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Viernes, 30 de diciembre de 2011

PERFILES > BEATRIZ LILIANA ROJKES DE ALPEROVICH

Del jardín al palacio

 Por Juana Celiz

De pronto cobró un protagonismo nacional que ni los tucumanos/as lo pueden creer. Beatriz Rojkes es la primera dama del Jardín de la República desde hace diez años. Ahora, “La Señora” es presidenta provisional del Senado. La tercera persona más poderosa de la Argentina luego de Cristina y de Boudou. La primera mujer de nuestra historia en ocupar ese lugar.

Rojkes es senadora por el Frente para la Victoria. Integra, entre otras, la Banca de la Mujer. Es la jefa –electa con ovación– del PJ tucumano. Fue diputada. En los ‘80 habría tenido cierto acercamiento al PC.

Todo esto hace que hoy la apoye una “tropa propia” más allá de su compañero. Su marido, José Alperovich, empezó su carrera en la UCR. En el 2003 se cambió al partido que hoy ella dirige. Resultó el primer gobernador tucumano en ser electo por tercera vez. Y el tercero, en el país, en jurar sobre la Torá. Su vice y actual Ministro de Salud, Juan Manzur, es un médico sanitarista muchas veces relacionado con el Opus Dei. “Es el típico gobernador peronista”, escaneó Mario Wainfeld a Alperovich cuando ganó la última elección. Y describió que se trata de un grupo de “conservadores populares por ideología y olfato, conocedores al dedillo de su territorio, muy idóneos para amurallar sus feudos. Es un aliado firme del kirchnerismo, como tantos: a condición de que no le pisen el poncho fronteras adentro”.

Pues volviendo a Rojkes –de quien arbitrariamente no detallaremos cantidad de hijos, nietos y otros datos sexistas–, despuntó su rol de primera dama, allá por el 2004, creando la Red de Mujeres de Tucumán. Así, involucra a las esposas de muchos intendentes y presidentes comunales en la asistencia social. En la página de esa Red capitulan: “En nuestra provincia la mujer fue víctima de decisiones políticas que lejos de proporcionarles oportunidades la abandonaron”. Y adjudican la feminización de la pobreza –que tan polémicamente describió Tomás Eloy Martínez en sus crónicas– a dos momentos: el desempleo que generó, durante el gobierno de Onganía, la intervención y cierre de muchos ingenios azucareros, y la economía neoliberal.

En 2009, ya senadora, promovió la creación del Observatorio para la Mujer. El objetivo: en alianza con instituciones civiles y gubernamentales, hacer carne la Ley contra las Violencias en la vida de las tucumanas.

Sus seguidores valoran que Rojkes haya votado a favor de la ley de matrimonio igualitario. Que promueva talleres de liderazgo femenino hacia adentro del PJ. Que el móvil de salud que circula por su provincia, y democratiza la realización de Paps y mamografías, funcione bien. Que de su mano haya llegado al debate en el Senado la Fundación Marita Verón; fue cuando se trató la modificación de la Ley de Trata y la eliminación del rubro 69 de los diarios. Y que su hermana Silvia, formada en el cooperativismo y actual ministra de Educación, sea un cuadro político fuerte. Tímidamente, su área empieza a distribuir las cartillas de educación sexual en algunas escuelas.

Tiene una historia “picante”, como dirían en el pago que hoy se estremece con la aparición de restos humanos en un ex centro de detención clandestino. Allá es, también, la mujer que divide opiniones. La sigue la sombra de un escándalo –y proceso judicial del que fue sobreseída– por malversación de fondos públicos a favor de la Fundación Pibe, una especie de Missing Children que presidía cuando su marido era ministro de Economía y Miranda, gobernador.

“Soy jugada en mis definiciones. Aun cuando me dicen que no debo intervenir, no me callo”, declaró luego de contradecir nada menos que el apoyo a Palestina proveniente de la Rosada.

Cristina Fernández la eligió por ser mujer y provinciana, “lo que equilibra el poder con la designación, al frente de Diputados, de un bonaerense”. Al asumir, Beatriz Rojkes de Alperovich plantó posición ante uno de los temas más calientes de la agenda 2012 de la Cámara baja. “Contrapongo al aborto con educación y lucha por la vida –dijo–. La preparación de las jovencitas para que sepan hacer uso de su cuerpo y sus libertades, saber lo que está bien y lo que está mal.”

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