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Viernes, 3 de agosto de 2012

PANTALLA PLANA

No quiero ser bebé

Como si fuera un lastre que hay que pasar con distracciones, cada programa de Historia de un bebé se ocupa de narrar la llegada al parto de una familia. Lástima que lo hace como si fuera un trámite tormentoso y no un momento clave e imprescindible.

 Por Marina Yuszczuk

¿Quién escribe la historia de un bebé? Ese relato que es casi prehistórico, un cuento fantástico cuando lo escuchamos desde la voz de los que estuvieron antes que nosotros, suele estar a cargo de los padres, abuelos, parientes o amigos que hayan estado por ahí en ese momento fundacional en que irrumpimos en el mundo. Todas esas historias tienen alguna particularidad, alguna marca que escuchamos y guardamos con avidez porque, con suerte, son la prueba de que fueron el afecto y las ganas de dar vida los que nos abrieron la puerta para venir a jugar. Y todas ellas se reúnen en Historia de un bebé, el programa de TLC que actualmente emite Discovery Home & Health y que ya va por la decimosegunda temporada: son doce años dedicándose a contar, con videos y relatos orales, la historia de más de 600 bebés, tan variada como pueda imaginarse. Salvo por un detalle no menor, que delata la pertenencia de estos cuentos a una cultura en la que difícilmente puede pensarse la llegada al mundo sin la ayuda vital, imprescindible, de un superhéroe que viene a corregir todo lo que está mal y es peligroso en la naturaleza: la institución médica.

La historia de la familia Sipple Golcher, tomada casi al azar entre tantas, es representativa de un programa que muestra un porcentaje de nacimientos por cesárea tan alto como el que se da en la realidad (Estados Unidos tiene un record de alrededor del 30 por ciento de partos por cesárea, el doble del que recomienda la OMS). La familia Sipple Golcher está compuesta por dos mamás y una nena de unos dos años que, igual que el nuevo bebé Alex (protagonista del capítulo), fue concebida con la ayuda de un donante. “Decidimos que yo tendría al bebé porque soporto mejor el dolor”, dice una Michelle ya muy embarazada, revelando desde el vamos que la idea de esta pareja sobre el parto es la clásica de “mal trago que se debe pasar lo más rápido posible”. “Lo que me preocupa es que debo entrar al quirófano, y no me gustan los hospitales”, dice su compañera. Luego agrega, “espero que sea rápido esta vez, y si no, espero no desmayarme”.

La estructura de Historia de un bebé como show no contribuye para nada a descomprimir estas situaciones de tensión, por el contrario las potencia, se alimenta de ellas. Horas antes de la cesárea, se inicia la cuenta regresiva con carteles que anuncian “7 am, a sólo una hora de la cesárea”, y cosas por el estilo: el suspenso ficticio, generado con recursos bastante burdos, supone que en cualquier momento algo puede salir mal, y apuntala la idea de parto=peligro. Mientras tanto Michelle y su pareja dicen trivialidades a la cámara, como cuánto creen que va a pesar el bebé, para llenar el tiempo. Poco después, la música de película de terror –literalmente– en el momento de la anestesia contrasta con lo relajado de la cirugía, que tiene a la mamá separada de su hijo (al que no verá hasta que un rato después se lo acerquen ya limpio) por una cortina: “El anestesiólogo fue bueno, hablábamos de deportes, eso me distrajo”.

Es que realmente, vestida con la ropa celeste del hospital, tendida en una camilla y paralizada de la cintura para abajo, aislada de lo que está sucediendo por una cortina, y habiendo entregado toda la responsabilidad del parto a un equipo médico más que numeroso, el momento no puede significar mucho para Michelle ni para su pareja, y eso es lo que se refleja en la media hora que dura el programa. Nunca se dice por qué fue necesaria la cesárea, pero probablemente se deba, como en el caso del bebé Moebus –otra cesárea programada– a que la madre tuvo el primer bebé por ese método y cree, elige, decide (nunca sabremos si informada o no) que el segundo no puede ser por parto vaginal porque sería muy riesgoso. Lo que se ve en la media hora de Michelle y su novia es, en definitiva, cómo se vive nacer y dar a luz en un mundo donde muchas veces a la experiencia se renuncia a favor de la seguridad –y la comodidad, por qué no– de que otros se hagan cargo de ese momento, aunque el precio sea que la historia de un nacimiento resulte tan empobrecida como una historia clínica.

Historia de un bebé se emite de lunes a viernes a las 9 am por Discovery Home & Health.

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