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Viernes, 6 de abril de 2012

Los puntos sobre el femicidio

Pasos perdidos Entre el lunes y el martes se empezará a cerrar un texto de consenso en los distintos bloques de diputados y diputadas para imponer en el Código Penal la figura del “femicidio”, el neologismo que describe los crímenes machistas, esos en los que las mujeres son asesinadas por ser mujeres. Extender el agravante del vínculo para que también caiga sobre ex maridos, novios o ex novios y proteger a las víctimas de violencia de género durante el proceso de denuncia son algunas de las novedades que podrán empezar a convertirse en ley.

 Por Luciana Peker

La palabra femicidio no está en el diccionario. Pero podría ubicarse en el Código Penal si avanza en Diputados una reforma propuesta por las comisiones de Legislación Penal y Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia. Todavía no está consensuado el texto definitivo. Una posibilidad es que se configure el delito de femicidio y otra es que no se inaugure un nuevo delito, pero que la violencia de género se sancione de manera más clara y equitativa para todas las mujeres. Por ejemplo, una de las reformas posibles es que se considere un crimen agravado por el vínculo no sólo el del marido sobre la esposa, sino también la de un hombre que fue el novio, cónyuge o ex pareja de la víctima.

Aunque todavía no hay un texto definitivo para esta reforma del Código Penal, sí es notable la celeridad con la que las comisiones debatieron los proyectos. El lunes y martes que viene se va a reunir un conjunto de asesores para consensuar entre los bloques un proyecto conjunto. Si el proceso sigue su marcha se podría tratar el miércoles 11 en la Cámara baja para luego pasar al Senado.

Pero, más allá de las fechas, el debate sobre las nuevas sanciones a los crímenes de las mujeres por ser mujeres está instalado en la agenda parlamentaria y tiene el pulgar levantado para generar mayor conciencia a través de nuevas normas. El diputado Oscar Albrieu (FPV) y presidente de la Comisión de Legislación Penal confirma el adelanto de Las12: “Sin dudas creemos que esta iniciativa será ley próximamente, dado que hay un gran compromiso del Frente para la Victoria (FPV) con esta terrible realidad. Es muy importante el consenso al que pudiéramos arribar con los demás bloques, dado que es un tema que requiere de todas las voluntades políticas”.

“Va a salir por unanimidad”, proyecta Gustavo Ferrari, diputado referente de Francisco de Narváez y con una larga trayectoria de proyectos presentados por violencia de género, como la creación del abuso psicológico, la figura de femicidio, la prohibición de obligar a la víctima de violencia doméstica de carearse con el imputado, la creación de un subsidio para víctimas y la utilización de un botón antipánico en el caso de que un maltratador rompa la exclusión impuesta por la Justicia. Ferrari enfatiza: “Diez años es lo que tarda en promedio una mujer para reconocer y denunciar la violencia de género que padece. Muchas otras nunca logran hacerlo. Terminan tolerando y naturalizando la violencia hasta el punto de justificarla y sentirse culpable. De ellas, 282 han muerto el año pasado a manos de un hombre. Un aumento del 36 por ciento en sólo cuatro años es la triste cifra que confirma los preanuncios de que en nuestro país se ha convertido en ‘epidemia’, tal como califica la ONU”.

El debate va más allá de la letra chica de una nueva normativa: ¿Si una mujer es la novia de un asesino no se considera que su relación agrava el asesinato? ¿Un hombre que mató a la madre de sus hijos puede tener su patria potestad o tenencia? ¿Una mujer que fue golpeada o insultada merece una indemnización económica? ¿Qué pasa con los chicos y chicas que vieron cómo mataban a sus mamás frente a sus ojos? Las preguntas son muchas. Las respuestas y las distintas posturas también.

“Consideramos necesario y urgente legislar sobre el femicidio vinculado porque responde a una realidad social que viene produciéndose cada vez en mayor medida en la Argentina. Se pretende legislar como un agravamiento del tipo penal básico de homicidio. No se considera relevante al momento de legislar sobre el femicidio haber contraído matrimonio, sino que también se incluye a quienes ‘mantienen o han mantenido una relación de pareja’ porque la violencia y gravedad no son diferentes en uno u otro caso”, explica Albrieu.

La condena al cachetazo, la indiferencia, la amenaza o la tortura es unánime. Pero hay distintas posturas sobre cómo evitarlo y condenarlo. La abogada Perla Prigoshin, titular de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (Consavig) sentencia: “Es indispensable que se incorpore la figura del femicidio en el Código Penal pero no estoy de acuerdo con establecerlo como un agravante del homicidio. De ese modo siguen invisibilizándonos a las mujeres, aun cuando nos matan. El dictamen aprobado por las comisiones de Penal y Familia de la Cámara de Diputados está muy lejos del texto elaborado por la Consavig. El grupo que coordiné y que estuvo integrado, entre otras personalidades, por Carlos Rozanski, Garrigós de Rébori, Fernando Ramírez, Enrique Stola, Fabiana Tuñez y Sandra Fodor, acordó unánimemente que el ‘femicidio’ es un delito contra la vida pero también contra la igualdad, motivo por el cual incorporamos un capítulo nuevo en el Código Penal. Una de las consecuencias fundamentales de crear ese capítulo es que al femicidio no se le aplicarían los atenuantes que actualmente utilizan algunos/as magistrados/as para sentenciar a los femicidas a poco tiempo de prisión, por ejemplo, que la mujer tenía una relación extramatrimonial, que el vínculo familiar estaba desquiciado y el ‘pobre hombre’ fue víctima de una emoción violenta o alguna de las otras excusas aberrantes extraídas de los argumentos más machistas que atraviesan el sistema patriarcal”. “Creo que la inclusión del femicidio en el Código Penal es importante, pero no es la solución del problema. Si éste no se atiende desde otras perspectivas, puede derivar en que la ley se convierta en letra muerta”, sostiene Mariana Berlanga, investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en donde el año pasado se tipificó el femicidio.

El 3 de abril de 2012, Carolina Farías, de 29 años, cayó de un balcón en Lomas de Zamora, presuntamente arrojada por su novio, y se salvó por chocar antes con un tinglado y el techo de un auto. La madre de la víctima admitió que la familia “sabía de los maltratos”, pero –defendió la inacción social– que la joven “está enamorada” de su novio, Pablo Takat, de 44 años, quien se encuentra detenido. Todavía no se trata de un femicidio. Pero sí de una vida que corre peligro y que demuestra que, más allá de las leyes, las redes sociales, la contención a las víctimas y la no naturalización del temor como sinónimo de amor son la lucha fundamental para que las mujeres no sigan cayendo bajo la confusión de violencia por amor. Ni sus hijos o hijas.

“Una nueva modalidad de violencia se está abriendo paso: el homicidio de un tercero como medio para perjudicar a una mujer con quien la víctima tenía un vínculo afectivo. Es el caso de Tomás Santillán, en Lincoln, pero es también el de 12 mujeres –de entre tres meses y doce años– y 28 niños y hombres que La Casa del Encuentro ha identificado durante 2011”, advierte Ferrari.

La abogada y diputada porteña María José Lubertino pide que se incorpore la figura de femicidio pero alerta sobre la falsa ilusión de cambiar el Código Penal para que nada cambie. Ella cree en cambiar la mano y no en una mano dura feminista. “Considero relevante la incorporación del femicidio. Pero soy defensora de un derecho penal mínimo –aclara– y de que no se estén haciendo reformas permanentes y parciales como ocurrió en la época de la ‘blumberización’ (las reformas pedidas por el padre del asesinado Axel Blumberg). Aunque venimos señalando la necesidad de modificar el estricto agravante de odio racial o religioso y ampliarlo a todos los casos de discriminación en los cuales deben estar incluidos aquellos casos en que hay discriminación u odio por pretexto de género o diversidad sexual.”

Sin levantar el Código Penal como una Biblia salvadora pero sin demonizarlo como herramienta, Prigoshin opina: “El drama de la violencia contra las mujeres merece un tratamiento exhaustivo que no se agota con la modificación del Código Penal. Nuestro anteproyecto contempla, además, la creación de un agravante para todos los delitos (robo, estafa, lesiones, etc.) que se cometan contra las mujeres por el solo hecho de serlo y tiene en cuenta a las otras víctimas del femicidio además de la mujer asesinada. A ese respecto hemos abordado la cuestión de la patria potestad de los hijos e hijas de la víctima como así también si existirá una reparación pecuniaria y en qué casos”.

La abogada Natalia Gherardi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) se opone a que se tipifique, específicamente, el femicidio y considera que el Código Penal no previene ningún delito. Sin embargo, conoce el trabajo que se está realizando en la Cámara de Diputados y lo considera positivo por su compromiso y celeridad. Además, sostiene que se acercaron posiciones y que la palabra femicidio podría figurar como entidad política, pero no como un nuevo invento penal. El ELA concuerda con los borradores que, hasta ahora, se manejan en comisiones. “En los términos en que están discutiendo la reforma del Código Penal no nos oponemos. No están creando un tipo penal autónomo que se llamará ‘femicidio/feminicidio’ como sugerían algunos/as legisladores/as, están trabajando sobre la idea de mejorar la redacción de los agravantes y lo planean ampliar a parejas de hecho o matrimoniales, actuales o pasadas. También están proyectando ampliar el agravante de crimen de odio para incluir ‘de género’ y nos parece muy adecuado”, acuerda Gherardi. Aunque pretende ir más allá de la letra escrita: “El Congreso además puede y debe mejorar el presupuesto destinado a las acciones de prevención contra la violencia, impulsar que se realicen encuestas a nivel nacional para conocer la real dimensión de los hechos de violencia e impulsar la creación e implementación de registros unificados de información”.

La tapa dura de la normativa no es la solución para ablandar los problemas sociales. “El Código Penal no sirve para prevenir delitos, sólo los castiga. Le pueden poner pena de muerte al femicidio y lo seguirá habiendo porque su existencia como problemática no depende de la dureza con que sea castigado. Es importante tener en cuenta esto para no caer en la demagogia punitiva”, remarca Marcelo Ricardo Pereyra, investigador sobre la mediatización de las violencias de género. “La lucha contra la violencia machista pasa más por un amplio programa de educación y sensibilización, que debe comenzar en la escuela primaria, que por poner penas más severas”, propone.

Mientras que, desde la batalla en el Congreso, Silvia Risko, presidenta de la Comisión de Familia e integrante del Frente para la Victoria del Frente Renovador de la provincia de Misiones, apuesta a la reforma: “Todo lo que podamos hacer para igualar al desprotegido, que sin ninguna duda es la mujer en la sociedad, vale la pena. Actualmente, el asesino tiene la posibilidad de apelar al estado emocional, al estado pasional, a los celos y nada justifica que mates a una persona. Se trata de hombres que son maltratadores y violentos y llegamos al Código Penal porque la última paliza termina matando a su mujer y queremos que no puedan alegar disminución de la pena por emoción violenta y que sean condenados a cadena perpetua”.

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