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Viernes, 29 de junio de 2012

DEPORTE

El ritmo del protector bucal

Aunque haya piñas –dice–, el boxeo no es violento. Aunque le hayan quebrado los huesos de la cara después de una pelea, a ella los golpes no le duelen. Está enamorada del olor a chivo, de los vendajes en las manos, de los moretones del día después y, sobre todo, de esa mirada que se cruza sobre la lona y sirve para anticipar lo que va a hacer la adversaria. Se llama Carolina Duer, aunque es más conocida como la Barbie de Acero. Y su amor por el boxeo no se acaba en el ring, sino que lo lleva a barrios y pueblos apartados, porque está segura de que una pasión como la suya tiene que servir para algo más que un espectáculo manejado por pocos: para dar sentido de pertenencia, una familia alternativa, valor por el esfuerzo; para incluir, en definitiva. El próximo 6 de julio defiende su título mundial por quinta vez, pero –es seguro– ahí no se acaban sus metas.

 Por Lia Drago

Está contenta porque tiene agendada una pelea en la Bombonerita. Nunca boxeó ahí y es un logro emotivo como deportista conquistar el club del que es hincha fanática. Es tan bostera que hasta Pablo Mouche le dedicó un gol haciendo la pantomima de tirar piñas al aire mientras festejaba el tanto en la cancha con la azul y oro. El deporte la pone contenta a Carolina Duer, se le va la vida en la sonrisa luminosa mientras cuenta su ansiedad por boxear allí; tan luminosa porque tiene reflejos en cada una de sus pecas rubias. Nadie, al verla, se daría cuenta de que alguna vez le partieron la cara de un cabezazo mientras boxeaba. Ni ella se dio cuenta, porque cuando terminó la pelea del accidente, Duer estuvo días hasta que apareció el dolor y la evidencia de la fractura. “En una pelea tuve una fractura en el piso de órbita, en la cara, por un cabezazo. No me di cuenta durante la pelea, me di cuenta una semana después. Me iban a operar, al final no lo hicieron porque me empezó a cerrar. Y en ese momento dejé de boxear bastante tiempo, pensé que no iba a boxear nunca más”, dice ahora, que ya defendió cuatro veces el título mundial de su categoría supermosca de la OMB (Organización Mundial de Box) y lo hará por quinta vez el próximo 6 de julio frente a la panameña Abigail Villar, en el Club Universitario de La Plata, en avenida 14 y 501. Y si en algún momento pensó que ya no podía seguir boxeando por un accidente, tal vez sea porque ésa podría ser una buena simetría con sus orígenes, que también fueron un accidente del destino. Porque la vida de Carolina Duer, “La Turca”, como le decían en aquellos tiempos, tenía que ver con restoranes y barras, trabajaba con su padre en concesiones de bares o era “coctelera”, preparando tragos en boliches. “Nunca decidí que quería ser boxeadora, porque yo empecé a boxear pero tenía mi trabajo. Había una chica que trabajaba conmigo en el restorán y un día me dijo: ‘Caro, ¿no me acompañás para averiguar para hacer box, para hacer gimnasia no para ser boxeadora?’. Y fuimos a recorrer gimnasios de boxeo. Uno era el Almagro Boxing Club, otro ni me acuerdo y el último al que fuimos era la Federación. Y todos eran recreativos menos la Federación, en que se entrena para competir. Y cuando entramos, le dije a ella: ‘Acá me gusta a mí’. Porque se notaba que había ambiente de box de verdad, había olor a chivo, tipos sudando. Estábamos en la barandita, las dos mirando, y Zacarías me grita de la otra punta: ‘Vos sos boxeadora’. Yo respondo que no, que estoy mirando. Y él igual me dice: ‘Bueno, vení el lunes que te voy a hacer campeona mundial’. Pasaron dos o tres días y me quedé pensando. Fui a la Federación; te tenés que hacer un montón de estudios médicos para que te den la licencia. Me los hice y en dos meses estaba entrenando. Yo la fui a acompañar a mi amiga porque tenía auto: era el típico caso de la que acompaña a la amiga al casting y queda ella. Y mi amiga, al final, no hizo boxeo nunca.” Y si a los 23 años se hizo boxeadora casi sin pensarlo, el pensamiento fue crucial para su carrera posterior, porque si hay algo por lo que dio pelea Carolina Duer, arriba y abajo del ring, fue para devolverle la dignidad al deporte desde su capacidad como estratega, más allá de los intereses económicos que existen, para garantizar que el boxeo siga manteniendo su carácter radicalmente popular. Y todo eso, empuñando los guantes rosa y su tradicional fortaleza para el golpe, ambas marcas registradas, que le valieron el apodo de la Barbie de Acero.

EL AGUANTE ROSA

“Una vez, la periodista que me hizo la nota para la revista Rolling Stone, Pola Oloixarac, una amiga que me conocía de antes, me dijo: ‘Pero vos, Caro, sos como una Barbie, no podés ser boxeadora’. Y también los chicos de Fox me decían Iron Barbie, me cargaban porque era como Acero Cali pero en mujer, porque siempre armaba mis peleas, era dura, era fuerte. Y así Pola dijo Barbie de Acero y así quedó”, comenta Carolina Duer sobre su seudónimo, que da cuenta sobre todo de su personalidad para construir su carrera con firmeza, donde los golpes deportivos de arriba del ring no eran una amenaza, sino que la coyuntura de la situación del box, cuando empezó hace nueve años, le impedía desarrollarse. “Soy una boxeadora que tuvo problemas para pelear, porque no me hacían pelear porque no estaba con ningún promotor. Y los promotores te obligan a hacer lo que ellos quieren: trabajan y ganan plata de vos, no les importa tu situación personal. Yo no tengo promotor, hago mis propias peleas. No necesito, soy totalmente independiente como boxeadora. Trabajo con mi entrenador Alberto Zacarías, nada más. Si vos no sos boxeadora de Osvaldo Rivero y Mario Margossian, los dos promotores que se repartían hasta ahora las fechas de televisión, si no peleabas para ellos, no peleabas. El boxeo lo manejaban estos dos tipos hasta ahora. Yo casi peleo el título mundial sin televisión. Cuando tuve la oportunidad de hablar con la gente de la Televisión Pública, con Tristán Bauer, y le expliqué que, dentro de lo que se sufre en el boxeo, pasaba que si no eras un títere de estos tipos no podías pelear. Nadie iba a querer hacer una pelea importante porque sin televisión ningún sponsor podía sacar la plata para pagar los permisos, la rival, los jurados, los pasajes, el ring, las otras peleas. Me costó un año y medio convencerlos de que el boxeo era un deporte popular, que a la gente le gusta y lo ve, que los boxeadores juegan a pelear pero después en seguida se abrazan. Y lo fueron viendo en las veladas que hicimos, lo fueron descubriendo. Y aparte vieron que había un tema relacionado con desmonopolizar un canal que hacía boxeo, TyC, que era el único, que te encerraba a elegir ese canal o nada. Está buenísimo lo que hacen en TyC, pero yo no puedo pelear en ese canal si no estoy con alguno de los dos promotores. Ni yo ni un montón de boxeadores que están en mi misma situación. Así abrieron el canal para hacer box por la Televisión Pública, primero hicieron una pelea de Maidana, después una pelea de Reveco. Entonces me dieron una fecha para que hiciera mi primera defensa. Fue como un nuevo hueco para el boxeo, abrimos una nueva puerta. Todos los técnicos de boxeo y boxeadores que no querían estar con Rivero y Margossian no tenían dónde pelear. Ahora tienen la Televisión Pública. Podría haber sido yo o cualquier otro el que hubiera abierto esa puerta. Es una circunstancia que la haya abierto yo, pero la realidad es que no televisan sólo mis peleas. Empezaron a televisar una pelea por mes, y ahora van a televisar una cada quince días.” Duer creó ese espacio usando como herramienta ideológica la misma lógica que sustenta la nueva ley de Medios y el Fútbol para Todos, y que le posibilitó pensar que eso mismo podía pasar en el boxeo, salir del monopolio o el duopolio y democratizar los espacios para que cada persona tenga la posibilidad de acceder a la difusión y expansión de sus capacidades deportivas. Y su inteligencia la llevó a desafiar a los medios de manera directa, poniendo el cuerpo, quebrando los límites de una mirada obturada por beneficios para pocos. “Hay unos periodistas en la página de la Federación de Box, que si yo peleo no sale ninguna nota en la página, soy la única boxeadora hecha en la Federación de Box que no sale porque no soy ni de Rivero ni de Margossian y esos periodistas reseñan sólo las peleas que se emiten por TyC. Si yo peleo es como si no existiera, no ponen nada. Y cuando yo empecé a hacer comentarios en C5N, como boxeadora, no como periodista, porque no lo soy ni lo quiero ser, esos mismos tipos se empezaron a quejar de que yo les sacaba el trabajo a los periodistas, pero ése era un espacio que no existía, en vez de estar contentos porque hay nuevo espacio para el boxeo en C5N o la Televisión Pública.” La intervención de Carolina Duer en los medios tiene un peso pesado, aunque la categoría de ella sea Super Mosca. De hecho, sus cambios no pararon en lo institucional, sino que también produjo cambios personales: “Convencí a Fernando Niembro de que el boxeo es un deporte lindo. El odiaba el boxeo, le parecía una cosa agresiva, fea. Y no sólo que lo convencí, sino que ahora quiere que vaya al programa de radio a hacer una columna de boxeo y quiere empezar a entrenar”.

LA FIESTA DE TODAS Y TODOS

La Barbie de Acero recibió el año pasado un premio a la boxeadora con más actividad social del mundo, otorgado por la Organización Mundial de Boxeo. Es que, a partir de un emprendimiento propio, Duer siguió difundiendo el mismo discurso con que convence a cada persona de que el boxeo es una disciplina válida, un deporte pleno y sano. Y lo dice con la sencillez que la buena inteligencia tiene para abrirse camino, más allá de cualquier límite social o cultural. “Hago clínicas que tienen que ver con el boxeo como actividad de inclusión social, y lo hago porque veo que tiene una respuesta muy automática y muy shockeante para los pibes, que no saben que el boxeo es una técnica, que la mano se pone de una manera, que tenés que cuidarte, que tenés que comer tanto antes y tanto después, que el boxeo no es un deporte violento, que es una disciplina que tiene una conducta y un reglamento. Si vos a esos pibes les explicás, los hacés entrenar con vos y vas con una persona como Principi, como Sergio Víctor Palma, referentes del boxeo, lo que hacés es motivarlos. Además, hay un montón de pibes que no tienen casi esperanza en la vida, no tienen motivación de nada. Y son pibes que van dos o tres horas al gimnasio y después necesitan descansar, y por lo menos esas dos, tres horas no están en la calle. Si vos querés boxear no necesitás más que un par de vendas, porque los guantes te los dan en el gimnasio. Si vos sos tenista tenés que llevar tu raqueta, la zapatillitas, si querés jugar al jockey tenés que llevar el palo de jockey. Por eso el boxeo es el deporte más popular y muchas veces tiene que ver con clases bajas y muchas veces no. Por eso lo que pasa es que yo puedo ser de una posición económica más acomodada y estar en un gimnasio entrenando con un pibe que no tiene nada. Pero que entiendan que, sobre todo, lo que pasa, o lo que nos interesa a nosotros que pase, es que una pelea fuera del ring no tiene nada que ver con el boxeo: que el boxeo es una disciplina que se hace a través de un acuerdo y la pelea es la consecuencia de un gran desacuerdo; que los golpes de la pelea no tienen ningún objetivo más que lastimar al otro y que los golpes del boxeo son para ganar, por lo tanto tienen un objetivo deportivo. Y que el boxeo, en principio, educa tu propia agresividad. Y si les hablás todo un día de esto le van a tener un respeto al golpe y ya no los vas a ver jugando de manos, por lo menos inmediatamente. Es clave que haya alguien que continúe lo que vos planteás. Y nosotros damos una clínica, montamos un lugar que tiene que ser gratuito, y lo único que pedimos al municipio o a un gobernador es que ellos se encarguen de que haya un persona que continúe el trabajo y que los entrene, porque para ser entrenador en un lugar así no tenés que saber mucho de boxeo, tenés que tener una parte educativa, de contención. A los pibes tal vez el único que les dice hola, qué tal, cómo andás es el entrenador. Y bueno, a mí me pasó eso, mi situación social era totalmente diferente, pero iba al gimnasio y sentía que tenía un equipo de gente que se preocupaba por mí, era como una familia. Siempre es así, para cualquier deportista, su hábitat deportivo es como un hogar, de la clase social que sea.” Esa misma visión política del deporte como inclusión social, como forma de crear vínculos afectivos que posibiliten un estilo de vida más igualitario, es también la base por la que ella cree que hizo que en la actualidad Argentina sea “el país que más campeonas mundiales tiene a nivel histórico; nunca hubo un país que tuviera tantas campeonas como nosotras. Somos diez o doce campeonas mundiales”. Esto propició que, en enero de 2011, cuando eran sólo ocho campeonas, que ya era un record, la Presidenta recibiera a las boxeadoras en el Salón de las Mujeres Argentinas del Bicentenario de la Casa Rosada. Y Duer le regaló a Cristina Fernández de Kirchner un par de guantes rosa, iguales a los que marcan su estilo Barbie, su particular golpe mujeril. Y Duer fue a ese encuentro por convicción, porque celebra tanto el Fútbol para Todos como la Asignación Universal por Hijo, pero también reivindica la “visión global” que tiene este Gobierno. Y para Duer esto está relacionado con el fenómeno del ascenso increíble que tiene actualmente el boxeo femenino en nuestro país. “Tiene que ver con que en todos los sectores en donde el hombre estaba visto como única posibilidad de ser protagonista, ahí sí hay un tema político importante que incluye, porque éste es un gobierno que le abrió las puertas a la mujer en muchos aspectos. Porque está conducido por una mujer, que es una mujer fuerte, que se la aguanta, y que le da para adelante. Y a nosotras, a nivel deportivo, nos benefició sin lugar a dudas. De hecho, nos recibió y para mí fue un honor. Es una mina que aparte nos habló de igual a igual, se puso mis guantes, quería practicar. Y hay muchos puntos en común entre el trabajo de ella y el nuestro. Porque vos tenés un equipo y todo lo que quieras, pero después subís al ring y estás sola. Y si te mandás una cagada, caés. Y si hacés las cosas bien y pensás, porque los mejores boxeadores no son los que pegan más fuerte, son los que psicológicamente saben leer la situación. Saben resolver la problemática instantánea. Que la mujer haya tenido éxito en el deporte a nivel nacional, no sólo en el boxeo, tiene que ver, sin lugar a dudas, con la conducción de un gobierno y con el espacio que le dieron al deporte, y a la mujer en el deporte y en todos los ámbitos, porque yo te hablo del deporte, que es lo que conozco. Y cuando le regalé los guantes rosas le dije: ‘Estos son para pegarles a los traidores’. Y ella me contestó: ‘Lo dijiste vos’. Soy cristinista, la banco a muerte. Me gusta que ella busque la manera de agregar soluciones al Gobierno que les entregaron a ellos, para volver populares cosas que eran para pocos. Incluir a los que no estábamos dentro del sistema. Ella hizo eso y yo también. Para que todos tengamos la posibilidad.”

Cuando obtuvo el título mundial el 17 de diciembre del 2010, frente a la turinesa Loredana Piazza, Duer terminaba por sellar una relación con el boxeo que le garantizaba muchas satisfacciones, que las reafirmó cuatro veces, venciendo por nocaut las últimas tres peleas. La más reciente fue el 3 de marzo de este año, frente a Milena Tronto, en Punta Indio. Su carrera profesional es óptima, entrena todos los días con su ex novio, Mariano Carrera, en el Club Ciudad de Buenos Aires, aunque también tiene sus bemoles. “Yo aprendí a boxear observando más que otra cosa. Cuando empecé a boxear me la pasaba mirando peleas, sabía quién era quién, iba a todas las peleas que podía. Me gustaba, me enamoré del boxeo, ésa es la verdad. No va a ser fácil que un hombre pueda compartir mi pasión con el boxeo. Muy difícilmente alguien me enamore tanto como el boxeo. Y si yo me enamoro de un hombre, también va a tener que bancar compartirme a mí como mujer no con otro hombre sino con el boxeo.” Lo difícil no es encontrar a alguien que pueda entender una pasión tal a la que le dedica su vida actual con una entrega superlativa, sino también que Duer mantenga la categoría, es decir, que siga pesando 52 kilos, el requisito que menos le gusta, porque a pesar de ser Barbie también por su cuerpo escultural, no es necesariamente una persona que se cuide en las comidas, más allá de los trucos que aprendió para bajar de peso. “Si no das tu peso, tenés dos horas para bajar. Y en título mundial si no lo pesás, perdés el título en la balanza.”

Sea como fuere, el goce para Duer es constante, aunque todavía le falte una pelea para darse el lujo de cumplir otra victoria, boxear en la Bombonerita, aunque su máximo sueño –lo confiesa sin miedo a ser frívola– es subir a un ring en Las Vegas y que la presente Jimmy Lennon, aunque sabe que por ahora es un poco imposible, porque en Estados Unidos no son tan fanáticos del boxeo femenino a causa de cierto machismo que hay en el deporte. Pero el tesón de Duer ya conquistará ese cuadrilátero y tal vez abra una nueva puerta para otros guantes rosas como los de ella, que quieren romper, por deporte, con los prejuicios sociales. Por lo pronto, su mejor recuerdo del boxeo es su presente inmediato, a los 33 años, que vive como una fiesta que ella tiñe con algo del candor de una enamorada adolescente a la que le gusta dibujar corazones de muñeca brava. “Mi última pelea fue en Punta Indio, al aire libre, 15.000 personas y de teloneros míos, después de mi pelea, tocaron Los Pericos. Eso fue un flash. Aparte estaba relinda la noche, estaba mi familia, mi mamá, mi hermana, mis sobrinos. Mi papá tal vez no ve la pelea en vivo, la ve desde la habitación del hotel, porque le da impresión. Me dice que no sabe qué le da más impresión, que me peguen a mí o ver cuando yo les pego a las pibas. El día de la pelea me divierto. Esas situaciones yo las disfruto mucho, cuando peleo no me pongo nerviosa, la paso bien. Para mí las peleas son como una fiesta de quince.” l

Para presenciar la pelea de Carolina Duer y la panameña Abigail Villar, que compiten por el título mundial supermosca femenino el viernes 6 de julio, acudir al Club Universitario de La Plata, calle 14 y 501 o a la Federación Argentina de Box, Castro Barros 75, CABA.

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