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Viernes, 30 de diciembre de 2011

[IN CORPORE]

La piel tiene memoria del sol

 Por Patricia Dermer *

El fotoenvejecimiento es el envejecimiento producido por la exposición a las radiaciones ultravioletas (RUV). Esto sucede cuando la piel pierde la capacidad de repararse a sí misma y el daño es acumulativo. Nuestra piel tiene “memoria” del sol y registra todas las agresiones recibidas durante la vida.

La exposición a la radiación ultravioleta conduce a la instauración de un proceso crónico inflamatorio y una pérdida de respuesta inmunológica. Aumenta el número y tamaño de los melanocitos que generan la aparición de manchas. Las arrugas finas y gruesas aparecen más marcadas. La textura de la piel es seca, descamativa, posee pigmentación moteada. Es posible la aparición de tumoraciones benignas y lesiones premalignas o malignas.

Muchas veces los daños no son visibles luego de la exposición solar, pero se irán manifestando con el correr del tiempo de diferentes formas. Por esta razón, debemos cuidar nuestra piel, antes, durante y después de la exposición solar. La mejor medida para evitar el daño es evitar la posibilidad de recibir las radiaciones UV.

En todas las células de nuestro organismo hay una generación continua de radicales libres (RL) que dañan los distintos componentes celulares. Existe una producción fisiológica a una velocidad determinada y una serie de defensas antioxidantes y de sistemas de reparación que protegen o filtran esos RL permitiendo que sólo una pequeña cantidad llegue a las moléculas blanco de importancia biológica. De esta manera, dañan a las proteínas, a los lípidos, al ADN, a los carbohidratos y esto lleva al daño celular.

La exposición solar incrementa la producción de RL. En este sentido, los productos post solares deben estar diseñados con activos que neutralicen su acción y sean reparadores, humectantes e hidratantes y se pueden encontrar en productos con distintos vehículos tales como geles, soluciones, sueros, cremas, emulsiones, a seleccionar de acuerdo con el biotipo cutáneo. Los activos más destacados son: activos antioxidantes; vitamínicos: vitamina A, vitamina C y vitamina E; no vitamínicos: coenzima Q10, flavonoides (té verde), silicio, ácido lipoico; activos reparadores, humectantes, hidratantes: ácidos grasos insaturados (aceite de oliva), fosfolípidos, esfingolípidos (ceramidas), fitosteroles, oligoelementos, colágeno, neuropéptidos y calcio. Para un resultado eficaz, estos componentes deben utilizarse luego de la exposición solar, sobre la piel limpia. El tratamiento siempre es recomendable que esté acompañado por el uso de protección solar.

Lo más aconsejable para el verano es utilizar protector solar con alto nivel de protección (colocar media hora antes de la exposición y reponer cada dos horas y de acuerdo con tipo de fotoprotector); usar antes y después de exponerse al sol productos con principios activos hidratantes, humectantes y antirradicales libres; no exponerse al sol entre las 11 de la mañana y las 4 de la tarde; elegir vestimenta adecuada (remeras y pantalones largos, tejidos compactos, gorras o sombreros) y sacarse la ropa húmeda.

* Química y directora de Lidherma.

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