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Viernes, 22 de junio de 2012

PANTALLA PLANA

De sexo, ni noticias

Todo tiempo pasado fue más sexual... o eso parece querer decir el guión de Condicionados, la nueva ficción que El Trece propone a fuerza de insinuaciones y gestos pacatos.

 Por Marina Yuszczuk

Parece que hubo un tiempo en el que se cogía, allá por los ochenta. O al menos eso dicen todo el tiempo los personajes de Condicionados. Si alguien sintoniza el programa imaginando que se va a encontrar con algo que se parezca remotamente a esa categoría que promete lo prohibido, a ese rincón de los viejos videoclubes de difícil acceso y con cajas plagadas de culos, desde ya cumplimos en informarle que está muy equivocado. Hubo sexo, hubo un momento de esplendor en el que Lorna (Soledad Silveyra) fue una estrella porno y Dicky Cocker (Oscar Martínez, con un nombre que sugiere algo así como “pito al cuadrado”), el director de películas de ese género más importante del país. Pero ahora la empresa y el matrimonio de Dicky y Lorna están en decadencia, y de ese pasado sólo queda –o al menos sólo eso se vio hasta ahora– un flashback de Lorna con antifaz y labios colorados chupándosela a un actor, al mismo tiempo que le agarraba las nalgas con más fuerza de voluntad que entusiasmo y el marido filmaba en un rincón de la casa. Eso, y un video-homenaje por los treinta años de Dicky como director de cine teñido de nostalgia (al punto de tener la música de Cinema Paradiso de fondo).

Hay una esquizofrenia galopante que recorre Condicionados desde el principio. Porque por un lado la cortina musical que dice “Sacate la ropa, mamita, hoy te toca” y habla de estar hundido en ombligos de mujeres, los nombres de los actores escritos en distintos tonos de neón símil sex-shop y la modesta cantidad de tetas que se vio en el primer capítulo parecían un aperitivo. La esperanza se vio confirmada por el baile erótico de Yael (Bárbara Lombardo) vestida de policía en una despedida de soltero, en el que la actriz mostró partecitas del culo y terminó en topless. Pero eso fue todo: de ahí en más, por el momento se terminaron las escenas eróticas en Condicionados (un supuesto erotismo que replica los lugares comunes de lo “hot” destinado a los hombres, por supuesto) y el centro de la escena lo pasó a ocupar el difuso conflicto matrimonial de Lorna y Dicky. No se entiende muy bien cuál es el problema, ni si forma parte de ese problema el hecho de que sean una pareja tradicional y monogámica cuando él la filmó durante años cogiendo con otros tipos. Por ese lado, no parece haber drama; hasta ese punto Condicionados no se hace cargo de su tema.

El centro de la atención lo ocupa en cambio –una vez más– la familia, completada con los hijos Darío (Guillermo Pfening) y Charo (Julieta Zylberberg), tan vigilada que atiende un sex shop en el living de la casa. Charo es la única que se animó a coger y parece que le gustó, pero no le fue bien: como el chico con el que estuvo resultó ser menor de edad (tiene dieciséis), la mamá cayó indignada al sex shop a protestar y amenazó con mandarla a la cárcel, entonces Dicky la levantó en peso a Charo y le exigió que fuera a la casa del chico a pedir disculpas “por violarse a un menor” (sic). Todo eso es un capítulo que fue un compendio de pacatería, porque además Lorna se fumó un porro pero se arrepintió al instante, se angustió, y no dejaba de repetir “Qué feo, qué feo”; Dicky y Darling (Leticia Brédice) se dieron tres piquitos antes de tener sexo, pero no lo hicieron porque justo sonó el timbre; durante un set de fotos, a un actor porno se le ordenó que enterrara la cabeza entre las piernas de una actriz en tetas para simular que la chupaba pero se vio todo el tiempo con claridad la cabeza de él a la altura de las rodillas de la chica. Y Darío por fin fue a la casa de Yael, que abrió la puerta y le dijo de una “Cogeme”, pero la escena se cortó no bien empezaron a besarse y no se retomó jamás. Por ahora la única condición en Condicionados parece ser la de aludir al sexo muy lejanamente y de vez en cuando mostrar un pezón, pero siempre reafirmando la moral más vetusta al mismo tiempo, porque en Condicionados todo lo divertido se interrumpe o se castiga.

Condicionados: miércoles a las 23 por El Trece.

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