenes por plenario, pero todos el mismo día. Eso sería lo justo, esta ley es cien por ciento voluntad política, pero no sabemos lo que va a pasar. Para mí, el proyecto volvió a foja cero”.

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