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Viernes, 6 de abril de 2012

MúSICA

Suecia y sus hermanas

La dupla sueca First Aid Kit, formada por dos hermanas de 18 y 21 años, es más que una promesa folk: es una intentona sólida que conmueve en dos discos y un EP.

 Por Guadalupe Treibel

Antes de poder votar, ya hacían canciones. Abrigadas por sweaters invernales o cubiertas por floreados vestiditos hippies según la estación, las hermanas Söderberg daban forma a temas sobre paisajes que embriagan con sus árboles torcidos y borrachos; sobre amas de casa menospreciadas que se van de casa, resetean; sobre hombres infieles en viaje de negocios o parejas rotas por el alcohol y otras formas de tormento. Era 2008 y Klara tenía 18; Johanna, 15; ambas asumían un imaginario armónico con halos folk y country que, lejos de la esperable Norteamérica, nacían en Enskede, Suecia, tierra nórdica de ABBA y Roxette, de Robyn (salvando, claro, las distancias).

Entonces se bautizaron First Aid Kit (buscaron el nombre al azar, en el diccionario) y plasmaron sus nostálgicas y extrañamente maduras historias en Drunken Trees, el EP primogénito que más que EP tenía forma de mini LP, gracias a ocho tracks donde también hicieron lugar para el deseo mesiánico (“Quiero cruzar océanos”) o un cover de Fleet Foxes (cuyo video en YouTube se volvió viral). Editado por el sello del electrodúo The Knife, Rabid Records, el cancionero las puso en foco y, desde entonces, la chicharra suena sobre las hermanas S.

No es para menos, después de que reeditaran su trabajo en Londres, lanzaran su álbum debut en 2010 (el festejado The Big Black & The Blue, que grabaron en casa, con ayuda de su padre), hiciesen un tour nutridito (más de cien shows en Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Europa, con paradas en festivales tops), recibieran dos nominaciones a los Grammy suecos en las categorías de Revelación y Mejor Artista Folk, hicieran llorar a Patti Smith, Jack White les ofreciera hacer una colaboración juntos, tocasen junto a Bright Eyes. No es para menos cuando sus habilidades vocales —solas o en armonía fraternal— desmienten los años.

“Al principio, a mucha gente le costaba tomarnos en serio. Cuando empezamos teníamos 14 y 16 y la mitad de las preguntas que nos hacían era sobre nuestra edad, sobre lo diferente que éramos. Como si una adolescente no fuera capaz de escribir letras sobre algo que no sean chicos o irse de fiesta. Es horrible cómo las personas ven a los jóvenes”, ofrecen las autoproclamadas feministas, que aseguran serlo desde los seis años, se quejan de cómo los comerciales dejan parada a la mujer, hablan de una industria sexista y aspiran a ser un modelo positivo para la muchachada femenina.

Para sus canciones, sin embargo, el contexto (musical) no podría ser mejor, con bandas folk como Mumford & Sons o solistas folk como Laura Marling volviéndose populares, abriendo el revival. “Bueno, no es un revival tan grande en Suecia —avisa Johanna, la menor—. No sé si realmente el género esté ‘volviendo’; sólo sé que es mi estilo de música preferido y, si hay un movimiento, es bueno ser parte de él.” No es extraño que no esté atenta cuando, aunque se las compare a Johanna Newsom, ellas busquen referencias en Joni Mitchell, Emmylou Harris o Buffy Sainte-Marie. O en Johnny Cash y otros héroes de la escena que crecieron escuchando. Ojo, también se hacen tiempo para Elliot Smith, les gustan las canciones de Bollywood, adoran a Billie Holliday y echan loas para Karen O, de Yeah Yeah Yeahs.

Ahora, con un disco nuevo bajo la manga (disco que, por cierto, fue aclamado por la crítica, fue número uno en Suecia durante una semana y número 35 en Gran Bretaña), las Söderberg subieron el volumen de la chicharra. Mientras Rolling Stone asegura que The Lion’s Roar “probablemente será lo mejor que vas a escuchar en 2012”, el dúo consolida su propuesta con Mike Rogis, de Bright Eyes, como productor. Y letras donde no falta homenaje a sus raíces folk/country: “Seré tu Emmylou y seré tu June, si sos my Gram y mi Johnny también”, evocan Klara y Johanna en referencia a duplas históricas (Harris y Parsons, Carter y Cash). En gloriosa y etérea armonía, ellas mismas hacen de dúo memorable. Y lo hacen muy bien. Porque este león ruge pero no muerde.

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